La ofensiva militar ucraniana de agosto en Kursk: ¿llevará al fin de la guerra?
23 de agosto de 2024
El 15 de febrero de 2022 escribimos un extenso artículo titulado Actualización de la crisis político-militar entre Rusia y Ucrania. Nos referíamos a la guerra librada desde el 2014 por parte de Ucrania contra las regiones de Donetsk y Lugansk localizadas al oeste de la Federación Rusa; sus esfuerzos de secesión al proclamar su independencia de Ucrania; y su posterior integración con la Federación de Rusia. En las conclusiones que entonces formulamos señalamos lo siguiente:
“La intensificación del conflicto armado en las regiones de Donetsk y Lugansk, hasta ahora detenido por frágiles treguas, podría dispararse en cualquier momento. La situación podría llevar a una confrontación militar entre la Federación de Rusia y Ucrania que a su vez involucre otros países, en la cual sin necesariamente desplegarse y dispararse armamento nuclear, crearía una situación en la cual el costo en vidas y bienes materiales sería incalculable…”
A partir del 6 de abril de 2014 se habían desatado incidentes violentos en estas dos regiones del Dombás, similares conjuntamente en tamaño a lo que es la superficie de Suiza, habiéndose alcanzado un “armisticio” el 14 de febrero de 2015. La decisión de la población de estas dos regiones al proclamar su independencia, y a su vez, llevar a cabo una consulta dirigida a su anexión a la Federación de Rusa, lo que también ocurrió en el caso de la península de Crimea, fue rechazado por Ucrania.
El reclamo secesionista de la población de origen ruso en estos territorios, unido al Golpe de Estado en Ucrania por los sectores de la extrema derecha, unido a la decisión del nuevo gobierno de estrechar lazos con la Unión Europea solicitando su ingreso dentro de la estructura militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), crearon las condiciones para la denominada “intervención militar preventiva” rusa en la región del Dombás. Más tarde se sumarían al reclamo de independencia las regiones de Jersón y Zaporiya, también localizadas al oeste de la Federación Rusa, ampliándose la intervención militar rusa a dichas regiones. Juntas, unidas a Crimea, representan cerca del 20% del territorio de Ucrania antes de la guerra.
A raíz de la intervención armada rusa, sectores de la comunidad internacional encabezados por los Estados Unidos y la Unión Europea impusieron a la Federación de Rusia un conjunto de sanciones económicas como método de presión para forzar su retirada de los territorios ocupados. Se trata de una guerra en la cual occidente, y en particular los Estados Unidos, aspiran entre otras cosas subvencionando la prolongación del conflicto, a debilitar económica y militarmente a la Federación de Rusia procurando en un futuro evitar la integración de dicho país y la República Popular China en su enfrentamiento con occidente.
Un artículo publicado por Simons Jenkins para el periódico The Guardian el 30 de julio de 2022, reproducido por Sputnik, señalaba que “la guerra económica contra Rusia es ineficaz” y tiene consecuencias negativas para quienes imponen a dicho país las sanciones. Consideraba el autor que se trataba de “la política más contraproducente de la historia internacional reciente.” Señalaba Jenkins que como resultado de estas sanciones los “precios mundiales de la energía se disparan, la inflación aumenta, las cadenas de suministro se interrumpen y millones de personas se quedan sin gasolina, alimentos y fertilizantes.”
En su discurso del 21 de febrero de 2023, el presidente ruso Vladimir Putin indicó que Rusia recurrió a la fuerza para poner fin al conflicto en Ucrania desatado por Occidente. Señaló que Occidente había convertido a Ucrania en material desechable; recordó las guerras desatadas por Occidente en Yugoslavia, Libia, Iraq y Siria; destacó que Occidente había invertido en Ucrania en un año $150 mil millones, mientras entre 2020 y 2021 la inversión en los países pobres llegaba apenas a $60 mil millones. Aseveró que las sanciones impuestas a Rusia no eran sino un castigo para ellos mismos, reflejado en la subida de precios, pérdidas de puestos de trabajo, cierre de empresas y crisis energética.
