Escrito por Alejandro Torres Rivera / Presidente CAAPR
Esta agresión se llevó a cabo en abierta violación a las normas internacionales vigentes. No solo no se contó con el aval del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de la ONU; sino que, en el caso particular de Estados Unidos, se produjo sin autorización de parte del Congreso de dicho país y en contra del criterio de altos funcionarios del gobierno y sus fuerzas armadas. Se trata en todo caso de una clara violación de la soberanía de un estado nacional que forma parte de las Naciones Unidas.
Al cierre del año 2016 ya era definitiva la noticia del triunfo del pueblo sirio en la batalla por liberación de Alepo, la segunda ciudad en población en el país. Para algunos analistas del desarrollo de esta guerra de intervención imperial contra la República Árabe Siria, Alepo pasaría a ser el Stalingrado del gobierno sirio en su resistencia contra la agresión extranjera y mercenaria. Tras su liberación por parte del ejército sirio con el apoyo de combatientes de la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y de las milicias libanesas de Hezbolá, esta ciudad de 192 kilómetros cuadrados, con una población estimada al comienzo del conflicto en más de 2 millones de habitantes, comenzaba lo que sería un largo proceso de recuperación.
Alepo es una de las ciudades más antiguas en la región. Se encuentra localizada en la porción noroccidental de Siria, a una distancia de 120 kilómetros el Mar Mediterráneo. Fue poblada por los hititas hace más de 1800 años antes de la era cristiana. Para el año 1986 fue declarada ¨Patrimonio de la Humanidad¨ por la UNESCO. La que otrora fuera el centro económico del país, distinguiéndose por una extraordinaria cantidad de fábricas y comercios, es hoy una zona desolada por la guerra. Se estima que Alepo es la segunda ciudad después de Homs, con mayores destrozos como resultado de esta guerra impuesta por las potencias occidentales al pueblo sirio.
Previo a esta guerra de intervención imperialista, Alepo al igual que otras ciudades en Siria, vivía una realidad donde prevalecía la convivencia pacífica entre integrantes de diferentes religiones. Allí residían cerca de 250 mil cristianos, lo que equivalía a un 12% de la población. Se estima que el 80% de los habitantes de Alepo eran musulmanes de orientación suní. Fue luego de las derrotas iniciales de los yihadistas en su intento de apoderarse de Damasco, capital de Siria, que la conquista de Alepo pasó a un primer plano.
Al igual que sucedió con Iraq, Estados Unidos y las potencias occidentales vinculadas con la OTAN en su afán de derrocar el entonces gobierno encabezado por Saddan Hussein, nuevamente se ha utilizado como pretexto en su escalada intervencionista el alegado uso por parte de las fuerzas armadas de Siria de armamentos portadores de agentes químicos prohibidos por convenciones internacionales, como es el gas sarín y el cloro.
Para el año 2014, bajo la administración del presidente Barack Obama, se intentó llevar a cabo bombardeos masivos por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos contra la infraestructura de Siria. Se alegaba la ocurrencia de un incidente en que se imputaba al gobierno sirio el uso de gases tóxicos en zonas residenciales. Sobre este evento nunca una comisión independiente logró establecer que tales acciones provenían de parte de las fuerzas armadas sirias. Fue gracias a la negativa de Rusia de respaldar las acciones militares contra Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU, que esta acción punitiva fue detenida. A cambio de esto, con la mediación de la Federación Rusa, se alcanzó un acuerdo mediante el cual el gobierno sirio entregó para ser decomisado todo el armamento en su arsenal que pudiera implicar su uso como armas químicas.
Bajo los términos negociados entre las partes se embarcaron 600 toneladas de agentes químicos, decomisados por inspectores, que fueron eventualmente embarcados y destruidos por Estados Unidos en el mar mediterráneo.
