Líder de la libertad, escudero de la patria” en el Ilustre Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico por el Lcdo. Alejandro Torres Rivera el 30 de marzo de 2022
“No hay más un solo camino
que se quisiera tomar,
más la suerte del andar
maltrata y confunde el tino.
Nadie niegue su destino.
Es que ser hombre es seguir
--- y un ideal perseguir---
por la vida hacia adelante,
sabiendo lo que fue enante
y no donde va a morir.”
Juan Antonio Corretjer Montes, En la vida todo es ir
Buenas noches a todas las personas presentes en este importante acto en la Casa Grande de la abogacía puertorriqueña, el Ilustre Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico En la noche de hoy se presenta el enjundioso libro Gilberto Concepción de Gracia: Líder de la Libertad, escudero de la Patria. Agradezco la invitación a los organizadores de la actividad y expreso mi satisfacción en compartir esta presentación junto a dos compañeros de lucha como son los queridos compatriotas y licenciados Carlos Mondríguez Torres y Juan Dalmau Ramírez.
En el año 1968, contando yo con 15 años de edad, hice mi ingreso al Partido Independentista Puertorriqueño. Motivó mi decisión insertarme en las actividades que el Comité Municipal del PIP llevaría a cabo en mi pueblo, Vega Baja, de cara a las elecciones que se celebrarían ese mismo año en el mes de noviembre. Gracias a la iniciativa de Evaristo Otero, profesor de arte dramático en la Escuela Superior de Vega Baja y directivo del Comité Municipal del PIP, me integré a las labores y tareas propias de dicha organización política.
Ese mismo año de mi ingreso al PIP coincide con la partida de Don Gilberto Concepción de Gracia a lo que conforme describe Pablo Marcial Ortiz Ramos en el trabajo publicado en este libro, titulado Cronología vital, fue la partida de nuestro prócer y patriota “hacia las puertas del misterio.”
Es de por más interesante las diversas manifestaciones con las cuales distinguimos ese laberinto infinito que pensamos sigue a la muerte: “Hades”, lo llamaban en la mitología greco/romana al lugar donde iban los héroes y guerreros; “Valhala” es como figura el lugar o espacio en los textos nórdicos; “Cielo” es como se llama el dogma en la fe judeo/cristiana; “Oriente Eterno” es como nos referimos a ése lugar simbólico en los textos de la francmasonería; la “transformación de materia” para aquellos no creyentes; o como nos dijera el Maestro Hostos, la “transición” de una vida incompleta a una vida completa.
En todas estas manifestaciones se hace presente el respeto por quienes nos abandonan físicamente y el eterno recuerdo que de ellos/as guardamos. Hay quien dice, a juicio mío con toda razón, que es precisamente en el recuerdo que de nuestro paso por la vida guarden quienes nos sobreviven, donde realmente está la inmortalidad del ser humano.
No llegué a conocer a Don Gilberto. Mi hermano mayor Mario Antonio, sí le conoció. Fueron múltiples las veces que me habló de Don Gilberto, con quien me dijo tuvo la oportunidad de compartir la defensa de un acusado en los tribunales. En su admiración por Don Gilberto, Mario guardó y atesoró por años copia de su expediente donde me decía, había documentos suscritos por Don Gilberto y él como abogados de récord. En aquella campaña de 1968 en la que me integré al PIP, el candidato a la gobernación no era Don Gilberto sino Antonio (Toño) González. El respeto a la figura de Don Gilberto, sin embargo, siempre estaba presente en todos/as nosotros en el Comité de Vega Baja. Don Gilberto era para todos/as nosotros/as, una figura a reverenciar y a emular.
Cuando mi querido amigo y compueblano el Dr. José Luis Colón González, junto con el también amigo Dr. Néstor Duprey me extendieron la invitación a formar parte del grupo de personas que produciría el libro que hoy presentamos, de inmediato dije que sí. Me interesaba atender una interrogante que durante mis años de estudios universitarios y militancia política como independentista, dentro y luego fuera del PIP, se encontraba latente. La gran interrogante para mi siempre fue si al interior del Partido Independentista Puertorriqueño se había generado algún debate en torno a participar o no participar de la consulta en torno a la Ley 600-1950; y si una vez votada la aceptación del proceso constitucional que establecía la referida Ley, debía o no participarse en la convención constitucional dispuesta por dicha ley y que culminaría en la aprobación de la vigente Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Por tal razón seleccione este como tema de investigación.