Desde el inicio de las operaciones militares de la Federación de Rusia en Ucrania, dicho país ha insistido que su operación es una “intervención militar limitada”, dirigida a proteger sus fronteras y a la creación de zonas de seguridad; la eliminación de la infraestructura ucraniana que pudiera servir de plataforma a una agresión a su país; la desnazificación de tropas irregulares en Ucrania; la protección de los nacionales rusos en Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiya tras sus declaraciones de independencia, su integración con la Federación de Rusia; y la oposición de la adhesión sin garantías para Rusia, de Ucrania a la OTAN. Con la integración de la península de Crimea a la Federación de Rusia, este país ha logrado, además, el control de sus accesos al Mar de Azov y del Mar Negro.
En noviembre de 2023 se hizo público un Borrador de Acuerdo de Paz que había sido negociado en Turquía por Ucrania y la Federación de Rusia el 15 de abril de 2022, apenas un mes después de iniciada la guerra. Los puntos del acuerdo fueron: (a) La solicitud de Ucrania y como gesto de paz, de la retirada del personal militar ruso cerca de Kiev, (b) Disolución del gobierno y convocatoria a nuevas elecciones; (c) Neutralidad permanente de Ucrania, similar a la acordada con la URSS para su independencia; (d) Limitar las fuerzas armadas y de seguridad ucranianas a 250 mil efectivos; (e) La renuncia de Ucrania a ingresar a la OTAN o al desarrollo de fuerzas que expusieran la seguridad de Rusia; (f) Reconocimiento de la cesión legal de Crimea a la Federación de Rusia; (g) Cesión de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiya, Jersón y Járkov.
Previo al pasado verano de 2023 y durante meses, Ucrania estuvo anunciando una ofensiva en los territorios ocupados por la Federación Rusa. Primero la ofensiva se anunció para los meses posteriores al invierno, luego para el verano. En más de una ocasión Ucrania utilizó como argumento para posponer la ofensiva su espera por armamento más actualizado de parte de Occidente, incluyendo vehículos blindados, armas de mayor alcance y aviones.
La llamada “ofensiva” tuvo para Ucrania resultados desastrosos. Datos ofrecidos por el Ministerio de Defensa ruso, publicados en la página electrónica Sputnik para febrero de 2024, detallan el siguiente inventario de equipos e infraestructura militar destruida por la Federación Rusa a Ucrania, a saber: 464 sistemas de defensa aérea S-300, Buck-M01 y Osa; 14,994 tanques; 8,021 cañones de artillería de campaña y morteros; 1,219 lanza cohetes múltiples; 570 aviones; 265 helicópteros; 12,292 drones; y 18,574 unidades vehiculares.
Igualmente se ha señalado la eliminación básicamente de la totalidad de las unidades navales ucranianas y un número indeterminado de bajas, que se estimaba por parte de las autoridades militares de la Federación Rusa que desde el inicio de la “Operación Especial” en 2022 hasta finales del 2023, ascendía a 383,000 muertos y heridos. En los anteriores datos no se incluye el impacto y la destrucción generada en los combates en términos de infraestructura civil.
De acuerdo con datos ofrecidos por funcionarios rusos, en lo que va de la guerra y hasta el 19 de diciembre de 2023, alrededor de 5,800 combatientes extranjeros (mercenarios) habían sido aniquilados en suelo ucraniano, 1,427 provenientes de Polonia, 466 de los Estados Unidos y 344 del Reino Unido.
