Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
Hace un año, en un escrito sobre los sucesos en pleno desarrollo en Ucrania, nos preguntábamos ¨¿quién juega la última carta?¨ Señalábamos con alguna preocupación que si ¨alguien tenía dudas sobre quiénes estaban detrás de las manifestaciones desarrolladas en Kiev, la capital ucraniana, lo único que tienen que constatar hoy [ayer] es cuáles son los grupos que al presente [entonces] han asumido el control policiaco en dicha capital ante el vacío de poder creado por los recientes sucesos.¨
El vacío de poder al que nos referíamos era al surgido a raíz los terribles sucesos acaecidos en la Plaza Maidán de Kiev el 20 de febrero de 2014 donde más de 100 personas, manifestantes como fuerzas de seguridad, perdieron la vida, llevando al gobierno constitucional existente a ser depuesto mediante un golpe de Estado encabezado por quien fuera nombrado presidente interino, Alexander Turchinov.
Desde su Declaración de Independencia el 24 de agosto de 1991 dentro del marco del desmoronamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, Ucrania se ha debatido entre los intereses de una parte de su población de origen eslavo, que se considera a sí misma como europea; frente a otro sector de su población que sigue considerándose vinculada, por razones étnicas e históricas, a la Federación Rusa.
Geográficamente hablando, los contornos naturales formados por el cauce del Río Dniéper, seccionan en país en una zona hacia el Oeste del cauce, predominantemente eslava y europea; de otra parte hacia el Este del cauce predominantemente de origen étnico ruso.
La crisis que llevó al colapso al gobierno constitucional en Ucrania en 2014 y que desata la actual guerra civil, está vinculada en primera instancia a la decisión del Consejo de Ministros de Ucrania de 21 de noviembre de 2013, cuando ordenó la suspensión del proceso de adhesión de dicho país al ¨Tratado de Asociación de Ucrania y la Unión Europea¨ para vincularse de manera más estrecha a la zona económica y comercial en proceso de formación de la Federación Rusa con algunas ex repúblicas de la extinta Unión Soviética como Belarus (Bielorrusia) y Kazakstán, conocida como la Unión Económica Euroasiática.
La determinación del nuevo gobierno de Kiev surgida tras el golpe de Estado al presidente Viktor Yanucovich; el estrechamiento de los vínculos del nuevo gobierno golpista con la Unión Europea y la OTAN; y la adopción de medidas xenofóbicas, dirigidas contra la población de origen ruso en la región Este del país, que incluyeron la supresión del uso del idioma ruso entre la población de origen ruso, desataron los actuales sucesos de violencia. Inicialmente, la respuesta de la población mayoritariamente de origen ruso en Crimea y en otras regiones del sur y Este de Ucrania fueron de rechazo al nuevo gobierno y el reclamo de una consulta a la población para, a través del ejercicio del voto, determinar la secesión o separación política del territorio del Estado ucraniano.
En Crimea se efectuó el 16 de marzo de 2014 un referéndum donde con la participación del 83.1% de la población, el 96.7% se pronunció a favor de una reunificación con Rusia. Valga señalar que para entonces Crimea era una República Autónoma dentro del Estado ucraniano. Como tal pasó a formar parte de Ucrania mediante una determinación tomada por el Presídium Supremo de la extinta Unión Soviética en 1954. A la fecha del referéndum, 58.32% de los 2 millones de ciudadanos de Crimea eran rusos, 24.32% eran ucranianos y el 12.10% restantes eran tártaros. Siguiendo el ejemplo de Crimea, en las provincias ucranianas orientales de Lugansk y Donetsk, se condujo el 11 de mayo de 2014 otro referéndum donde, al igual que en Crimea, la mayoría de la población votó en un ejercicio de libre determinación por la secesión de Ucrania. En tales regiones se proclamó la República Popular de Donetsk y Lugansk. La determinación del gobierno de Kiev, con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, fue de rechazo total al resultado de la consulta considerándola ilegal. A partir de la decisión del gobierno ucraniano en reconocer el resultado de los comicios, se profundizó el conflicto armado entre las partes.
