Escrito por Alejandro Torres Rivera / Comité Ejecutivo/MINH
Ayer 17 de noviembre de 2013 se efectuaron las elecciones presidenciales en Chile. Estas se llevaron a cabo en conjunto con las elecciones de diputados y senadores, así como las primeras elecciones de consejeros regionales.
Previo a su resultado, estaba previsto que de resultar necesaria una segunda vuelta, conforme lo dispone la Constitución cuando ningún candidato obtiene el 50% o más de los votos emitidos, ésta se efectuaría el 15 de diciembre del año en curso. En efecto, conforme a los resultados de las elecciones, escrutados más del 99.93% de los votos emitidos, habrá una segunda vuelta. La candidata Michelle Bachelet habría obtenido el 46.67% de los votos frente a un 25.01% de la candidata oficialista Evelyn Matthei.
El resultado de estas elecciones de alguna manera podía anticiparse. En una encuesta realizada apenas tres semanas antes de las elecciones, la expresidenta Michelle Bachelet, quien una vez más disputaba la presidencia de Chile, obtenía por los encuestados el 46.2% de los votos por la coalición ¨Nueva Mayoría¨, frente a la candidata del partido oficialista, Evelyn Matthei, de la ¨Alianza por Chile¨ que obtenía el 21.7% de los votos. Matthei ocupó la cartera de Ministra de Minería bajo el gobierno encabezado por el presidente saliente Sebastián Piñera.
De acuerdo con la encuesta, el tercer lugar entre los candidatos y candidatas a la presidencia, lo ocupaba Franco Parsi con un 7.9%, básicamente en un empate con Marco Enríquez Ominami, que obtendría el 7.2% de los votos. De hecho, éste último terminó con el 10.98% de los votos. Enríquez Ominami, hijo del combatiente y fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR) Miguel Enríquez, quien muriera en un enfrentamiento armado con tropas del ejército chileno tras el Golpe de Estado contra Salvador Allende, había obtenido el 20% de los votos en las elecciones celebradas el 13 de diciembre de 2009.
De acuerdo con declaraciones hechas por Carlos Larraín previas a las elecciones, el dirigente del Partido Renovación Nacional, una organización claramente de la derecha chilena, la selección de Matthei como candidata por dicho sector político fue un grave error. Para Larraín, el candidato idóneo debió ser Laurence Golborne. Lo cierto es que Matthei llega a la candidatura para la presidencia luego que Pablo Longueira desistiera de tal candidatura aludiendo para ello razones médicas.
El programa de gobierno que impulsó la candidata de ¨Nueva Mayoría¨, según señala el analista y Director de la Cátedra Globalización y Democracia, Ernesto Ottone, consistía en tres importantes ejes, a saber: la reforma educacional, la reforma política y la reforma tributaria. Actualmente, estos tres ejes dentro del marco de la realidad chilena, al igual que otros pilares de la llamada democracia representativa en Chile, se sostienen en el anclaje que dejó la Dictadura durante el mandato de Augusto Pinochet por medio de la constitución vigente.
Detrás de la candidatura de Michelle Bachelet se encontraba un conjunto de fuerzas políticas y partidos que incluyeron al Partido Socialista, el Partido por la Democracia, el Movimiento Amplio Social, el Partido Comunista de Chile y la Izquierda Ciudadana, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Socialdemócrata. Por su parte, las fuerzas políticas de la derecha chilena que respaldaron a Evelyn Matthei la conformaban la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional. Otros partidos políticos minoritarios impulsaban candidatos distintos. Entre ellos se encuentran: el Partido Regionalista de los Independientes, el Partido Progresista, el Partido Liberal, el Partido Humanista, la Izquierda Unida, el Partido Igualdad, el Partido Ecologista Verde y el Partido Ecologista Verde del Norte. A los anteriores, se sumaron dos candidaturas independientes.
