Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
Ha muerto y a todos(as) nos golpea su pérdida, el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Si Fidel Castro Ruz es el precursor de las revoluciones victoriosas latinoamericanas del Siglo 20; Hugo Rafael Chávez Frías ha entrado en la historia como el adelantado de la unidad latinoamericana y caribeña para el Siglo 21.
Su ausencia la llora el pueblo venezolano y la lloran todos los desposeídos de nuestro Continente para los cuales la Revolución Venezolana bajo la conducción de Chávez, significa al igual que la Revolución Cubana, la esperanza, el destello de luz que ilumina la lucha libertadora y antiimperialista de América Latina y el sentido presente de que sí, la opción socialista, es y sigue siendo la alternativa al neoliberalismo y al capitalismo salvaje.
Como revolucionario consecuente, desde el momento mismo en que en 1977 juramentara cuatro compañeros de armas en las montañas aledañas a San Mateo en Anzoátegui, constituyendo así el núcleo originario del Ejército Bolivariano del Pueblo de Venezuela; pasando luego en 1982 a la fundación del Movimiento Bolivariano 200; la experiencia del fallido Golpe de Estado de 1992 que le impidió, como él mismo indicara, lograr los objetivos trazados «por ahora»; más adelante su estadía en prisión por dos años, para luego, una vez en libertad, fundar el Movimiento V República en 1997 y una década más adelante el Partido Socialista Unido de Venezuela; su trayectoria política estuvo al servicio de su pueblo.
En sus años al frente del gobierno, tuvo la visión de reconstituir el Estado venezolano dotándolo de una nueva Constitución mediante la cual se reconocieron los derechos plenos de los pueblos originarios; los derechos de los afro venezolanos; de las mujeres; de la niñez; la protección del medio ambiente y los recursos naturales; y la transformación de una democracia representativa caduca al servicio de la oligarquía y el capital transnacional, por una genuina democracia participativa por y al servicio del pueblo.
Como nunca nadie desde los años en que Bolívar concibió su proyecto emancipador para la América indo española, Hugo Chávez puso su palabra y su acción en forjar el desarrollo de múltiples instancias de integración latinoamericana de las cuales hoy son beneficiarlas múltiples países de América del Sur, Centroamérica y el Caribe. Fue en tales iniciativas de donde surgieron proyectos tales como la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), iniciativa puntual en el rechazo de los planes hegemónicos de Estados Unidos por imponer a América Latina un tratado de libre comercio siguiendo el modelo existente mediante el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. La creación del ALBA contribuyó a impedir la imposición por parte de Estados Unidos del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Así lo fueron también las iniciativas de Petro–Caribe y Petro–Sur para facilitar el acceso de los pueblos al petróleo, recurso esencial en el desarrollo de sus economías. Lo mismo podemos indicar con relación al rompimiento del bloqueo mediático de los grandes consorcios televisivos, de internet y radio en manos de Estados Unidos y las propias oligarquías regionales con el desarrollo de TeleSur.
En el plano económico es importante mencionar no solo el desarrollo del Banco del Sur; el sistema de intercambio comercial y relaciones económicas para América del Sur basadas en el SUCRE; y claro está, más recientemente, la entrada de Venezuela en el Mercado Suramericano (MERCOSUR). En el terreno de la integración política suramericana, también es necesario mencionar el surgimiento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y junto con ella, el desarrollo de un sistema de defensa suramericano coordinador de los diferentes mandos y fuerzas militares del continente suramericano. En este proceso de integración política, además, vimos durante su mandato no solo cómo se fortalecieron las relaciones bilaterales entre Venezuela y distintos países de la región, entre ellos Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay; sino también, el desarrollo y fortalecimiento de las relaciones políticas, económicas-comerciales con países como la República Islámica de Irán, la Federación Rusa, y diferentes países musulmanes y africanos. Fue también bajo su mandato que se desarrollaron las Cumbres América Latina–África y de América Latina y países árabes.
Pero posiblemente su mayor aportación a la unidad de nuestros pueblos tomó forma en la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), esfuerzo de integración de América Latina y el Caribe al margen de la tutela imperial de Estados Unidos y Canadá en nuestro hemisferio. Bajo un nuevo referente de unidad dentro de la diversidad, luego de 200 años del inicio de las guerras de independencia en América Latina, sus pueblos emancipados del yugo colonial, han comenzado a dar pasos propios buscando alternativas a sus particulares problemas bajo la premisa de la defensa del derecho a la independencia y a la soberanía nacional.
No podemos olvidar en estos momentos los esfuerzos hechos por Chávez, luego de la terminación del mandato de Álvaro Uribe en su vecina Colombia, por restablecer los vínculos políticos, diplomáticos y económicos entre ambos pueblos y sus grandes contribuciones al proceso de pacificación en Colombia. Hoy las partes beligerantes de un conflicto militar interno que se ha prolongado por más de cinco décadas, en medio de conversaciones de paz, avanzan en medio de negociaciones hacia un acuerdo definitivo entre la ellas.
En el plano interno, la presidencia de Chávez trajo como resultado importantes avances en el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de la población. Estas se reflejan en una reducción sustancial de la pobreza extrema y una reducción significativa de la pobreza en general; en un aumento de la expectativa de vida el ciudadano promedio; en la alfabetización de la población; en el desarrollo de múltiples instituciones de enseñanza primaria, secundaria, enseñanza técnica y universitaria; en dotar a las comunidades de poder político participativo en la toma de sus decisiones a través de la red de consejos comunales populares; en el mejoramiento, fortalecimiento, modernización y desarrollo de la Fuerza Armada Venezolana, inculcando en los distintos estamentos militares una nueva cultura de servicio al pueblo y a la Patria y no en defensa de los intereses oligárquicos y del capital transnacional; en el mejoramiento de todo el sistema de salud en el país; el desarrollo de decenas de miles de nuevas viviendas para los desposeídos; el fomento sin precedente de la creación cultural y artística; el desarrollo de nuevas y modernas vías de comunicación, carreteras, ferrocarriles e industrias; en fin, la construcción planificada de una nueva Venezuela a partir de los principios de paz, independencia, soberanía, democracia participativa, integración latinoamericana y caribeña, solidaridad internacional y justicia social, traducida esta última en una propuesta de socialismo para el Siglo 21.
En un discurso que Chávez pronunciara el 30 de diciembre de 2006, previo a la fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela y recapitulando sus experiencias de toda una vida de lucha, citando a Bolívar, indicó: «Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.» Hoy cuando el pueblo venezolano da su último adiós a su presidente, a su Comandante en Jefe, al adelantado de la unidad latinoamericana y caribeña para el Siglo 21, confiamos que el pueblo venezolano sabrá ofrendar a la memoria de quien tanto hizo en tan poco tiempo el compromiso por continuar la agenda inconclusa del Libertador. Como nos inspira el Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela: «Gloria al bravo pueblo/ que el yugo lanzó.»
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