Hasta finales de julio de 2023 Estados Unidos había destinado en ayuda a Ucrania $75 mil millones, de los cuales $50 mil millones fueron en armamento y equipo militar. Se estima que la ayuda de armas y equipos por parte de Occidente a Ucrania había superado a esa fecha los $100 mil millones. Para entonces, Occidente había invertido más dinero en Ucrania que el invertido como parte del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Como todo conflicto militar, las guerras no suelen ser eternas, son conflictos temporales que tarde o temprano terminan en la mesa de negociación. Las consecuencias de la operación militar ofensiva de la Federación de Rusia frente a la operación militar defensiva ucraniana ha dejado a grandes porciones de este país en un estado caótico. Miles de estructuras residenciales, carretas, puentes, redes ferroviarias, aeropuertos, escuelas, centros hospitalarios y centros comerciales; instalaciones eléctricas y plantas productoras de gas, entre otros elementos básicos de la infraestructura del país, han sido destruidas o seriamente afectadas. Entre el personal militar y civil, se cuentan posiblemente en cientos de miles los muertos y heridos de ambos lados en la contienda. Se hablaba a comienzos de 2024 de más de 40 mil víctimas civiles fallecidas. La guerra ha significado, además por mucho, el desplazamiento o refugio de más de 7.8 millones de personas.
La continua inyección por parte de occidente de más armamento y préstamos para financiarle a Ucrania la guerra lo que hace es prolongar el conflicto. Sin embargo, aun cuando no se avizoraba a corto plazo un acuerdo diplomático que pusiera fin a la guerra; sí se habló que era posible el diseño de alguna salida que permitiera al menos un armisticio, o “la salida coreana”. Así lo expresaba Samuel Charap, en su escrito titulado An Unwinnable War, publicado en la revista Foreign Affairs, julio-agosto 2023, recordándonos las 575 reuniones en un término de dos años que tomó la firma del armisticio de 40 páginas coreano:
“…the most plausible ending is an armistice. An Armistice– essentially a durable cease-fire agreement that does not bridge political divides- would end the hot war between Russia and Ukraine but not their broader conflict. The archetypical case is the 1953 Korean armistice, which dealt exclusively with the mechanics of maintaining a cease-fire and left all political issues off the table.”
Hace exactamente un año y medio, el 22 de febrero de 2023, la República Popular China presentó una propuesta para la solución pacífica del conflicto. Esta incluía: (a) respetar la soberanía de todos los países; (b) abandonar la mentalidad de Guerra Fría; (c) cese de hostilidades; (d) la reanudación de las conversaciones de paz; (e) resolver la crisis humanitaria; (f) la protección de civiles y prisioneros de guerra; (g) mantener seguras las centrales nucleares; (h) evitar la proliferación nuclear; (i) facilitar la exportación de cereales; (j) detener las sanciones unilaterales; (k) mantener estables las cadenas industriales y de suministro; y (l) promover la reconstrucción.
El 4 de agosto de 2023 se hizo pública en la ciudad de Yeda, bajo los auspicios del gobierno de Arabia Saudita, la propuesta del gobierno de Ucrania para un Acuerdo de Paz con la Federación Rusa. Se trataba del mismo Plan de Paz anunciado previamente en la Cumbre del G-20 el 22 de noviembre de 2022. La propuesta recogía tres etapas o niveles y diez puntos. El Primer Nivel serían reuniones con embajadores acreditados en Ucrania; el Segundo Nivel con asesores de seguridad nacional y asesores políticos; y el Tercer Nivel, una cumbre mundial con líderes de los Estados en que se aplicaría la Fórmula.
Los Diez Puntos o temas de discusión propuestos por Ucrania incluyen: (a) Radiación y seguridad nuclear; (b) Seguridad alimentaria; (c) Seguridad Energética; (d) Liberar a todos los prisioneros y deportados; (e) Restaurar la integridad territorial de Ucrania; (f) Retirada de tropas rusas, cese de hostilidades y restablecimiento de fronteras; (g) Un Tribunal Internacional Especial sobre crímenes de guerra rusos; (h) Prevención del ecocidio; (i) Prevención de escalada del conflicto; y (j) Confirmación del fin de la guerra.
La propuesta del gobierno de Zelensky, sin embargo, está fuera del radar ruso. Mientras Occidente continúe armando a Ucrania, dotándole de armamento cada vez más destructivo y tecnológicamente más avanzado, la operación militar llevada a cabo por la Federación Rusa en suelo ucraniano continuará. Otras iniciativas de paz se han producido sin resultados. Mientras tanto, Occidente mantiene su apoyo irrestricto a Ucrania proveyendo cada vez más y mejores armamentos que lo único han hecho, además de prolongar el conflicto, es producirle al pueblo ucraniano una sangría en recursos y vidas de sus ciudadanos.
