Sábado, Noviembre 23, 2024

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Nuevos desarrollos de la crisis en la Península de Corea

coreaLa situación de crisis por la que atraviesa la península de Corea parece no terminar. Más allá de la retórica que ha acompañado las declaraciones de cada parte dentro del marco de la determinación de la República Popular Democrática de Corea [...]

 

 

 

de mantener adelante su programa para el desarrollo de armamento nuclear y las pruebas de sus sistemas de misiles de corto, mediano y largo alcance, en esta ocasión comienzan a perfilarse otros elementos más preocupantes con relación a lo que puede ser el desenlace de esta crisis.

De todas las declaraciones hechas por la República Popular Democrática de Corea, a nuestro juicio, las dos más preocupantes son, en primer lugar, su advertencia al personal diplomático acreditado de que evacúen su país ya que a partir del día 10 de abril, no podría garantizarse la seguridad de dichos diplomáticos. Recordemos que en la RPDC las delegaciones diplomáticas existentes si bien excluyen la estadounidense, de otro lado sí incluyen otros países para los cuales dicho país no es el “eje del mal” que se pretende proyectar. En su declaración los portavoces norcoreanos han afirmado que “la pregunta no es si va a estallar una guerra en la península coreana, sino cuándo va a estallar ante esta creciente amenaza de Estados Unidos.”

La advertencia al personal diplomático conlleva algún sentido de urgencia, por lo que el “cuándo” al que hace referencia la expresión no debe tomarse livianamente. Claro está, en el “cuándo” puede estar presente la percepción de este país de que exista el potencial de ser agredido por quien precisamente ha dirigido agresiones, participa del desarrollo de las mismas o amenaza con llevarlas a cabo al presente, como son los casos de Libia, Siria o la República Islámica de Irán. Después de todo, la amenaza a la cual se refiere la RPDC en sus denuncias es al conjunto de medidas que ha venido tomando Estados Unidos y sus aliados a lo largo de varias décadas y que en meses recientes se han incrementado a niveles intolerables para dicho país.

Una segunda medida ha sido la tomada por la RPDC en los pasados días relacionada al cierre del complejo industrial de Kaesong, ubicado a 10 kilómetros del Paralelo 38 dentro del territorio de la RPDC, construido con capital proveniente de al menos 13 industrias de la República de Corea, donde trabajan 53 mil norcoreanos, así como cientos de técnicos surcoreanos. La interrupción de la producción en este complejo industrial, que hoy se indica puede ser con carácter permanente, puede acarrear consecuencias a mediano y largo plazo, aun en un escenario bajo el cual la distensión sea el curso que tome la presente crisis, en lo concerniente a los esfuerzos por la reunificación del país que tanto sectores en el sur como en el norte han promovido en los pasados años.

Mientras los medios de comunicación masiva que circulan en Puerto Rico presentan al presidente de la RPDC como un “loco” que puede llevar a la Humanidad a un conflicto nuclear sin precedente, se nos oculta la información que describe el rol que a su vez ha jugado Estados Unidos en esta escalada. Por eso, antes de llamar “loco” al dirigente norcoreano, es necesario conocer los puntos de vista de ambas partes en el conflicto para luego de hacerlo ponderar dónde está o ha estado la locura.

Un artículo escrito por Ernesto Guevara en 1960, cuando apenas habían transcurrido siete años desde el final del armisticio, describe la situación de la RPDC, de la siguiente manera:

“Corea del Norte salió de la guerra sin una industria en pie, sin una casa en pie, hasta sin animales. En una época en que la superioridad aérea de los norteamericanos era tan grande, y ya no tenía qué cosa destruir, los aviadores se divertían matando bueyes, matando lo que encontraban. Era, pues, una verdadera orgía de muerte lo que se cernió sobre Corea del Norte durante dos años solamente. En el tercer año aparecieron los Mig–15 y la cosa cambió. Pero esos dos años de guerra significaron, quizás, la destrucción sistemática más bárbara que se ha hecho.”

