Sábado, Noviembre 23, 2024

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La Cumbre de Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea

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El pasado 4 de mayo elaboramos un escrito titulado La Cumbre de las dos Coreas y los acercamientos con Washington: la actualización de un conflicto. En éste comentábamos las implicaciones de las reuniones de los presidentes de la República de Corea (Corea del Sur) y la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), Moon Jae-in y Kim Jong-un, respectivamente. Estos se reunieron en la localidad de Panmunjom, ubicada en el Paralelo 38 de la península, en la llamada ¨Zona Desmilitarizada¨, que divide desde 1953 ambos Estados. Se trató de un evento sin precedente donde ambos presidentes, en una reunión televisada, afirmaron su disposición de llegar a un acuerdo final de paz que pusiera fin al armisticio decretado entre ambas partes hace aproximadamente 65 años. Un acuerdo permanente de paz en la península, sin embargo, no es posible sin que se tome en consideración a una tercera parte en el conflicto, Estados Unidos.

 

 

Como parte de las conversaciones el Presidente de la Comisión de Asuntos Estatales de la RPDC, Kim Jong-un, para sorpresa de muchos observadores, realizó expresiones indicando su disposición a considerar poner fin al programa nuclear que viene desarrollando su país a cambio de un acuerdo negociado con Estados Unidos en el cual este país se comprometa a no invadir la República Popular Democrática de Corea. Propuso, además, la desnuclearización de la península. Nótese cómo desde aquel momento, la posición del dirigente norcoreano no es la de un desistimiento unilateral por parte de su país del programa nuclear que en los pasados años ha ido desarrollando; sino la desnuclearización en términos militares de la península, lo que incluye no sólo la presencia de armamento nuclear en su país, sino también en la República de Corea.

 

Ciertamente no se ha documentado al presente que la República de Corea haya iniciado o desarrollado un programa nuclear que le haya permitido este tipo de armamento. Sin embargo, la República de Corea a pesar de ser un Estado independiente, se encuentra saturada de instalaciones militares en todas las ramas de las Fuerzas Armadas por parte de Estados Unidos. Bajo esta premisa, por ejemplo, en las instalaciones navales de Estados Unidos en este país se encuentran buques, submarinos y otros medios navales que cuentan con capacidad de transporte de armas nucleares. Lo mismo ocurre con las bases de la Fuerza Aérea con capacidad de albergar aviación con la misma posibilidad de transporte de armamento nuclear, por solo mencionar algunas instancias militares.

 

El encuentro preliminar entre los dos presidentes coreanos también guardó relación con la reciente visita del Director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos a la República Popular Democrática de Corea. En esta se sentaron las bases para un eventual encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y contra parte norcoreana, el Presidente de la Comisión de Asuntos Estatales, Kim Jong-un. A pesar de las pasadas expresiones del presidente estadounidense a los efectos de que le gustaría que el encuentro de produjera en el mismo lugar en que se reunieron los presidentes coreanos en el Paralelo 38, ¨porque estás allí y, si las cosas funcionan, lo celebraremos allí mismo, y no en un tercer país”, la reunión llevada a cabo el pasado 12 de junio se celebró en Singapur.

 

En años recientes se han producido diversos incidentes entre las dos Coreas a partir de los cuales se temió la reanudación de hostilidades en el plano militar. En la reunión sostenida entre los dos presidentes coreanos, sin embargo, cada uno cruzó simbólicamente la línea que demarca el inicio del territorio del otro como aspiración recíproca en torno a la reunificación de las dos Coreas.

 

Mucho se ha hablado sobre el programa armamentista de la República Popular Democrática de Corea. De hecho, un documental al cual se puede lograr fácil acceso en Netflix, cuyo título en español sería el equivalente a Juegos de propaganda, nos ofrece una visión panorámica del programa de militarización de la sociedad norcoreana. Este ha sido el resultado de la psiquis colectiva que este país, que ha sido invadido a lo largo de su historia al menos en 100 ocasiones, ha desarrollado llevándolo a vivir en permanente estado de preparación para enfrentar y derrotar cualquier invasión futura, venga de donde venga. El documental da cuenta de al menos la tenencia de 20 armas nucleares por parte de la República Popular Democrática de Corea. Señala el enorme gasto que en términos porcentuales representa para el pueblo norcoreano tener que destinar importantes recursos a la defensa, recursos éstos que, en parte, podrían ir destinados a cubrir otras necesidades como parte del desarrollo económico del país.

 

Analistas militares estadounidenses indican que además del armamento nuclear, la RPDC también cuenta con un amplio programa de producción de armas químicas y biológicas, las cuales lanzadas mediante misiles de largo mediano y largo alcance, tienen el potencial de impactar objetivos en la República de Corea, Japón, los territorios estadounidenses en el Pacífico y la Costa Oeste de Estados Unidos. Por ejemplo, estos han señalado que el sistema de misiles desarrollado por la RPDC podría aproximarse a suelo japonés en apenas 10 a 11 minutos luego de ser lanzados impactando su capital Tokio y otras importantes ciudades. Estados Unidos, sin embargo, contribuyó al desarrollo por parte de Japón de un sistema antimisiles, denominado Aegis, capaz de interceptar misiles con un alcance menor a 5 mil kilómetros.

