Escrito por Alejandro Torres Rivera | MINH
En días recientes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante una reunión con emigrantes venezolanos radicados en le la ciudad de Miami, emitió una abierta amenaza a los mandos e integrantes la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. En ella indicó, en referencia a los funcionarios leales a la Constitución y al gobierno que encabeza Nicolás Maduro Moros, que debían aceptar la presidencia de Juan Guaidó, “presidente de encargo” promovido por Estados Unidos y la derecha venezolana como parte del montaje justificador para un Golpe de Estado. En forma intimidatoria señaló que deberían acogerse a una amnistía, o de lo contrario, “lo perderán todo.” Con suma desfachatez, y en abierta violación de las normas que rigen el derecho entre naciones, Trump expresó:
“Hoy tengo un mensaje para cada representante oficial que ayuda a mantener a Maduro en el poder. El mundo entero te está mirando. No puedes esconderte de la elección que estás enfrentando. Puedes aceptar la generosa oferta de amnistía de Guaidó para vivir en paz con tu familia.”
De acuerdo con la reseña hecha por la página electrónica Sputnik en su edición del 18 de febrero, Trump habría destacado en el discurso que “los militares venezolanos ‘no deben seguir las órdenes de Maduro de obstruir la entrega de ayuda humanitaria’ y tampoco tienen derecho a amenazar con usar la fuerza contra ‘manifestantes pacíficos, líderes de la oposición, miembros de la Asamblea Nacional, el presidente Guaidó y su familia.”
Lo cierto es que, si algún señalamiento puede hacerse a las autoridades venezolanas, no es el recurrir a la amenaza, sino haber procedido con sumo cuidado dentro del marco en el cual viene manejándose una situación tan crítica, como aquella que se presenta para un gobierno soberano como el de Venezuela. Ante las claras señales dirigidas a buscar una confrontación que le sirva de excusa a Estados Unidos y sus aliados para una intervención militar en Venezuela, el gobierno del presidente Maduro ha respondido, una y otra vez, convocando a la oposición al diálogo nacional.
En otro contexto y quizás en otras latitudes, las actuaciones que hoy lleva a cabo Guaidó, la Asamblea Nacional venezolana e importantes sectores de la derecha opositora en Venezuela, habrían sido más que suficientes para proceder legalmente contra éstos aplicándole todo el peso de la ley y la Constitución. Ésta sin embargo no ha sido la opción de Maduro, quien de manera reiterada, a la vez que no renuncia a ejercer las prerrogativas sobernas del Estado venezolano, insistimos, siempre ha mantenido un discurso de apertura al diálogo con la oposición en Venezuela.
Donald Trump ha manifestado que, si los integrantes y mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana siguen manifestando su apoyo al gobierno del presidente Maduro, “no tendrán refugio seguro ni una salida fácil”. Señala a su vez que “lo perderán todo.” Este discurso, es el mismo libreto que vimos en manos de Bush, Clinton y Obama dentro de marco de la invasión de Estados Unidos a Afganistán e Iraq; lo vimos en el marco de su intervención contra la República Árabe de Siria; y lo hemos visto en el proceso de intervención y reducción de Libia a lo que es hoy, un pobre Estado fallido en el Norte de África.
Mientras la guerra mediática contra el gobierno del presidente Maduro avanzaba y se fijaba por Juan Guaidó como fecha límite para una intervención humanitaria el 23 de febrero, se posicionaban medios militares de Estados Unidos y Colombia en los puestos fronterizos de Cúcuta y Paraguachón, localizados al Oeste de Venezuela; por Estados Unidos y Brasil en Boa Vista, en la frontera Sudeste de Venezuela con este último país; y desde Aruba y Curazao, Antillas holandesas en el Mar Caribe, como posibles lugares desde donde se intente forzar el ingreso por tierra y mar a Venezuela de la llamada “ayuda humanitaria”.
