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Fidel: una vida al servicio de su pueblo

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"Más allá de quienes le quieren por sus ideas, pero también de quienes le temen por ellas, no podrá escribirse la historia de la segunda mitad del siglo 20 en América Latina y el Caribe, y ciertamente también a escala mundial, sin destacar el extraordinario papel histórico que ha desempeñado Fidel Castro Ruz".

 




Fidel Castro en su nonagésimo aniversario de su natalicio: una vida al servicio de su pueblo



¨Los hombres no pueden ser más perfectos
que el sol. El sol quema con la misma luz con
que calienta. El sol tiene manchas. Los
desagradecidos no hablan más que de las manchas.
Los agradecidos hablan de la luz.¨
José Martí, 1882



Hace poco menos de un año, en un evento realizado en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, mencioné en relación a Fidel Castro Ruz lo siguiente:

¨El Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, en su escrito titulado Escenas Mexicanas, publicado en la Revista El Universal el 12 de junio de 1875, indicaba que ¨toda idea justa lleva en sí misma su realización.¨ Si durante finales del Siglo 19 Martí supo sembrar tales ideas en su pueblo, inculcándole el convencimiento de que era con la acción necesaria y no meramente con la palabra, la manera de alcanzar para su patria la plena independencia, la soberanía política y la justicia social; Fidel, tomando como base las ideas de José Martí, junto a aquellas otras provenientes del pensamiento político, social y económico de figuras como Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), así como de otros pensadores revolucionarios latinoamericanos, estructuró un programa de lucha política que echará abajo la Dictadura que oprimía a su pueblo y sentaría las bases para el programa socialista de una revolución latinoamericana y caribeña. ¨

Mientras al inicio de la década de 1950 Puerto Rico avanzaba hacia la reformulación del modelo de dominación colonial imperante desde 1898, en Cuba una nueva generación de jóvenes se organizaba para el derrocamiento de la Dictadura impuesta por Fulgencio Batista. El 26 de julio de 1953 un grupo de éstos, encabezados por el joven abogado Fidel Castro Ruz, efectúan un ataque armado contra la segunda fortaleza militar en importancia en Cuba, localizada en la región oriental del país, el Cuartel Moncada. Eran jóvenes militantes provenientes de organizaciones juveniles, de organismos estudiantiles, de partidos democráticos o comprometidos con la justicia social, obreros y trabajadores, todos ellos fogueados en distintas manifestaciones de la lucha contra la Dictadura.

En cierta medida, estos jóvenes eran también herederos de las luchas libradas en la década de 1930 contra otra dictadura, aquella impuesta por el General de la Guerra de Independencia Gerardo Machado, y que tras el golpe de Estado dado años más adelante por Fulgencio Batista, asumieron la responsabilidad histórica de intentar, como en efecto lograran, devolver a Cuba el legado político de Apóstol de la Independencia, José Martí.

Si bien el ataque armado al Cuartel Moncada en términos militares fracasó, trayendo tras de sí una ola de violenta represión contra los sobrevivientes del ataque y contra aquellos otros que constituían la base de apoyo de los atacantes, la gesta patriótica dirigida por Fidel logró inscribirse en la historia del pueblo cubano como un paso significativo en su toma de conciencia sobre la necesidad de la vía revolucionaria armada hacia la toma del poder político y el derrocamiento de la Dictadura.

En la Cuba de mediados de 1950 prevalecían las mismas condiciones objetivas, susceptibles de desencadenar un proceso de lucha revolucionaria que impugnara las clases dominantes y las relaciones de producción, existentes en cualquiera de los países de América Latina: en primer lugar, la presencia de grandes intereses económicos del imperialismo estadounidense en todos los renglones de la economía y la utilización del ejército nacional de una Dictadura para la defensa de tales intereses; en segundo lugar, la influencia y los programas de los partidos políticos, desacreditados ante el pueblo como opciones reales para atender y resolver su situación de falta de democracia e irrespeto a los más fundamentales derechos humanos; en tercer lugar, la idea de la lucha armada no era extraña a la experiencia histórica del pueblo cubano, sobre todo a partir de la premisa que otras vías democráticas se habían cerrado para el pueblo; y finalmente, terribles carestías y condiciones sociales, económicas, educativas y de salud para la inmensa mayoría de la población. La brecha económica abierta entre la oligarquía y el capital frente al pueblo trabajador y el campesinado era cada vez más abierta y desigual.

