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La República Árabe Siria conmemora su 76 años de independencia mientras avanza en su lucha contra el terrorismo y la intervención extranjera en su territorio

 

22 de abril de 2022

La República Árabe Siria acaba de cumplir 76 años de su independencia de Francia. A finales de la Primera Guerra Mundial, como consecuencia del acuerdo conocido como Sykes-Picot, Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña, países triunfantes en dicho conflicto militar frente al derrotado Imperio Turco-Otomano, dividieron entre ellos el territorio que era conocido como la “Gran Siria”, en Siria, Líbano, Palestina y Jordania sobre los cuales ejercieron su control. El 14 de julio de 1920 el ejército francés demandó del Rey Faisal que Siria reconociera el mandato sobre su territorio por parte de Francia. A pesar de la demanda humillante aceptada por el Rey Faisal, miles de sirios dirigidos por el entonces Ministro de la Defensa, Yuzuf al-Asma, decidieron enfrentar las tropas francesas siendo eventualmente derrotados. La lucha contra Francia no culminó en ese momento, desarrollándose la misma de manera ininterrumpida, incluso bajo el gobierno de Vichy tras la ocupación nazi de Francia, hasta que el 17 de abril de 1946, concluida la Segunda Guerra Mundial, se coronara con la victoria del pueblo sirio.

 

 

Siria es un país localizado en el Medio Oriente. Tiene sus fronteras, al Norte con Turquía; al Este con Iraq; al Sur con Jordania; y al Oeste con el Mar Mediterráneo, Líbano e Israel. Como indicamos, a pesar de que Siria advino a su independencia como Estado político de manos de Francia en 1946, no fue sino hasta 1963 que adoptó su actual sistema de gobierno republicano. Su Constitución define su modelo político como una República Democrática, Popular y Socialista.

A pesar de ser un país musulmán, donde en su población de más de 19 millones de habitantes predomina la corriente musulmana suni (la cual, a diferencia de la corriente chiita, no postula el establecimiento de un gobierno teocrático basado en la ley islámica sino un gobierno secular con separación entre la religión y sus instituciones); gran parte de sus gobernantes y dirigentes militares profesan la corriente musulmana alawita, también conocida como “ansari” o “nusari”. Se trata de una especie de sincretismo religioso entre la fe musulmana y la fe cristiana donde a la vez que se asemejan a los chiitas en cuanto al reconocimiento de la figura del Imán y su función como director doctrinal de la fe; de otro lado, no se adscriben a los cinco principios del credo musulmán, incorporando elementos provenientes del cristianismo ortodoxo.

Los cinco principios del credo musulmán seguidos por las corrientes chiitas y sunis son los siguientes: (a) Sólo existe un Dios único, invisible e inmaterial cuyo nombre es Alá y Mahoma es su profeta;  (b) todo creyente en el Islam debe rezar cinco veces al día inclinándose hacia donde está localizada La Meca; (c) quien profesa la fe musulmana viene obligado a ofrecer limosna, equivalente a un 2.5% de sus ahorros; (d) todo musulmán viene llamado a ayunar durante las horas del sol en el mes del Ramadán; y (e) todo musulmán debe aspirar, al menos una vez en su vida, peregrinar hacia La Meca. La población alawita en Siria representaba a comienzos del presente siglo el 12% de su población.

Desde la presidencia de Hafez al-Assad, quien dirigió el país desde 1970 hasta el año 2000, y luego, bajo la presidencia de su hijo Bashar al-Assad, Estados Unidos incluyó a Siria dentro de la lista confeccionada por dicho país como uno de los “ejes del mal” junto con la República Islámica de Irán, y antes, a la Gran Jamahiriya Árabe Popular Socialista de Libia.

A raíz de la exitosa campaña militar depredadora de Occidente contra Libia, que culmina con la muerte de su líder Muamar el-Gadafi, Occidente puso en marcha como parte del juego imperial por el control de la región del Medio Oriente, un proyecto de desestabilización contra el gobierno constitucional sirio. La estrategia desarrollada se basó en una guerra de baja intensidad, sostenida en un conflicto interno que llevó al desarrollo de una guerra civil.