En las elecciones generales de 25 de mayo de 2014 en Ucrania, el millonario magnate ucraniano Piotor Poroshenko fue electo presidente del país por un 54.33% de los votos. Si bien en su origen Poroshenko propuso un alto al fuego en el conflicto armado ya en desarrollo entre las partes, el cual tuvo efecto por algunos días luego del 27 de junio. A partir del 1ro de julio, Poroshenko optó por atacar militarmente los enclaves que promovían a secesión en el Este de Ucrania. Desde entonces, ha sido la escalada militar lo que ha ido definiendo el drama ucraniano. Tras varias treguas, el 12 de febrero de 2015, luego de 19 intensas horas de negociaciones con la intervención de dirigentes políticos de la Federación Rusa, Alemania, Francia y Ucrania, se alcanzó una tregua a ser supervisada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La tregua se produjo en medio de fuertes bajas y pérdidas materiales en hombres y equipo, particularmente por parte del ejército ucraniano.
De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al 3 de febrero, se estimaba que habían fallecido en el conflicto 5,358 personas y 12, 235 habían resultado heridas desde el mes de abril de 2014. El número de refugiados se estima en más de 427 mil personas, aunque en el número ofrecido por la Federación Rusa estima en 2.8 millones el número de personas refugiadas en Rusia a raíz del conflicto. Otros conteos de víctimas dados por las partes beligerantes estiman la cifra, en el caso de la República Popular de Donetsk y Lugansk, en 27,888 víctimas del conflicto entre muertos y heridos; mientras el gobierno ucraniano por su parte estima el número en 953 muertos y 3,627 heridos.
Los 13 puntos que definen la tregua acordada el pasado 12 de febrero son los siguientes: a) Alto al fuego inmediato y completo en zonas concretas donde se combate; b) Retirada del armamento pesado; c) Verificación y control por parte de la OSCE de los acuerdos alcanzados; d) Diálogo sobre el estatus de las regiones en conflicto; e) Indultos y amnistía para los participantes en el conflicto; f) Intercambio y liberación de rehenes y detenidos; g) Creación de corredores de asistencia humanitaria; h) Restauración de las relaciones socio económicas; i) Control de la Frontera en el conflicto por parte de Ucrania; j) Retirada de los grupos armados extranjeros en Ucrania; k) Reforma de la Constitución de Ucrania; l) Elecciones en Donetsk; y m) Supervisión de los acuerdos por el Grupo de contacto tripartito. Tal parecería que se trata de puntos insignificantes a la luz de las profundas complejidades del conflicto.
En el mismo día y hora en que se supone entrara en vigor la tregua, si bien se dio una disminución en los combates en algunas regiones del territorio, en torno a la ciudad estratégica de Debaltsevo los mismos se recrudecieron. De acuerdo con las milicias secesionistas, el futuro control de dicha ciudad no estaba dentro de los acuerdos alcanzados, toda vez que allí se llevaba a cabo en esos momentos una ofensiva militar por parte de sus fuerzas. En Debaltsevo, el ejército ucraniano sufrió una importante derrota por las milicias secesionistas.
Debaltsevo ocupa una posición privilegiada entre Lugansk y Donetsk. Es un sector estratégico para las milicias secesionistas por constituir un punto intermedio ferroviario entre las dos ciudades, que a su vez une las dos regiones y coloca a quien la controle en una mejor posición para, más adelante, disputar el control de la ciudad de Mariúpol. La ciudad de Mariúpol es zona portuaria de gran importancia y es también la ciudad más grande en control de Kiev en la región reclamada por los secesionistas. Habiendo estado bajo el control de la República Popular de Donetsk y Lugansk, desde el mes de junio quedó bajo el control del ejército ucraniano. Mariúpol, además, se encuentra a 300 kilómetros de Crimea, por lo que su control tendría el potencial de crear un acceso por tierra entre la frontera rusa y Crimea.
La precariedad de estos acuerdos y la propensión a la continuación de los combates entre las partes se agudiza luego de que el Reino Unidos de la Gran Bretaña anunciara esta semana el envío de tropas a Ucrania para el entrenamiento del ejército de dicho país, así como el apoyo en aspectos logísticos, inteligencia táctica y cuidados médicos. Lo mismo ha indicado Estados Unidos en cuanto a los llamados del gobierno ucraniano de venta de armamento y apoyo logístico, donde ya se han comprometido al envío de apoyo médico. Informes no confirmados circulados en días recientes a través de las redes sociales, indican que dentro de los cientos de prisioneros de guerra capturados al ejército ucraniano en los combates en torno a Debaltsevo, se encuentran efectivos de las fuerzas armadas estadounidenses provenientes de bases localizadas en Italia que fungían como entrenadores de las tropas ucranianas.