A diferencia de otros países latinoamericanos, sin embargo, en Cuba existía un amplio sentimiento nacional forjado durante largos años de lucha y resistencia, primero en la lucha librada durante el Siglo 19 contra España, y luego en el forcejeo contra la antes mencionada Dictadura de Gerardo Machado. Lo anterior había permitido desde muy temprano en la nueva etapa de la independencia, cuajar una conciencia colectiva nacionalista y antiimperialista. Lo mismo podríamos decir de ese nivel de conciencia ante lo que era la dominación imperialista, primero con España y luego con Estados Unidos.

Luego del Ataque al Cuartel Moncada, ya en la cárcel, el joven inspirador de dicha gesta, Fidel Castro Ruz, decidió utilizar el proceso penal mismo en su contra y en contra de sus compañeros, como tribuna desde la cual denunciar abiertamente a la Dictadura existente y formular mediante su alegato de defensa frente a sus juzgadores lo que sería su propuesta de programa para el desarrollo de las luchas futuras. Aún hoy día ese alegato, recogido y difundido por todo el país con el nombre de ¨La Historia me absolverá¨, es fuente de inspiración para la Revolución Cubana.

Después de un periodo de encarcelamiento, Fidel y sus compañeros fueron expulsados del país, pasando a refugiarse en México. Desde allí Fidel junto a su hermano Raúl, y más adelante con el argentino Ernesto Guevara de la Serna y varios otros sobrevivientes del ataque al Moncada, continuaron los preparativos para una expedición armada que les regresara a Cuba, para junto con otros luchadores en la clandestinidad en el interior del país, impulsar la continuación de la lucha ya empezada en 1953.

En 1956 se produjo el desembarco de la expedición encabezada por Fidel. El Movimiento 26 de Julio dirigido por Fidel, cuyo nombre proviene de la fecha del ataque al Moncada en 1953, junto a otras fuerzas del 26 de Julio en las ciudades y la participación de luchadores del Directorio Revolucionario asumieron inicialmente la lucha armada contra la tiranía.

La lucha armada en la Sierra Maestra, localizada en la región oriental de Cuba, pronto se extendería a otras regiones hasta llegar a abarcar básicamente la totalidad del territorio nacional. Puede afirmarse que el triunfo alcanzado aquel 1ro. de enero de 1959 contra la dictadura de Fulgencio Batista, fue el resultado de la obra emancipadora llevada a cabo por el pueblo cubano dentro del marco de un programa revolucionario y antiimperialista, sostenido en una propuesta transformadora de profunda justicia social. El acimut ideológico de esta Revolución, como dijera Fidel en su alocución durante el juicio efectuado contra los sobrevivientes del Asalto al Cuartel Moncada en 1953, fue inspirado en las enseñanzas del Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí.

En un discurso pronunciado por Fidel en Santiago de Cuba ese primer día de enero de 1959, al dirigirse a la concurrencia rebosante de alegría por la caída de la Dictadura y desde el balcón del ayuntamiento a sus espaldas, advirtió que era a partir de ese momento que empezaba, en condiciones aún más difíciles, la Revolución. Decía Fidel que la obra a iniciar la Revolución es una ¨empresa dura y llena de riesgos.¨

Desde una etapa temprana de la Revolución, siguiendo la línea trazada en el Programa adoptado por el Movimiento 26 de Julio, se implantaron medidas tales como la legalidad revolucionaria; la reforma agraria; la nacionalización de los grandes capitales extranjeros y cubanos; la reforma urbana; la reforma educativa; la reestructuración de las Fuerzas Armadas; la cultura y la salud.