Para los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, asumido ya el pleno control de Iraq luego de la invasión al dicho país y captura y ejecución de Sadam Hussein; y habiendo colocado dentro de su órbita a las monarquías de la península árabe, en particular el Reino de Jordania y Kuwait; junto con la invasión y ocupación de Afganistán y el control de los sectores gobernantes de la República Islámica de Paquistán;  establecer un control eventual sobre Siria, representaba a su vez el aseguramiento del control imperial sobre Líbano y la organización Hezbolah. Todo este proyecto perseguía el reforzamiento de una punta de lanza en el marco de una eventual agresión sobre la República Islámica de Irán.

De completarse tal plan con el apoyo activo de Israel y Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea asumirían el control absoluto de la inmensa mayoría del territorio y los recursos naturales del Medio Oriente y Asia Central. Alcanzado este objetivo, perseguían el cierre de los accesos a la Federación Rusa y su Flota del Mar Negro hacia el Mar Mediterráneo.

En el caso de Siria, no así en el caso de Iraq, a diferencia de lo ocurrido en Libia, tanto la Federación Rusa como la República Popular China, lograron bloquear con su voto el pretendido uso del Consejo de Seguridad de la ONU en una resolución que autorizara una intervención militar directa en Siria. Por eso los Estados Unidos y la Unión Europea, con el apoyo directo de países árabes como Arabia Saudita, Qatar y Jordania de un lado; y de Israel del otro lado, han provocado  en dicho país un conflicto civil de grandes dimensiones. Éste ha transformado a Siria en un inmenso campo de batalla como parte de una guerra irregular similar, aunque en esta ocasión matizado además con el aspecto religioso bajo el Islam, al desarrollado en la década de 1980 contra el gobierno sandinista en Nicaragua. Su propósito explícito fue el derrocamiento del gobierno constitucional del presidente Bashar al-Assad, pretendiendo en lo que hasta entonces había sido un Estado político funcional, sustituirle por lo que sería un Estado fracturado y fallido.

En la agenda de sumergir a Siria en el caos, a la vez que Israel serviría como puesto de avanzada de la agenda imperialista de dominación de la región, también ese país localizado en el Medio Oriente desarrolla una política que le permita adelantar sus propios intereses.

En un artículo publicado en HISPANTV por el Dr. Kevin Barret titulado Objetivo diabólico de Israel en Siria, el autor indica que las acciones desarrolladas por Israel al bombardear blancos dentro de Siria persiguen dos objetivos principales: En primer lugar, debilitar a Siria para restarle fuerzas que le permitan recuperar la zona capturada durante la Guerra de 1967, conocida como las Alturas de Golán, y junto a ella, sus recursos de agua. Esta región, como recordaremos, con el apoyo del entonces presidente de los Estados Unidos Donald Trump, finalmente fue anexada por Israel. Un segundo asunto dentro de la agenda imperialista fue pretender balcanizar a Siria e Iraq, siguiendo el modelo practicado por la OTAN en la antigua Yugoeslavia, promoviendo conflictos religiosos y étnicos con el resultado de alcanzar un Oriente Medio más debilitado y dividido, lo que en definitiva ayudaba a los  planes de Estados Unidos y la Unión Europea  e Israel en la región.

Sin embargo, cada vez son más constantes los partes de prensa y análisis de expertos sobre los acontecimientos en la región que indican que la estrategia interna de Estados Unidos y Occidente, de armar y los grupos de oposición en Siria y de entrenar e introducir en el país miles de mercenarios, pagados y también armados por Estados Unidos y la Unión Europea, confrontó serios problemas. Poco a poco, con el apoyo de la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y las milicias de Hezbolah, el Ejército sirio fue tomando la ofensiva en los diferente frentes de guerra, colocando a la defensiva al denominado Ejército Libre Sirio y las milicias fundamentalistas mercenarias, incluyendo grupos vinculados a Al Qaeda, introducidas con el apoyo de las monarquías árabes de la región dentro de Siria como lo hicieron antes en Libia. Así, gradualmente aunque aún no en forma definitiva, el gobierno sirio fue recuperando gran parte de las zonas ocupadas por grupos opositores, mercenarios, el Estado Islámico, Turquía y los Estados Unidos.