En el caso de la Federación Rusa, si bien Putin ha señalado que es irreversible la reunificación con Rusia de la península de Crimea, reclamando el respeto al resultado del referéndum efectuado el pasado año, no visualiza en estos momentos un conflicto que involucre a su país en una guerra con Ucrania, quizás como aquella de la cual participó a Federación Rusa con Georgia en 2008 en torno al conflicto de Abjasia y Osetia del Sur. Pero una cosa es que la Federación Rusa entre en una guerra y otra es que la Federación Rusa, frente al apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea al gobierno de Ucrania, deje de apoyar al gobierno secesionista de la República Popular de Donetsk y Lugansk en su reclamos políticos y militares. Más aún, la tregua acordada por las partes en el conflicto podría ser después de todo un respiro, para que mediante un nuevo aire, retomar más adelante la lucha por el control de las zonas estratégicas que reclama cada parte.
Independientemente los pronunciamientos recientes de Putin sobre el conflicto ucraniano, la política exterior rusa sigue estando centrada en cinco puntos esenciales: a) Rusia reconoce la primacía de los cinco principios fundamentales del derecho internacional que determinan las relaciones entre los pueblos; b) Contrario a lo que ha venido ocurriendo desde la caída y disolución de la Unión Soviética, el Presidente de la Federación Rusa afirma que, en adelante, el mundo debe ser multipolar; c) La Federación Rusa no pretende aislarse y va a fomentar, en lo posible, relaciones amistosas con Europa, Occidente y otras naciones; d) La Federación Rusa va a defender ¨la vida y dignidad de sus ciudadanos¨ dondequiera que estos estén; e) La Federación Rusa, al igual que otros países, tiene ciertos derechos a zonas de intereses privilegiados. Estos últimos dos tienen gran peso dentro del marco de la crisis ucraniana.
Para la Federación Rusa, en materia de seguridad, no es un asunto que pueda pasar por alto los importantes avances que ha venido haciendo la OTAN desde la desaparición del Pacto de Varsovia. Países otrora aliados y partícipes de dicha estructura militar que alguna medida contribuían a la seguridad de la hoy Federación Rusa, sencillamente han ido incorporándose a quien fuera su más acérrimo rival durante la Guerra Fría, la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Países como Polonia, algunas de las ex repúblicas del Báltico, Rumanía, Hungría y ahora Ucrania se han constituido en bases de apoyo a la expansión de la OTAN en su empeño de establecer un cerco a la Federación Rusa. Lo mismo ocurre desde otras aproximaciones geográficas, con otras ex repúblicas de la Unión Soviética como Georgia, Uzbekistán, Kazakstán, Tayikistán y Kyrgyzstán, donde Estados Unidos no deja de intentar adelantar también espacios de influencia frente a la Federación Rusa, y claro está, en el caso de estas últimas cuatro, también para cercar a la República Popular China.
Mientras la Federación Rusa ha planteado la suspensión del envío de gas natural a Ucrania si no se le paga por adelantado, el gobierno ucraniano se debate en considerar un nuevo préstamo de 17,500 millones de euros al Fondo Monetario Internacional y la reestructuración de su actual deuda. En un país que se encuentra en estos momentos en medio de la precariedad, la medicina recomendada por Occidente no es sino la trompeta que anuncia la profundización de las políticas neoliberales en este país, lo que comprometerá aún más su soberanía nacional con la Unión Europea y Estados Unidos. Entre las sombras, son muchos los que interesan que la tregua salte por los cielos como petardo de dinamita en la noche. Son los mismos que apuestan a la guerra y al exterminio en otras latitudes para los cuales los conflictos armados no son sino inversiones económicas no importa cuánto mal les ocasionen los mismos a los pueblos que lo sufren.
No siempre, la luz que se observa al final de un túnel es necesariamente la salida al mismo. En ocasiones es la luz de la locomotora que se acerca a una velocidad extraordinaria impidiendo a tiempo colocarnos resguardo fuera de la vía. Habrá que esperar qué significado tenga esta tregua en Ucrania, pactada como un débil hilo de luz, en los acontecimientos futuros en este país que ya desde la antigüedad se consideró ¨el granero de Europa¨.
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