El gobierno sirio había negado en todo momento que sus fuerzas armadas hubieran utilizado armamentos químicos contra civiles. De hecho, observadores internacionales del desarrollo de esta intervención contra Siria, ponían en tela de juicio las denuncias de Estados Unidos sobre el uso de este tipo de armamento prohibido. La lógica era sencilla: ¿qué sentido tenía para el gobierno sirio, en medio de avances sustanciales logrados en la reconquista de los territorios y zonas ocupada por ISIS y otras agrupaciones mercenarias respaldadas por la OTAN e Israel en el uso de armamento químico si con ello se le ofrecían excusas a estas mismas entidades para acentuar su campaña de descrédito al gobierno constitucional de presidente Bashar al-Assad?
A raíz de la derrota infligida a ISIS por parte del ejército sirio con el apoyo resuelto de tropas y medios de combate de la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y las milicias libanesas de Hezbolá, como parte de su reestructuración en la intervención imperialista, Estados Unidos, el Reino Unido de la Gran Bretaña y Francia desplazaron hacia el norte de Siria tropas de combate para apoyar las milicias kurdas respaldadas por occidente. Allí también se encontraban efectivos turcos, los cuales, si bien luchan contra las milicias kurdas en el sur de su país, pretendían establecer en su frontera con Siria, a manera de enclave, una zona de control militar.
El pasado 7 de abril, sin embargo, una vez más se recurrió por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia al discurso sobre la utilización por parte del ejército sirio de armas químicas contra la población civil, esta vez en el vecindario de Duma localizado en la periferia de la capital siria, Damasco. A estas denuncias se sumaron también los gobiernos de Holanda, Alemania y España.
De acuerdo con Bassam Khabieh, de la agencia de noticias Reuters, se trata, sin embargo, de una noticia ¨falsa¨. Señala Khabieh que de acuerdo con el representante de la Federación Rusa en la ONU, Vasili Nebenzia, expertos rusos en protección radiológica, química y biológica fueron enviados a Duma y no encontraron señal alguna de un ataque químico, ni pacientes ingresados en facilidades hospitalarias con síntomas de envenenamiento con sustancias tóxicas como sarín o cloro. Tampoco encontraron información de parientes de las personas que se alega fallecieron, indicando el lugar donde fueron enterrados sus familiares.
Al igual que ocurrió con el presidente Obama en 2014 previo a la mediación rusa, esta vez el presidente Donald Trump, mediante el uso de Twitter, amenazó con desatar junto a otros países aliados, un ataque de castigo contra el gobierno sirio.
En momentos en que el ejército sirio concluyera la total ocupación de los remanentes del Frente Al Nusra en Siria (la versión nacional de Al Qaeda), el día 14 de abril, a eso de las 5:00 a.m. hora local, 103 misiles fueron lanzados desde barcos y aviones bombarderos en Chipre y Qatar contra instalaciones donde se alega que el gobierno sirio producía este tipo de agentes químicos. De estos misiles, apenas 32 lograron impactar sus objetivos en Siria. El resto, 71 en total, fueron derribados por las defensas antiaéreas sirias. Se indica que en los lugares impactados no estaba presente personal sirio o extranjero. Habían sido evacuados gracias a la información provista por los organismos de inteligencia en Siria.
Esta agresión se llevó a cabo en abierta violación a las normas internacionales vigentes. No solo no se contó con el aval del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de la ONU; sino que, en el caso particular de Estados Unidos, se produjo sin autorización de parte del Congreso de dicho país y en contra del criterio de altos funcionarios del gobierno y sus fuerzas armadas. Se trata en todo caso de una clara violación de la soberanía de un estado nacional que forma parte de las Naciones Unidas.
Se indica que esta agresión ya tiene consecuencias. La Federación Rusa se apresta, entre otras medidas, a proveer a su aliado Siria nuevos sistemas de armamento antimisiles S-300, con nueva tecnología instalada, y radares de detección temprana. A nivel internacional, esta nueva agresión imperialista tiende a fortalecer más el apoyo de la República Popular China y la República Islámica de Irán a la causa siria; así como fortalecer los lazos entre estos Estados, como es el caso de China e Irán, en sus acuerdos de compra de petróleo, donde la primera ha disminuido sus compras a Arabia Saudita en un 40% para beneficio de la segunda.