 

Existen también quienes dudan que misiles lanzados desde la República Popular Democrática de Corea tengan el potencial de impactar ciudades en la costa Oeste de Estados Unidos. El tiempo para el impacto desde su lanzamiento sería de media hora aproximadamente. Para ello, indican, tendrían que haber desarrollado la capacidad de lanzamiento de misiles con un alcance de 5,500 kilómetros. Sin embargo, se señala que el último ensayo fue de un misil que mantuvo la trayectoria por más de 20 minutos y proyectó un alcance de 4,500 kilómetros. Bajo tal capacidad, tendrían la posibilidad de impactar las bases de Estados Unidos localizadas en Guam, ya que tomaría apenas 15 minutos alcanzar tal objetivo, aunque también podrían ser derribados en pleno vuelo por sistemas de defensa antimisiles de Estados Unidos.

 

La cumbre entre los presidentes Kim Jong-un y Donald Trump ha provocado diferentes reacciones. A juicio por ejemplo de Stephen Lendman, en su artículo titulado Historic Kim Jonj-un/Trump Agreement? Hold the Cheers!, publicado por Global Research el 12 de junio, nos hace un llamado a no equivocarnos, indicando que las sonrisas, el estrechón de manos, la cordialidad en público, expresiones como “excelente comienzo” o “un acuerdo histórico y comprensivo para un cambio mayor”, no borra los propósitos imperialistas de Washington. Indicando que “el diablo está en los detalles”, el acuerdo alcanzado mediante la Declaración conjunta nada menciona sobre un tratado de paz o la remoción por parte de Estados Unidos de las sanciones económicas a la RPDC. Por su parte, Ajamu Baraka, en un artículo publicado por Global Research el 13 de junio bajo el título North Korea Issue is not ‘De-Nuclearization’ But ‘De-colonization”, indica que desde siempre para el pueblo de Corea, tanto el del Norte como el Sur, el issue real que enfrentan es el fin de la guerra y la descolonización de la península.

 

Ajamu Baraka llama la atención a que no nos hagamos de ilusiones sobre las intenciones de los que formulan la política de Estados Unidos. Si estuvieran realmente interesados en detener el programa nuclear de la RPDC, hubieran propuesto políticas que crearan condiciones de seguridad que convencieran a este país de que el desarrollo de una política armamentista nuclear frente a Estados Unidos era innecesaria. Para Baraka, con el desarrollo alcanzado por la República Popular China, que dicho sea de paso, hace frontera con la RPDC llevará a que siempre Estados Unidos promueva su presencia en la República de Corea. Por eso a Estados Unidos no le interesa realmente la búsqueda de una solución diplomática, ya que las tensiones en la península de Corea, le permite una justificación a los presupuestos para el desarrollo de nuevos sistemas de misiles sin que el público estadounidense cuestione tales gastos. Por eso, indica, Estados Unidos no está tras la descolonización de la península.

 

En la Declaración emitida por el presidente Trump y el presidente de la Comisión de Asuntos Estatales, Kim Jong-un, las partes se comprometieron de una manera muy general, a la “completa desnuclearización de la península de Corea”; a establecer un régimen de paz duradera y estable; a establecer relaciones basadas en el acuerdo de alcanzar la paz y la prosperidad de ambos pueblos; a la recuperación “de los restos de prisioneros de guerra y los desaparecidos, incluida la repatriación inmediata de aquellos ya identificados”; a superar décadas de tensiones y hostilidades; a cumplir las estipulaciones de la Declaración sin demora y por completo; y finalmente, a darle seguimiento al proceso de negociaciones iniciado, designando el presidente Trump al Secretario de Estado y por la RPDC a “ un alto funcionario”, lo cual ocurrirá “ en la fecha más próxima” posible. Posiblemente, las más inmediatas serán las relacionadas con la repatriación de restos de prisioneros de guerra o militares caídos en acción y la designación del funcionario que atenderá lo relacionado con futuros encuentros por la parte norcoreana.

 

El quid pro quo real en este encuentro, sin embargo, fue que las partes pudieran proyectar al interior de sus respectivos pueblos y a escala global, la esperanza de que se pondrá fin a un estado de beligerancia durmiente que data de la fecha en que se suscribió el Armisticio en 1953. También representa un primer paso hacia la normalización de las relaciones entre los dos Estados que integran la península coreana, aunque ello sea a largo plazo, y la posibilidad de moverse hacia un acuerdo de seguridad para ambas partes que impulse transformaciones como parte de un proceso de integración económica y de reunificación familiar para las dos Coreas. Lo anterior incluye, además, pasos concretos en el camino hacia la desnuclearización de la península. Este último objetivo, sin embargo, parte del supuesto del fin del programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea y una eventual disminución de la presencia militar de Estados Unidos en suelo coreano, incluyendo la presencia de armamento nuclear en sus naves, aviones y fuerzas de tierra.

 

Es interesante dentro de todo este entramado en torno a la Cumbre en Singapur, cómo el discurso de la prensa comercial estadounidense cambia dentro del marco del encuentro entre ambos presidentes. Antes de la Cumbre, el dirigente norcoreano era catalogado por esa misma prensa como el “dictador” o “líder” y se refería al gobierno que encabeza como “régimen”; hoy se le llama por estos mismos medios “presidente de la Comisión de Asuntos Estatales de la República Popular Democrática de Corea” y así lo reconoce, además, el propio gobierno.

 

Por lo pronto, Trump no ha descartado invitar a Kim Jong-un a Washington. Y lo ha hecho utilizando como siempre bromas y referencias al encuentro que para él podrán ser graciosas, como a veces uno escucha por parte de los payasos en un circo, pero que no necesariamente provocarán risas en su homólogo norcoreano. Habrá que ver si se produce tal visita en Washington y si será con alfombra roja, guardia de honor y todos los honores al Kim Jong-un como Jefe de Estado. Como decía Mercedes Sosa en una de sus canciones inspiradoras: “¡Cambia…todo cambia!



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