De acuerdo con expresiones hechas previo a los pasados comicios electorales por parte de Marcos Roitman, el triunfo de Sebastián Piñera en las elecciones de 2009 sobre Eduardo Frei, supuso ¨la consolidación del golpe militar bajo el paraguas de una constitución espuria y una fórmula electoral poco transparente.¨ De hecho, si como ahora en las pasadas elecciones el candidato Marco Enríquez Ominani hubiera formado parte de la coalición encabezada en el 2009 por Frei, Sebastián Piñera no hubiera resultado electo presidente del país ya que Frei hubiera obtenido el triunfo por mayoría absoluta de los votantes en la primera vuelta. La reducción del apoyo a Enríquez Ominani en las presentes elecciones anticipadas por las encuestas hechas unas semanas antes de la elecciones, pudiera haber sugerido un movimiento de sus electores en el 2009 tras la candidatura de Bachelet en las elecciones del pasado domingo.
Se indica que mientras algunos de los candidatos incorporaron en sus programas algunas de las reivindicaciones de los movimientos estudiantiles que en los pasados años estremecieron a Chile, particularmente una reforma educativa que proveyera a la juventud una educación gratuita; la posición que sostuvo la expresidenta Bachelet persiguiendo el mismo objetivo para aquellos que no pueden costear los gastos de estudios, fue proponer reforzar un efectivo programa de becas para los estudiantes.
Una propuesta esencial para el desarrollo futuro de la sociedad chilena es despojarse de los remanentes del régimen institucionalizado por Augusto Pinochet y que hoy toma forma en la Constitución vigente de la República. Dada la necesidad urgente de una verdadera reforma constitucional el Chile, la expresidenta, al igual que otros candidatos a la presidencia, aunque con diferentes énfasis en cuanto a la profundidad de los cambios, proponían en sus programas la convocatoria a una Asamblea Constituyente que eventualmente produzca un nuevo proyecto de Constitución a ser votada por el pueblo chileno. Sobre este extremo, sin embargo, la candidata Evelyn Matthei manifestó su oposición, limitándose a proponer una mera sustitución del llamado sistema binominal establecido durante el régimen de Augusto Pinochet mediante el cual se eligen dos cargos por circunscripción o distrito, ya sea para diputado o senador, independientemente de los resultados obtenidos en las votaciones por las agrupaciones a nivel nacional.
Al producirse el triunfo de Michelle Bachelet en estas elecciones, sería el caso de ser la primera presidenta dos veces elegida a dicha posición desde que Pinochet abandonó la presidencia del país. Sería, además, una reconfiguración de una izquierda de carácter amplio en un país donde todavía el peso de la derecha es significativo y donde aún se siente profundamente los efectos del experimento neoliberal iniciado a partir del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Ciertamente, avanzar en los próximos años en un proceso de reconfiguración del Estado político chileno mediante una Convención o Asamblea Constituyente, sería la oportunidad del cambio más significativo para el pueblo chileno desde el malogrado esfuerzo realizado por el presidente Salvador Allende y su gobierno de Unidad Popular. La transformación y democratización del Estado chileno sería entonces la zapata sobre la cual otras transformaciones en el modelo económico y político de Chile pudieran ser viables en el futuro.
Las cicatrices que dejó en el pueblo chileno la cruenta dictadura instaurada tras el golpe de Estado de 1973 aún se encuentran abiertas a flor de piel en el pueblo chileno. Sin embargo, las esperanzas que forjaron la posibilidad de un país donde obreros y campesinos, junto a las capas medias y el conjunto de los sectores populares apostaran a un futuro distinto, sigue estando presente en cada chileno y chilena que ama y defiende la justicia social en su país. Posiblemente una asamblea constituyente sea la puerta a través de la cual el pueblo chileno avance hacia la apertura de nuevas alamedas por las que transiten el hombre y la mujer nueva para Chile. Ese mecanismo constituyente en manos del pueblo chileno sería el primer paso en el proceso de honrar para la historia el legado que dejara el presidente mártir Salvador Allende a su pueblo.
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