Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH
El pasado 23 de junio se efectuó en el Reino Unido de la Gran Bretaña una consulta electoral dirigida a que el pueblo británico decidiera por su permanencia o salida de la Unión Europea. El resultado fue que en Inglaterra y Gales la mayoría de los electores se expresaron a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea mientras que en Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar, el voto mayoritario fue a favor de la permanencia en la Unión Europea.
Ya en 1975, cuando todavía no se había constituido la Unión Europea, en una consulta similar, la mayoría del electorado se había expresado en formar parte de la Comunidad Económica Europea, a la cual el Reino Unido se había sumado desde 1 de enero de 1973. En aquella ocasión el 67.5% de los electores favoreció el ingreso en dicha Comunidad. En esta ocasión, con una participación del 72% de los electores, a pesar de que la mayoría de los componentes políticos del Reino Unido de la Gran Bretaña votaron a favor de la permanencia, la realidad es que desde el punto de vista del número de votos, a favor de la salida fue mayor con 17, 410,742 electores o el 52%, frente a 16, 577,342 electores en contra; es decir, el 48% de los votos.
Si bien el tratado de la Unión Europea contempla bajo el artículo 50 el derecho de cualquiera de sus miembros a retirarse de dicha instancia de integración regional, lo cierto es que nunca ninguno de los Estados que conforman la misma lo había hecho. Desde 1983 el Partido Laborista había venido haciendo campaña a favor de la salida de la Comunidad Económica Europea. De hecho, a pesar de formar parte de la Unión Europea, el Reino Unido de la Gran Bretaña nunca adoptó el Euro como moneda común junto con otros Estados de la Unión Europea.
David Cameron, ex-Primer Ministro que dirigió al país al referéndum del pasado 23 de junio, bajo la creencia de que el electorado reafirmaría su adhesión a la Unión Europea, terminó dimitiendo a su cargo, efectivo al próximo mes de octubre. La salida de la Unión Europea no es un paso automático. Media una transición de dos años, lo que ha llevado a un recogido de firmas para la promoción de otra consulta donde se espera revertir la reciente decisión. Se indica que el mero resultado de la consulta ya ha tenido un serio impacto en el plano económico con una estrepitosa caída en los bonos hasta el mínimo de 1703 y el hundimiento de la libra esterlina, la moneda británica, al nivel que tenía para 1985.
La pregunta inicialmente diseñada por el gobierno británico para ser sometida al electorado fue la siguiente: ¿Debería el Reino Unido seguir siendo miembro de la Unión Europea? Por considerar que estaba cargada hacia permanecer en la Unión, se sustituyó por la siguiente: ¿Debe el Reino Unido seguir siendo un miembro de la Unión Europea, o debe abandonar la Unión Europea? Habían solo dos respuestas: ¨Permanecer¨ o ¨Salir¨. A pesar del resultado, se indica que el referéndum no es vinculante para el Gobierno. No obstante, hacer caso omiso al mismo sería ir contra la voluntad popular, y en consecuencia, una medida políticamente absurda para quien se lo plantee.
El Partido Conservador de David Cameron se declaró neutral como partido en torno a la consulta, aunque el Primer Ministro y 16 de los 21 integrantes de su gobierno a nivel de gabinete favorecían la permanencia. En el caso del Partido Laborista, al igual que el Partido Nacionalista Escocés, el galés Plaid Dymru y el Partido Liberal, también favorecían la permanencia. Tanto el presidente de Estados Unidos como el de Francia y la Primera Ministra de Alemania se expresaron a favor de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Las principales fuerzas que impulsaban la salida fueron el Partido Independiente del Reino Unido (UKIP por sus siglas en inglés), partido nacionalista que en las últimas elecciones había obtenido el 13% de los votos; la mitad de los diputados del Partido Conservador; y algunos parlamentarios del Partido Laborista.
Tres de los argumentos de campaña en contra de la permanencia en la Unión Europea fueron: (a) que el Reino Unido de la Gran Bretaña aportaba a la Unión más de lo que recibía de parte de ella; (b) que las reglamentaciones que impone la Unión Europea afectan el desarrollo de las empresas británicas; y finalmente, (c) que el Reino Unido debería recuperar por completo sus fronteras y reducir el número de inmigrantes al país. Para un amplio sector de la juventud, la salida del Reino Unido de la Gran Bretaña ha sido tomada con mucha molestia ya que consideran que tal decisión les afectará el libre tránsito y el derecho al trabajo al cual hoy tienen derecho dentro de la Unión Europea.
Los resultados de la pasada consulta en el Reino Unido de la Gran Bretaña y el comenzar a andar el proceso de salida del mismo de la Unión Europea, a juicio de algunos analistas, pudiera traer consecuencias ulteriores. Entre las que se mencionan está la posibilidad de llevar a cabo otra consulta de secesión en Escocia, la cual si bien votó mayoritariamente por permanecer en la Unión Europea, ese no tiene que ser el sentir de ese mismo electorado si ya se materializó la salida de la Unión Europea y se plantea un nuevo escenario de una Escocia dentro de la Unión Europea. También podría tener repercusiones la salida del Reino Unido de la Gran Bretaña de la Unión Europea, donde Irlanda del Norte podría mantenerse vinculada a la Unión Europea a través de negociaciones que logre con la república de Irlanda, donde la asociación política entre ambas regiones permita la continuación de Irlanda del Norte dentro de la Unión Europea.
La salida del Reino Unido de la Gran Bretaña de la Unión Europea también podría aparejar cambios o modificaciones con relación a la dominación británica sobre territorios como Gibraltar, o varias de las posesiones británicas en el Caribe, o en los océanos Atlántico o el Índico.
Todavía es prematuro formular conjeturas sobre qué ocurrirá en el Reino Unido y qué ocurrirá con relación a la Unión Europea en estos dos años de transición. Habrá mucho de experimentación y sobre todo muchas preocupaciones en torno a cómo habrán de darse los pasos siguientes para la salida de un Estado de la Unión Europea, sobre todo a partir de que estamos ante una situación novel. Como indica el refrán, ¨la experiencia no se improvisa¨.
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