A nivel interno en Estados Unidos, la decisión de Trump de lanzar este ataque sin encomendarse a nadie, también ha sido recibida con alguna frialdad, tanto por parte de funcionarios de su gobierno como de las mismos mandos militares. En el caso de la prensa estadounidense, a diferencia por ejemplo de cómo se comportó ésta cuando los ataques llevados a cabo en contra de Iraq, su reacción ha sido también más cuidadosa, lo que refleja una falta de confianza mayor en el presidente estadounidense. Es evidente que luego de la experiencia habida con George W. Bush, los medios noticiosos también han aprendido la lección en torno al manejo de los datos que emanaron de parte del gobierno estadounidense para justificar aquella invasión. Igual suspicacia se advierte en las reacciones del pueblo en países como el Reino Unido y Francia que avalaron esta agresión y participaron de la misma.
El periódico The New York Times, en su edición electrónica en español de 16 de abril, indica a través de los periodistas David E. Sanger y Ben Hubbard, que el gobierno de Bashar al-Assad aún tiene la capacidad para utilizar armamento químico. Se basan para ello en señalar que la percepción transmitida por el entonces Secretario de Estado en 2014, John Kerry, de que se puede lograr más con buena diplomacia que con ataques a instalaciones, no fue correcta en la medida que el gobierno sirio había reanudado la producción de armas químicas. No obstante, éstos cuestionan si las instalaciones objeto del ataque del pasado 14 de abril eran aún importantes para el programa de producción de armas químicas de Siria. Señalan que en los lugares atacados no había nadie ese día o sencillamente eran instalaciones abandonadas.
A pesar de que argumentan a favor de la tesis de que, en efecto, el gobierno sirio aún fabrica armamento químico, indican también que tras los ataques no se habían ¨identificado fugas de agentes químicos en las instalaciones¨. Esto puede sugerir que se trata de instalaciones donde no se llevaba a cabo ninguna producción de tales agentes químicos. Lo anterior, de ser correcto como aparenta, reforzaría la posición de la Federación Rusa y del gobierno sirio de que ya, desde el año 2014, no hay presencia ni fabricación de armamentos químicos en Siria.
De hecho, la noticia también indica que ¨ninguna dependencia investigadora internacional ha determinado hasta ahora qué sustancias químicas se emplearon en el ataque del 7 de abril en Duma, cerca de Damasco¨. En todo caso, esta afirmación está mucho más cerca de lo indicado por el representante ruso ante la ONU, que las afirmaciones hechas por el presidente Trump o los representantes de Francia o el Reino Unido de la Gran Bretaña para justificar su intervención directa en la agresión a Siria.
En el plano internacional, han sido también muchos los países que han expresado su denuncia de este ataque contra un Estado soberano, reclamando el cese de la agresión y expresando su solidaridad con el pueblo sirio.
La agenda de la OTAN, Occidente e Israel contra Siria no ha cambiado en absoluto. Lo que sucede es que el apoyo dado por la Federación Rusa y otros aliados del gobierno constitucional de este país, ha logrado al presente, romperle el esquema que han pretendido imponer, como lo hicieron antes estos mismos países en su agresión contra Libia. En este país, recordemos, engañando a la comunidad internacional y promoviendo el caos interno, Occidente sí logró el derrocamiento de su gobierno y de sus instituciones, saqueando las riquezas del país, destruyendo al mismo y apropiándose de sus recursos, logrando que hoy Libia, se considere un ¨Estado fallido¨.
En el caso de Siria, la resistencia de su pueblo, de su gobierno constitucional y sus fuerzas armadas, junto al apoyo recibido de gobiernos como la República Islámica de Irán, de la Federación Rusa y el apoyo solidario de la organización libanesa Hezbolá, es lo que ha impedido la repetición de lo acontecido en Libia.
A pesar del costo que ha conllevado para el pueblo sirio su resistencia frente a la agresión imperial, donde ya son mucho más de 100 mil los habitantes fallecidos en el conflicto junto con otras grandes pérdidas materiales, culturales e históricas; con millones de refugiados y desplazados; unido a las graves cicatrices emocionales para la población civil, principalmente los niños; el pueblo sirio resiste, combate y no se doblega. Ahí reside el potencial de triunfo futuro para este heroico pueblo.
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