No debemos dejarnos engañar con este falso discurso de “ayuda humanitaria”. La realidad es que si hay en la región del Caribe un lugar que sí necesita urgente y desesperadamente ayuda humanitaria, ese lugar es Haití. Allí el pueblo, que lleva ya más de una semana en las calles de su capital, Puerto Príncipe, movilizado en medio de violentas protestas, reclama de su gobierno y la comunidad internacional agua; comida; trabajo; vivienda; y la prestación de otros servicios básicos como salud y educación.
Hace poco más de una semana, la página electrónica CubaDebate, alertó sobre el hecho de que aviones militares estadounidenses se habían desplazado desde el territorio continental hacia bases más cercanas a Venezuela. Se menciona en particular la Base Aérea San Isidro en República Dominicana y el Aeropuerto Rafael Miranda en Puerto Rico. Indica que tales aviones llevaron suministros y tropas que podrían formar parte de una operación militar contra Venezuela. También se señaló en la página el uso de facilidades militares de Estados Unidos, que dicho sea de paso, desde la llegada de Donald Rumsfeld a la Secretaría de la Defensa de Estados Unidos y la formulación de la nueva estrategia de defensa de dicho país, se denominan “Forward Operation Locations”. Estas FOL’s se encuentran localizadas en las islas de Caribe Oriental, en el Caribe Occidental y en Centroamérica.
En el encuadramiento militar de Estados Unidos en la región, también se encuentra establecimiento de varias bases militares en suelo colombiano, las cuales fueron instaladas en el territorio de este país vecino de Venezuela como parte del llamado “Plan Colombia”. También se ha hecho referencia, a raíz del triunfo y jura de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, la eventual activación por parte de Estados Unidos de su presencia militar en suelo brasileño. Se ha señalado, además, el eventual regreso de militares estadounidenses a las anteriores instalaciones de dicho país en Manta, Ecuador; como también el desarrollo de nuevas instalaciones en otros países latinoamericanos.
La página electrónica Cubadebate, da cuenta, además, en su edición de 18 de febrero, del desplazamiento por parte de la armada estadounidense del portaviones USS Abraham Lincoln (CVN-72) y su “Grupo de Combate”. Este, a la fecha de la publicación, se localizaba en aguas del Océano Atlántico cercanas a Florida. Simultáneamente, se informa del desplazamiento, a través del Océano Pacífico en ruta hacia las cercanías de la Costa del Pacífico de Colombia, del Portaviones USS Theodore Roosevelt. Este portaviones tiene como base de operaciones San Diego, California. Como todo portaviones, conforma un Grupo de Combate. Su desplazamiento hacia dicho país suramericano tomaría una semana.
Los Grupos de Combate que acompañan los portaviones de la armada estadounidense tienen un gran potencial bélico. Además de la dotación aérea, que incluye decenas de aviones de combate, reconocimiento y caza submarinos, sus diferentes medios navales llevan a bordo armamentos de distintas generaciones. Los Grupos de Combate son acompañados de al menos dos submarinos nucleares; varios buques cruceros y fragatas, con capacidades para el lanzamiento de misiles; así como un buque portahelicópteros. El Grupo de Combate incluye también una “Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina” (MEU por sus siglas en inglés), que supera en número el equivalente a un batallón de efectivos. También incluye unidades de fuerzas de operaciones especiales, unidades especializadas en comunicaciones, buques de apoyo logístico y otros medios navales.
En el caso particular de una agresión a Venezuela, aparte de los efectivos que desplace mediante medios navales, Estados Unidos se propone posicionar en suelo colombiano, según dejó entrever John Bolton, Consejero de Seguridad Nacional de Casa Blanca, no menos de otros cinco mil efectivos.