De acuerdo con el profesor Michael Chossudovsky, en un artículo publicado para Global Research bajo el título America is Losing its Covert Syria War: U. S. Sponsored Al Nusra Rebels Defeated by Syrian Armed Forces de 12 de mayo de 2013, ya a esta altura, el ejército sirio había logrado interrumpir las rutas de suministro de armas a los grupos mercenarios entrenados por Estados Unidos de Al Qaeda, del Frente Al Nusra (Estado Islámico), infligiéndoles numerosas bajas y diezmando sus unidades de combate. Mientras esto ocurría, los Estados Unidos se convencían de que cada día era más difícil que los rebeldes y mercenarios pudieran derrocar el gobierno constitucional de Bashar al-Assad, por lo que contemplaron la opción de crear una zona de exclusión aérea, similar a la ensayada contra Iraq luego de la Guerra del Golfo de 1993; o la desarrollada contra Libia por parte de la OTAN; como mecanismo justificador para las operaciones militares futuras de esta alianza militar contra el gobierno sirio. Sin embargo, tal opción falló como resultado del apoyo militar de la Federación Rusa a petición del gobierno de Siria.

La posición expresada por la Federación Rusa, según su entonces Viceministro de Relaciones Exteriores, Gennady Gatilov,  fue  que la experiencia de las resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU para la creación de una zona de exclusión en Libia demostraron que las mismas pueden más adelante interpretarse arbitrariamente y  ser cambiadas en torno a lo que era su intención al adoptarlas para atender los intereses políticos de algunos sectores. Por esto, en esta ocasión, la Federación Rusa no dio su apoyo a la medida.

Desde la perspectiva de búsqueda de una solución política al conflicto sin la intervención militar extranjera en Siria, la Federación Rusa procuró promover una iniciativa de la cual también participara la República Islámica de Irán, el gobierno sirio y la oposición siria, que permitiera eventualmente un acuerdo que pusiera fin a la guerra civil. El Ministro de Información sirio, Omran al- Zoubi, sin embargo, fue claro y enfático, consciente de que en camino se encuentra la propuesta de una conferencia internacional en Ginebra donde Estados Unidos y sus aliados perseguirán que el presidente sirio deje a un lado el gobierno, en afirmar que su país, si bien procuraba la búsqueda de una solución del conflicto, no consentiría ninguna medida que afectara su soberanía. Al expresarse afirmó que solo es el pueblo sirio, el que tiene el derecho a determinar mediante el voto democrático, quién ocupe la presidencia del país.

TeleSur, en ocasión del aniversario de la independencia de Siria nos indica lo siguiente:

“Junto al Ejército Árabe Sirio, fuerzas militares de Rusia, Líbano e Irán, combaten al verdadero terrorismo y contribuyen a la recuperación de un país devastado por casi diez años de cruenta y sistemática guerra.

El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú, en 2017 apuntaba que unos 503,223 kilómetros cuadrados de territorio sirio que estaba dominado por el autoproclamado Estado Islámico está en manos ahora de las fuerzas gubernamentales, lo que dejaba al grupo terrorista con el control de sólo el 5 por ciento del país árabe. Desde 2015, el ejército ruso había destruido 984 campos de entrenamiento, 666 fábricas y talleres de municiones y 1,500 unidades de material bélico de los terroristas.

En marzo de 2019, el jefe del Centro ruso para la Reconciliación de las Partes en Conflicto en Siria, general mayor Víctor Kupchishin, explicó que su institución había contribuido a a restauración de 31, 300 casas, 823 escuelas y 142 centros médicos, además de reparar casi 1,000 kilómetros de carreteras. También entregaron un total de 500 paquetes de alimentos en las provincias de Al Quneitra (suroeste) y Hama (centro).”

TeleSur también desataca que para 2020 se había recuperado otros 500 kilómetros cuadrados de territorio, incluyendo pueblos y ciudades. Lo anterior, sin embargo, no supone que al presente Siria no confronte la presencia de tropas militares extranjeras no autorizadas en su territorio como son la presencia de tropas turcas en la provincias autónomas el norte de su territorio mayormente poblada por población kurda, o la presencia de bases e instalaciones militares de los Estados Unidos al noreste del país en la zona fronteriza con Iraq.

Como puede notarse, Siria tiene razones de peso para conmemorar este nuevo aniversario de su independencia. Luego de diez difíciles años intentando sobrevivir y la intervención imperialista en su territorio nacional, el país ha sobrevivido y avanza decididamente en su proceso de reconstrucción y rescate total de la soberanía nacional sobre su territorio.mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-ansi-language:ES-TRAD;}div.WordSection1 {page:WordSection1;}


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