El Armisticio, acordado el 27 de julio de 1953, produjo un cese en las hostilidades pero no significó el fin de la guerra. La experiencia que significó la guerra, donde millones de coreanos perdieron sus vidas, ha forjado particularmente en el pueblo norcoreano una psiquis de guerra y la percepción de pueblo asediado. Por eso para los ciudadanos de la RPDC, la guerra no ha concluido; la guerra es una posibilidad cercana dado que en todo momento se vive bajo la percepción de que en cualquier momento las hostilidades pueden reanudarse. El elemento disuasivo al cual ha recurrido la RPDC para impedir un nuevo conflicto, a juicio de sus dirigentes, está en fortalecer su capacidad militar cueste lo que cueste.

Quienes primero han recurrido a la amenaza nuclear en Corea ha sido Estados Unidos. Durante los años que siguieron al conflicto, cuando nadie podía imaginar que algún día la RPDC pudiera desarrollar su capacidad nuclear, algunos analistas estadounidenses argumentaron que la razón por la cual la guerra terminó en un armisticio y no en una contundente victoria militar para Estados Unidos, estuvo basada en que no se utilizara el armamento nuclear que su país poseía. Fue precisamente el general Douglas MacArthur, quien fuera el comandante militar supremo de Estados Unidos en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y a quien se le delegó inicialmente el comando principal de las tropas estadounidenses al comienzo del conflicto en Corea, uno de los principales defensores de esta opción militar. De hecho, en aquel momento, la estrategia de MacArthur incluía, además, continuar el esfuerzo militar avanzando sobre la recién fundada en 1949 República Popular China.

Más adelante, concluido el conflicto armado, según voceros de la RPDC, al menos desde julio de 1957, dentro del marco de las maniobras “Focus Lens” y “Focus Retina”, Estados Unidos ha reconocido su capacidad para el uso de armamento nuclear en la península como parte de los ejercicios militares que anualmente desarrolla con la República de Corea y sus aliados. Entonces, la RPDC tampoco contaba con capacidad nuclear. Durante las décadas de 1970 y 1980 se efectuaron los ejercicios de desarrollo de guerra nuclear “Team Spirit” con la participación de aviación estratégica, submarinos nucleares, agrupaciones de combate navales donde han participado varios portaviones. En la década de 1990 se desarrollaron otros ejercicios de guerra nuclear denominados OPLAN 5026 y OPLAN 5027. Durante el año 2002 Estados Unidos produjo un informe sobre “revisión del estado nuclear”, y en 2005 y 2008, desarrolló otros ejercicios relacionados con el desarrollo de una guerra nuclear en el área. Vale destacar que no fue sino hasta el año 2006 que la RPDC probó su primera arma nuclear. En el año 2009 probó su segunda bomba nuclear y en 2013 efectuó su tercera prueba.

Durante los recientes ejercicios desarrollados por Estados Unidos con las fuerzas militares de la República de Corea, se han utilizado aviones Stealht B–2A, que es un avión bombardero no detectable a los sistemas de rastreo, que desde bases localizadas en Estados Unidos han volado hasta la península de Corea para sus ejercicios de guerra y regresado a Estados Unidos luego de efectuar un ensayo de lanzamiento de bombas atómicas. Como puede verse, lo que se nos presenta como una reacción aparentemente ofensiva de la RPDC, si la valoramos a la luz de estos elementos, es realmente una de carácter defensiva. Deberíamos preguntarnos qué  haría Estados Unidos si algún país junto con sus aliados se planteara desarrollar ensayos de ejercicios militares que incluyen la guerra nuclear en el mar cercano a sus costas, para luego definir qué es una medida ofensiva y qué es una medida defensiva.

Los últimos desarrollos en este conflicto si bien desde un punto de vista racional, no deberían llevar a un enfrentamiento irreversible entre las partes, el problema es que en materia de conflictos militares, la historia está llena de ejemplos donde la irracionalidad y no la racionalidad, es la que ha jugado el rol determinante al estallar una guerra. Un error humano, una valoración equivocada de la realidad por parte de un responsable militar, e incluso, un acto marginal pero intencionalmente motivado, puede encender la chispa que lleve a un incendio en la región con repercusiones impredecibles para la Humanidad.