A lo largo de meses fui tropezando con la falta de fuentes que me permitieran discutir el desarrollo de algún debate al interior del PIP. Confieso, estuve a punto de desistir de formar parte en el equipo de colaboradores que ha producido este extraordinario libro que hoy se presenta en el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico. Sin embargo, gracias al empuje y estímulo del amigo y compañero Néstor Duprey, modifiqué el objeto de la investigación para centrarla en los debates que precedieron y los debates posteriores en torno a la consulta en torno a la Ley 600 y su rechazo por parte de Don Gilberto Concepción de Gracia. Como expreso en el ensayo que redacté, la posición de Don Gilberto y del Partido Independentista Puertorriqueño la resumí de la siguiente manera
“Para mi sorpresa, la respuesta no giraba en torno a votar a favor o en contra en la consulta; sino expresar el rechazo a la misma; es decir, votar en contra de la propuesta o sencillamente no votar en el proceso como expresión de rechazo a la misma.”
Lo mismo sucedió con la consulta de aprobación en torno al documento constitucional una vez redactado, y pienso que también fue la posición en el proceso de ratificar los cambios introducidos por el Presidente y el Congreso de los Estados Unidos a la Constitución.
La clave de la postura de Don Gilberto la encontré en la carta que le dirige a Antonio Cordero Pérez el 21 de febrero de 1952, precisamente un año antes de yo nacer, en la cual le expresa:
“…Yo también estoy en contra del retraimiento.
Me parece que lo más adecuado es que el partido se exprese en contra de la mal llamada Constitución y deje en libertad a sus afiliados y simpatizantes para que voten en contra o se abstengan de votar. De tomarse ese acuerdo, yo acudiré a votar en contra y además haré campaña a favor de que se vaya a votar con contra…” (Énfasis suplido)
Como puede verse, ambas posturas llevaban a un mismo fin: el rechazo a la propuesta congresional y a su resultante en el proceso de Convención Constitucional. La eventual ratificación mediante el voto de la Constitución redactada, independientemente al discurso del Partido Popular Democrático y del propio Preámbulo del documento, a los efectos de que establecíamos tal constitución en el marco del ejercicio de nuestro derecho natural, creando nuestra unión con los Estados Unidos, no alteró la condición territorial de Puerto Rico.
Decía Don Gilberto en carta enviada al Secretario General de las Naciones Unidas el 23 de marzo de 1953, lo siguiente:
“Nuestra contención, fundada en las constancias legislativas del Congreso, es que la llamada ‘Constitución de Puerto Rico’ no es más que un estatuto colonial que deja a Puerto Rico como tal, territorio no autónomo, sujeto al poder absoluto del Congreso de los Estados Unidos.”
Tendrían que transcurrir varias décadas para que la Rama Ejecutiva del gobierno de los Estados Unidos en los tres Informes del Grupo de Trabajo de Casa Blanca; como también la Rama Judicial en lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en el caso Pueblo v. Sánchez Valle con relación al Estado Libre Asociado creado en 1952; y la Rama Legislativa, mediante la aprobación de la Ley PROMESA, ratificara lo que ya en 1953 había anticipado Don Gilberto Concepción de Gracia: la Constitución del ELA no es más que “un estatuto colonial.”
Pero no abundaremos en lo que discutimos en nuestro ensayo o las colaboraciones de otros/as compañeros/as; hablaremos del contenido de éste libro que hoy se nos obsequia por parte de la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano como parte de la “Colección Raíces de nuestra épica”.
En la obra se recogen 21 trabajos de los cuales 18 son investigativos, testimoniales o de análisis en torno a la figura de Don Gilberto Concepción de Gracia. En mi humilde opinión, sin desmerecer el contenido de los libros Gilberto Concepción de Gracia, En nombre de la Verdad (2007;) o del titulado Gilberto el Abogado de la Patria (2011); el texto que esta noche se presenta, es el esfuerzo más completo y abarcador sobre la figura y obra del fundador y dirigente principal del Partido Independentista Puertorriqueño hasta ahora disponible. En él, además de un excelente prólogo escrito por su Editor, el Dr. José Luis Colón González, encontrarán ustedes una detallada cronología vital de Don Gilberto; el testimonio de su hija Alma Concepción Suárez, recogido en una carta escrita por su padre a ella el 7 de julio de 1957; y un poema de su hijo, ya fallecido, el Lcdo. Gilberto Manuel Concepción Suárez.