La Armada estadounidense, en su preparación previa al despliegue de un Grupo de Combate, lleva a cabo dos ejercicios mayores: COMPTUEX (Composite Training Unit Exercise), que consiste de un ejercicio preliminar del cual participan en ocasiones por separado, aunque ciertamente en plena coordinación, los distintos componentes integrantes del Grupo de Combate. Se trata de un ejercicio intermedio, previo a enviar en rotación al portaviones y sus medios navales que le acompañarán durante su desplazamiento a su área de operaciones; y JTFEX (Joint Task Force Excercise), que se desarrolla con todos los medios navales que componen el Grupo de Combate. En él sus integrantes se entrenan en bombardeo aire-aire; aire tierra, aire-mar y mar-aire. En el pasado fue en Vieques, en el polígono interno, donde la Flota del Atlántico y en ocasiones buques y medios aéreos de países de la OTAN, llevaban también a cabo el ejercicio aire-tierra y mar-tierra. En otra porción de la parte Este de la Isla-municipio, en la porción denominada “Área de Maniobras Este”, se desarrollaban los ejercicios de desembarco anfibio por parte de la Infantería de Marina.
Para esta operación contra Venezuela Estados Unidos ha puesto en marcha a nivel diplomático su “Ministerio de Colonias”, la OEA. Mediante su intervención injerencista a través de su Secretario General, ha pretendido darle una fachada legítima a su política hegemónica. Así las cosas, ha procurado aislar al gobierno legítimo de la República Bolivariana de Venezuela, trastocando el reconocimiento del gobierno electo por más de 9.5 millones de electores, a la charada montada por Juan Guaidó y la Asamblea Nacional que hoy opera en abierto desacato al orden constitucional. En el proceso se llega al ridículo de pretender deslegitimar ese apoyo a Maduro de parte de 9.5 millones de electores que por él votaron en las elecciones del año pasado, por un Juan Guaidó, que recibió para el escaño que ocupa en la Asamblea Nacional de Venezuela, menos de 100 mil votos.
La utilización por parte de Estados Unidos de Grupos de Combate provenientes de la Flota del Atlántico para intervenir en los asuntos internos de Venezuela, no es nueva. Bajo las firmas de Wayne Madsen y Richard Bennett, se publicó el 19 de abril de 2002 un artículo titulado U. S. returns to bad old ways in Venezuela. En él los autores indican que bajo la cubierta del desarrollo de un ejercicio naval COMPTUEX y JTFEX en el Caribe, la Marina de Guerra de Estados Unidos proveyó a los militares venezolanos que participaron en el Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías, apoyo de interferencia de comunicaciones y señales de inteligencia. A través del U. S. Navy SIGNIT (“Signal Intelligence”), los buques estadounidenses estuvieron pendientes de las comunicaciones desde y hacia Cuba, Libia, la República Islámica de Irán e Iraq a través de sus misiones diplomáticas en Caracas. Indicaron también que los planes de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en apoyo al Golpe, se comunicaron al presidente George W. Bush durante una visita a Perú y al El Salvador en marzo de 2002.
Señalan que la Agencia de Seguridad Nacional (N.S.A. por sus siglas en inglés), apoyó el Golpe utilizando personal de Comando Sur adscrito al “Joint Inter Agency Task Force-East” (JIATF-E), localizado en Cayo Hueso Florida, a través de lingüistas, especialistas en español y operadores en intercepción de señales. También hubo participación de personal de comunicaciones en inteligencia, para entonces localizados en la Base Naval de Sábana Seca en Toa Baja, Puerto Rico, y del Centro Regional Operacional de Seguridad (R.O.S.C.), localizado en Medina, Texas.
Desde la posición Este en Colombia, personal contratado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en operaciones antinarcóticos, se proveyó apoyo logístico a los golpistas desde el aeropuerto de Marandúa, a lo largo de la frontera con Venezuela; mientras que aviones de patrullaje desde la FOL localizada en Manta, Ecuador, se proveía también apoyo de inteligencia en las operaciones.