Quizás por eso, con su acostumbrada sabiduría, Fidel Castro ha indicado que si en Corea estallara una nueva guerra, “los pueblos de ambas partes de la Península serán terriblemente sacrificados, sin beneficio para ninguno de ellos.” En el caso de Estados Unidos, también indica Fidel, en la eventualidad de una guerra, “el gobierno de Barack Obama en su segundo mandato quedaría sepultado por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más siniestro personaje en la historia de Estados Unidos”. Por eso recalca, dirigiéndose directamente al Presidente Obama, “el deber de evitarlos es también suyo y del pueblo de Estados Unidos.”

Kim Jong–un, por medio de sus declaraciones, ha adelantado la existencia de un virtual estado de guerra entre la RPDC y Estados Unidos junto a sus aliados en la región. Dentro de los preparativos militares desarrollados por la RPDC se encuentra la activación de sus fuerzas armadas en estado de preparación inmediata para un enfrentamiento de grandes proporciones, que incluye el uso del potencial nuclear de su país y el uso de misiles de largo alcance con armamento nuclear y convencional dirigidos a Corea de Sur, Japón, Guam y algunos estados de Estados Unidos. De parte de Estados Unidos, además de reforzar su poder naval y aéreo en Corea del Sur y el Mar Amarillo, se encuentra la colocación de importantes y desarrollados sistemas antimisiles localizados en Japón, Guam; así como el desplazamiento de buques de guerra con armamento antimisiles en las áreas hacia donde la RPDC podría dirigir sus ataques.

Aunque Estados Unidos procura dar la impresión de no temer a un ataque contra su territorio; lo cierto es que de manera discreta ha colocado sus recursos militares en aquellos lugares donde los sistemas de misiles norcoreanos tienen la capacidad de impactar, en una especie de alerta militar nuclear. Igualmente, las Fuerzas de Defensa de Japón están en estado de alerta, colocando sistemas de defensa antimisiles en las cercanías de los centros de mando militares, base militares en el país y las instancias principales del gobierno.

Estos días que vivimos son de cardinal importancia en el giro  futuro que tome este conflicto. Mañana es el 101 Aniversario del natalicio de Kim Il Sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea y líder que dirigió la lucha de resistencia antijaponesa en ese país durante la Segunda Guerra Mundial y bajo cuya iniciativa y dirección de condujera el esfuerzo de unificación de la Península que culminó en la guerra de 1950–53. Kim Il Sung es el abuelo de Kim Jong–un, actual dirigente del país. Ese día o alrededor de la fecha de su natalicio, la RPDC pudiera estar desarrollando ejercicios de prueba de misiles de mayor alcance, mientras de paso, dar inicio al comienzo a otro tipo de iniciativas vinculadas al desarrollo de su programa nuclear.

Si bien Occidente conoce el desarrollo de la industria de la RPDC en la construcción de misiles con alcance de mil, dos mil quinientos, cuatro mil y seis mil kilómetros de distancia, nadie sabe con certeza qué otro tipo de armamento o cuál pueda ser la capacidad tecnológica disponible de la RPDC en su arsenal. Aun con la capacidad de interceptación de los sistemas antimisiles estadounidenses, nada garantiza que en una situación de guerra total en la región, países aliados de Estados Unidos como Japón, o instalaciones militares como las existentes en Guam y otras partes en la región inmediata a la Península, no sean impactadas.

El escrito del Che de 1960 al que hiciéramos referencia previamente indica que una de las cosas que más le impresionó “es el espíritu de ese pueblo”. La experiencia de quienes han leído o estudiado el desarrollo de la guerra librada durante los años de resistencia a la ocupación japonesa; y más adelante en la guerra librada contra Estados Unidos; unido a su perseverancia en el proceso de reconstrucción del país hasta lo que es hoy la RPDC, dice mucho sobre las dificultades que una intervención militar a librarse sobre suelo coreano conllevaría para quienes se propongan hacerlo, ya sea desde el aire o el mar o sencillamente colocando una bota en el terreno.


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