En respuesta a las transformaciones impulsadas por la Revolución Cubana comenzaron a orientarse las medidas de Estados Unidos y aquellos sectores afectados en Cuba por los cambios sociales. Así, en el plano internacional, el Gobierno de Estados Unidos promovió entre los países latinoamericanos la Declaración de Cancilleres hecha en San José, Costa Rica, expulsando a Cuba de la OEA como parte de la agenda aún vigente de bloqueo económico e internacional sobre Cuba. En respuesta, el pueblo de Cuba aprobó en asamblea pública el 2 de septiembre de 1960 la Primera Declaración de La Habana, la cual se verá más adelante reforzada tras la invasión armada organizada por Estados Unidos en Playa Girón con la Segunda Declaración de La Habana el 4 de febrero de 1962. En esta última será que se define el carácter socialista de la Revolución Cubana.

Quien haya seguido las difíciles condiciones bajo las cuales el proceso revolucionario cubano ha tenido que desarrollarse, no puede sino confirmar la corrección de las expresiones hechas ese primero de enero de 1959 por Fidel.

Entre los principios no negociables del pensamiento político de Fidel durante y después de la guerra revolucionaria, se encuentran: la defensa irrestricta de la independencia y soberanía nacional de Cuba; la atención de las necesidades más urgentes de la población en áreas bajo control revolucionario tales como la salud, la educación, la vivienda, el derecho al trabajo y la alimentación como derecho humano; el respeto y recordación a los mártires que ofrendaron su vida en la lucha revolucionaria; y la organización política del pueblo a través de organizaciones populares y del Ejército Rebelde como manifestación de una fuerza armada al servicio del pueblo y para la defensa de las conquistas de la Revolución.

El precio pagado por el pueblo cubano en la defensa de su independencia y soberanía nacional ha sido muy alto. Al cabo de más de seis décadas de incansables esfuerzos en la construcción de su modelo socialista, la Revolución Cubana ha enfrentado difíciles amenazas internas y externas. Lo mismo puede decirse del propio Fidel Castro quien a lo largo de estas décadas fue objeto de más de 600 intentos de asesinarle.

Aun en momentos sumamente terribles, como fue el ¨período especial¨, sobrevenido tras el colapso de la Unión Soviética y de los países europeos que formaban parte del Consejo Asistencia Mutua Económica (CAME), cuando muchos creían perdido para siempre la posibilidad del socialismo, Cuba bajo la inspiración de Fidel y la dirección de su PCC y su gobierno, insistió en la opción política y económica del socialismo, haciendo aquellos ajustes necesarios que permitieran que las conquistas principales de la Revolución permanecieran. Puede decirse, sin lugar a dudas, que si el pueblo no hubiera confiado en la dirección política de Fidel, si no hubiera confiado en la honestidad y verticalidad de su dirigente y si no hubiera confiado en su Revolución, el socialismo en Cuba no hubiera sobrevivido esa experiencia.

Me parece que uno de los sostenes de esta Revolución y la confianza del pueblo cubano en sus dirigentes, se encuentra en las expresiones hechas por Fidel el Primero de Mayo de 2000 al dirigirse al pueblo congregado en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba. Alli el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana indicó:



¨Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;

¨es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;

¨es convicción profunda de que no existe otra fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas¨.



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A sus noventa años, retirado de la vida politica activa de Cuba, pero con la autoridad y el peso que representa su opinión en la vida política del pueblo cubano, Fidel sigue presente en el corazón de su pueblo. Más allá de quienes le quieren por sus ideas, pero también de quienes le temen por ellas, no podrá escribirse la historia de la segunda mitad del siglo 20 en América Latina y el Caribe, y ciertamente también a escala mundial, sin destacar el extraordinario papel histórico que ha desempeñado Fidel Castro Ruz.

En nuestro caso como puertorriqueños, tenemos una deuda de gratitud sin paragón en nuestra historia, por la solidaridad de Fidel y del pueblo cubano con el derecho absoluto de nuestro pueblo a su libre determinación e independencia. Nadie como Fidel ha sido mejor intérprete desde el ejercicio de la práctica, de cumplir el mandato establecido por José Martí al redactar las Bases del Partido Revolucionario Cubano, de ¨auxiliar¨ en la lucha por la independencia de Puerto Rico.

En ocasión de este nonagésimo aniversario de su natalicio, Comandante Fidel, felicidades.

12 de agosto de 2016



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