En la carta escrita a su hija, Don Gilberto consigna lo siguiente:
“Mi vida ha sido un torbellino. Es una historia ininterrumpida de rudo batallar y he dejado, cumpliendo el precepto bíblico que cada día traiga su propio afán. He amado, he sufrido; he gozado. No creo haber odiado nunca. Creo no tener capacidad para el odio. No he acumulado bienes materiales; pero tengo dos hijos que valen un tesoro y he aprendido en mi ya largo caminar, a comprender y perdonar.”
Más adelante, el lector encontrará también la expresión en la que nuestro patriota indica:
“He sufrido mucho. Y el dolor me ha señalado la ruta de la purificación.”
¡Tal parece ser la ruta a transitar por los héroes y heroínas de nuestra Patria en su largo peregrinar en búsqueda de la libertad añorada!
El libro contiene una variedad de temas adicionales que me permito mencionar, ya sea como un reto al lector o como estímulo a su examen. Omitiendo el nombre de los/as autores/as, la recopilación contenida en la obra incluye los siguientes ensayos: (1) La colaboración de Albizu Campos, Gilberto Concepción de Gracia y Vito Marcantonio en la cruzada por la independencia; (2) Memoria y militancia en Nueva York: testimonio oral de Gilberto Concepción de Gracia, 1939; (3) Diálogo con Rubén Berríos Martínez sobre Don Gilberto Concepción de Gracia; (4) Gilberto Concepción de Gracia: a la lucha y a la victoria, 1909-1935: (5) Gilberto y la huelga universitaria de 1931; (6) Gilberto Concepción de Gracia, los Congresos Pro Independencia y la fundación del Partido Independentista Puertorriqueño; (7) Gilberto Concepción de Gracia, Luis Muñoz Marín y la fundación del Partido Independentista Puertorriqueño; (8) De La Habana a Maracay: Gilberto Concepción de Gracia en la arena política interamericana, 1948-1960; (9) La consulta en torno a la Ley 600 y su rechazo por don Gilberto Concepción de Gracia: debates que le preceden y debates posteriores; (10) Don Gilberto: el constituyente ausente y necesario; (11) Don Gilberto legislador: un vivo ejemplo para nuestro tiempo; (12) A la lucha y a la victoria: defensa de los soldados del 65 Infantería ; (13) Afirmación y resistencia cultural en Gilberto Concepción de Gracia; (14) Gilberto Concepción de Gracia y la sinfonía inconclusa de la modernización; (15) Gilberto Concepción de Gracia y el debate de Puerto Rico en las Naciones Unidas en 1953; (16) Gilberto Concepción de Gracia y su relación con la Nueva Lucha: entre la colaboración y el conflicto; (17) Concepción de Gracia en campaña, 1960-1964; y (18) El ‘off the record’ tras la asamblea de Ponce.
El libro contiene, además, a partir de su página 785, un amplio Apéndice Documental. En él se recogen escritos, declaraciones del Partido Independentista Puertorriqueño; actas de algunas de las actividades o reuniones de la organización; registros del Diario de Sesiones e índices de actas de la Cámara de Representantes y del Senado de Puerto Rico, recopiladas por el compañero Juan Dalmau Ramírez; discursos de insignes patriotas puertorriqueños sobre Don Gilberto; el programa de gobierno del PIP; y una recopilación de notas periodísticas sobre la labor de Concepción de Gracia. No puedo dejar de mencionar la abundante recopilación de fotos que testimonian el caminar proselitista del patriota en su vida política.
El 29 de septiembre de 1973 abandoné las filas del Partido Independentista Puertorriqueño, no así mi compromiso con el adelanto de la lucha por la independencia. A lo largo de las distintas trincheras de lucha en las que me ha correspondido estar, junto a tantos valiosos compañeros y compañeras, el llamado de Don Gilberto de “a la lucha y a la victoria” nos ha acompañado. Por esto hoy rindo mi homenaje personal y mi expresión de respeto y gratitud a Don Gilberto, dándole gracias por sus extraordinarias aportaciones a la búsqueda y eventual consecución de una patria libre, independiente y soberana.
Muchas gracias.
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