A comienzos de este mes de agosto, Ucrania ha dado un paso cuyas consecuencias al día de hoy son insospechadas. Como parte de sus operaciones militares, mientras el ejército ruso avanza posiciones en el Dombás en áreas que aún permanecen bajo el control de Ucrania, han desatado una pequeña ofensiva militar en la región de Kursk dentro de suelo ruso.
Coincidiendo con el aniversario de una de las batallas más decisivas durante la Segunda Guerra Mundial, librada en agosto de 1943 entre el Ejército Rojo y Alemania en Kursk, actualmente zona fronteriza entre Ucrania y la Federación de Rusia, el ejercito ucraniano lanzó una ofensiva limitada el 6 de agosto en la región atacando poblados y objetivos civiles rusos. De acuerdo con declaraciones del gobierno ucraniano el objetivo perseguido es la creación de una “zona de amortiguamiento” dentro del territorio ruso y mejorar su posición de cara a futuras negociaciones. Ucrania reclama haber ocupado 1,250 kilómetros cuadrados dentro de territorio ruso, lo que equivale aproximadamente a una novena parte de lo que es la superficie de Puerto Rico. Para que tengamos una idea de lo insignificante que es dicha ocupación de superficie, la Federación de Rusia tiene una extensión territorial de 17.1 millones de Kilómetros cuadrados. La ocupación del territorio ucraniano por parte de la Federación de Rusia, sin embargo, al presente representa el 18% de su territorio.
Mientras Ucrania obtiene un avance limitado en la región de Kursk, las tropas rusas avanzan y se desplazan en diferentes localidades en Donetsk ocupando mayor territorio ucraniano. En el inicio de las operaciones militares en 2022, la ocupación rusa de Ucrania llegó a alcanzar 161 mil kilómetros cuadrados o el 27% de su territorio. Como indicamos, al presente la ocupación rusa representa más de 86,500 kilómetros cuadrados o el 18% del territorio.
Para el 19 de agosto de 2024, según datos rusos, el total de las bajas y pérdidas materiales ucranianas desde el inicio de su ofensiva militar en Kursk ascendía a 3,460 militares, 50 tanques, 45 vehículos blindados de transporte de tropas, 25 vehículos de combate de infantería, 262 otros vehículos blindados, 115 autos, cinco instalaciones de sistemas de misiles antiaéreos, siete lanzamisiles múltiples, incluidos 3 HIMARS y 1 MLRS, 25 cañones de artillería de campaña y 4 estaciones de guerra electrónica.
La respuesta de la Federación de Rusia a la invasión ucraniana en la región de Kursk fue inmediata. Según indicó el presidente ruso, Vladimir Putin, ya no habría nada que hablar ante lo que catalogó como “crímenes de guerra” por parte de Ucrania. Señaló que Kiev había “iniciado el camino del exterminio de los propios ucranianos”.
La ofensiva ucraniana, sin embargo, ha llevado a que la Federación de Rusia cree, además de las zonas de operaciones militares ya establecidas en los frentes Sur y Este en Ucrania, la creación de otras tres zonas militares para proteger el nuevo frente Norte, cubriendo Kursk, Bélgorod y Briansk. La eventualidad de que la Federación de Rusia se plantee intensificar sus operaciones militares puede llevar una estrategia dirigida a completar la toma de Jersón y Zaporiya, pero también ampliar sus operaciones, como hiciera al principio, a Jarkov y al norte de Kiev, capital de Ucrania. Se trata de una “ofensiva” en la que Ucrania no tiene la posibilidad de prevalecer. La misma puede terminar en un tiro al pie para el gobierno de Zelensky. Las consecuencias para Ucrania pueden terminar representando la pérdida de hasta el 25% del territorio que tenía previo al inicio de la operación militar rusa.
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