Indican los autores que buques de guerra de la Marina de Estados Unidos, desarrollando sus ejercicios en el llamado Polígono Externo (“Outer Range”) del entonces denominado “Atlantic Fleet Weapons Training Facility (AFWTF), se mantuvieron en alerta ante la posibilidad de recibir órdenes para la evacuación de ciudadanos americanos en Venezuela. Los buques incluían al portaviones USS George Washington; así como los destructores USS Barry, USS Laboon, USS Mahan y el USS Arthur W. Radford. En algunos de estos buques se mantenía a bordo unidades para proveer señales adicionales de inteligencia a las Unidades de Operaciones Especiales y de Inteligencia ya desplegadas en tierra en apoyo desde el territorio colombiano, a los golpistas venezolanos
También señalaron que la CIA había provisto personal al Grupo de Operaciones Especiales bajo el mando de un Teniente Coronel asignado desde el Comando de Operaciones Especiales en el Fuerte Bragg, Carolina del Norte. Señalan que este grupo permanecía en Venezuela desde el año 2001 y que pertenecía al “U. S. Special Operations Intelligence Support Activity” (ISA). Estos hicieron contacto con altos mandos venezolanos en las Fuerzas Armadas de este país, incluyendo al General Lucas Rincón, Viceministro de Seguridad; con el General Luis Camacho Kairuz; y con empresarios y líderes sindicales de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, entre otros. Señalan también que las conversaciones con los líderes obreros venezolanos ya venían desarrollándose desde el verano anterior en las refinerías de Maracaibo. Una de las personas que había sido reclutada por la CIA era el presidente de FEDECÁMARAS.
En apoyo del Golpe también se sumó el “Special Operations Phycological Warfare” (PSYOP’s) proveniente del Fuerte Bragg. Este grupo tuvo la tarea de manejar los anuncios en TV a nombre de políticos y empresarios venezolanos, como también en la radio, indicando que el presidente Chávez había precipitado la crisis al ordenar disparar contra aquellos que protestaban en Caracas. Técnicos en guerra electrónica bloquearon las comunicaciones de los teléfonos celulares y frecuencias de radio entre Caracas y las ciudades del interior en coordinación con un batallón de Inteligencia venezolano, el “Batallón General de Brigada Andrés Ibarra”, del Alto Mando de la Fuerza Armadas Bolivariana de Venezuela.
Si lo hicieron antes, procurando llevar a cabo un Golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías, no debemos asumir que no lo harán hoy contra el presidente Nicolás Maduro Moros, sobre todo hoy cuando la correlación de las fuerzas y gobiernos progresistas en América Latina ha cambiado favorablemente para el imperialismo. Si la agresión que hoy promueve Estados Unidos contra Venezuela no se detiene, mañana serán otros países de la región, incluyendo lamentablemente algunos de los que hoy se postran ante el imperialismo, sus futuras víctimas. Los imperialismos han demostrado hace ya demasiados años, tantas veces como para olvidarlo, que no tienen respeto por la soberanía nacional de las naciones y por la autodeterminación de los pueblos. Para el imperialismo, lo fundamental ha sido siempre el afán por la conquista de los mercados y el control de sus recursos naturales.
El desplazamiento abierto por parte de Estados Unidos de medios militares hacia Venezuela demuestra la gravedad de la situación para este hermano país. Estados Unidos no le perdona a Venezuela que la Revolución Bolivariana iniciada por Chávez y continuada por Maduro, haya dado pasos tan importantes en su país, como parte de un proyecto de liberación nacional, antiimperialista e integrador para América Latina y el Caribe.
En Venezuela se define hoy el futuro próximo de nuestra América. Por ello, más allá de cualquier discrepancia coyuntural, política o de otra dimensión, el momento demanda de cada uno de nosotros asumir una posición: o se está con Venezuela y su bravo pueblo; o se está con la barbarie, la guerra y la violación de los derechos soberanos de nuestros pueblos.
Como indica el Apóstol de la Independencia cubana, José Martí, no hay nada peor en los momentos decisivos que la indecisión.
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