Escrito por Alejandro Torres Rivera
Ponencia del autor el 14 de abril durante los actos en conmemoración del 50 aniversario de la victoria cubana en Playa Girón. La conferencia se realizó en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico.
Compañeras y compañeros:
Nos convoca esta noche el amor y el respeto que sentimos hacia el pueblo cubano al cumplirse en los próximos días el cincuentenario de la epopeya de Playa Girón.
Decía hace apenas unos días a una trabajadora cubana, oficial en uno de los sindicatos obreros que represento, que a pesar de ser Cuba la Antilla Mayor más distante con relación a nuestras costas, era para nosotros ciertamente la más cercana a la hora de eslabonar la historia de nuestros pueblos.
El Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí escribía el 14 de marzo de 1892 en una breve nota que tituló “El Convite a Puerto Rico”, lo siguiente: “Unas son en el porvenir, como han sido unas en el pasado, el alma de Lares y el alma de Yara. Unos son hoy en la preparación, como fueron ayer en la cárcel y el destierro, los cubanos y puertorriqueños. Unos han de ser en la acción, para acelerar, con el esfuerzo doble, la libertad común.”
Ya antes, en los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano, en su Artículo Primero, Martí había consignado lo siguiente: “El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.”
Esa hermandad entre nuestros pueblos, sin embargo, no surge del periodo final del Siglo 19 dentro del marco de lo que vendría a ser la Guerra de Independencia de 1895. Está ya presente en los esfuerzos iniciales de patriotas puertorriqueños y cubanos, como es el caso del Mayor General Antonio Valero de Bernabé cuando patriotas cubanos logran ponerle a salvo mientras se encontraba encarcelado en La Habana. Más adelante, entre octubre de 1823 y enero de 1824, estando ya el General Valero de Bernabé integrado en Ejército del Libertador Simón Bolívar, puso a disposición de una comisión de cubanos sus buenos oficios para facilitarles una entrevista con el General Francisco de Paula Santander en pro de una expedición que libertara las Antillas.
Esta relación también se cuaja en figuras como Juan Ríus Rivera, luchador puertorriqueño en el Grito de Lares, quien posteriormente se integra a la lucha independentista cubana en enero de 1870 durante la Guerra Larga de 1868-1878 para finalmente, bajo las órdenes de Antonio Maceo, asumir importantes responsabilidades militares en el curso de la Guerra de Independencia a partir de 1896.
Es también la solidaridad entre puertorriqueños y cubanos en el exilio, como aquella cimentada en la imprenta de Don Antonio Vélez Alvarado, desde donde se producía el periódico Patria y aquella que se desarrollaba desde el interior de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano; como también será aquella desplegada en Europa por Ramón Emeterio Betances y en América Latina por Eugenio María de Hostos.
Serían muchas páginas las que podríamos dedicar esta noche al largo proceso de relación entre las luchas de nuestros pueblos. Sin embargo, deseamos dedicar parte de nuestro tiempo a destacar la importancia de Playa Girón en lo que sería el futuro de la lucha antiimperialista y socialista en América Latina. Y es que los acontecimientos que se desarrollan en vísperas del 17 de abril de 1961, fecha en que comienza la invasión mercenaria contra el pueblo cubano, tienen su antecedente en la etapa final de la lucha revolucionaria que lleva al triunfo de la Revolución Cubana el 1ro. de enero de 1959. Documentos desclasificados revelan cómo ya, en los días finales de la lucha revolucionaria, Estados Unidos tenía definidos algunos planes desestabilizadores contra un eventual gobierno revolucionario en Cuba.
Los planes de una operación militar de gran envergadura como es un desembarco anfibio, dirigidos a establecer una cabeza de playa en territorio cubano desde donde establecer un gobierno provisional y justificar una intervención militar directa de Estados Unidos en suelo cubano, comienzan a conceptualizarse desde diciembre de 1959. Entonces, la CIA propuso el reclutamiento de exiliados con miras a entrenarlos en países latinoamericanos para llevar a cabo acciones armadas contra Cuba. A partir del 18 de enero de 1960, Allen Dulles, Director de la CIA, promueve el desarrollo de un Grupo Especializado de Trabajo (Task Force) para realizar las mismas.
Durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos efectuada el 14 de enero de 1960, Roy Rubotton, Secretario Adjunto para Asuntos Interamericanos, indicó estar convencido que no podrían llevar a cabo sus planes en Cuba con Fidel a la cabeza del proceso revolucionario. El 17 de marzo de ese año, un grupo especial del Consejo de Seguridad Nacional y el Presidente Eisenhower aprueban una operación contra Cuba que incluía: a) Constituir una fuerza política organizada en Cuba que se llamaría Frente Revolucionario Democrático; b) instalar una emisora de radio de onda corta para socavar las bases de apoyo al gobierno; c) integrar las fuerzas clandestinas dentro del país y promover la insurgencia en las montañas; y finalmente, d) desarrollar una fuerza para-militar externa para capacitar, entrenar e infiltrar las fuerzas contrarrevolucionarias en Cuba.
Entre los días de 19 y 20 de mayo de 1960 partieron a entrenamiento los primeros grupos reclutados por la Agencia Central de Inteligencia. Ya para el mes de junio, bajo los auspicios de la CIA, se unificaron las organizaciones de oposición interna en el país. En noviembre de 1960, la CIA determinó sustituir el entrenamiento que venía ofreciendo a los mercenarios para el desarrollo de la guerra de guerrillas en Cuba por entrenamientos de guerra convencional mediante el uso de una fuerza militar anfibia y aerotransportada. La llamada “Operación Trinidad”, cuyo propósito sería un desembarco anfibio y aéreo, pretendía establecer una cabeza de playa en la zona de Trinidad desde donde establecer un gobierno provisional que solicitara reconocimiento internacional y apoyo para el derrocamiento de la Revolución. Un total de 83 agentes fueron entrenados para ser infiltrados en el país y desde allí organizar las condiciones para el desembarco.
Diversas medidas económicas y políticas se tomaron por parte de Estados Unidos en los meses siguientes para allanar el camino a las acciones armadas.
Mientras el 28 de enero de 1961 se actualizan al Presidente Kennedy los planes de la CIA contra Cuba, procediendo así a aprobarlos y a ordenar siguieran adelante; el día 11 de marzo de 1961, Kennedy firma el Memorándum de Acción de Seguridad Nacional (NSAM Núm. 31) implementando la invasión a Cuba. Habiéndose seleccionado el 14 de marzo de 1961 el lugar para el desembarco y creándose el día 22 de marzo el Frente Político del llamado Consejo Revolucionario Cubano cuyo propósito sería proclamar el Gobierno Provisional una vez efectuado el desembarco, el 15 de abril un grupo de aviones B-26 piloteados por cubanos exiliados atacaron tres aeropuertos con el propósito de destruir en tierra las pocas aeronaves de combate cubanas.
El día 16 de abril, en ocasión de las exequias fúnebres de los fallecidos en los bombardeos, Fidel Castro proclama el carácter socialista de la Revolución y declara un estado de alerta general en todo el país ante una inminente agresión armada desde el exterior.
El día 17 se inicia la Invasión de los mercenarios agrupados en la Brigada 2506 en la región conocida como Bahía de Cochinos. Menos de 72 horas después, en Playa Girón, la fuerza invasora sería neutralizada por el pueblo en armas, siendo así coronada con éxito la primera derrota del imperialismo estadounidense en América Latina.
En la lucha murieron 114 mercenarios; 1,189 fueron capturados y 150 fueron rescatados; mientras el pueblo cubano sufrió la muerte de 152 combatientes y más de medio millar de heridos.
Para entender a cuáles intereses de clase respondían los participantes en la Invasión, basta conocer quiénes componían la mayoría de la fuerza invasora. Entre los 1,189 mercenarios capturados se encontraban: 100 latifundistas, 24 grandes propietarios, 67 propietarios de casas, 112 grandes comerciantes, 194 ex militares de la Dictadura y esbirros de la Tiranía; 179 acomodados, 35 magnates industriales; 112 personas clasificadas como “lumpen”. En su conjunto representaban 25,556 caballerías de tierra (una caballería equivale a 96.475 acres); 9,666 edificios de apartamentos y casas; 70 industrias; 10 centrales azucareros; 3 bancos comerciales; 5 minas; y finalmente, 12 cabarets, bares y otro tipo de propiedades.
La capacidad militar de la fuerza invasora no debe ser subestimada. Contaba con 60 pilotos, superando en una proporción de 6 a 1 la cubana;16 bombarderos ligeros; 5 buques mercantes con 36 lanchas de aluminio de 18 pies; dos buques de desembarco de tropas; 5 tanques; 11 camiones artillados; 30 morteros; 28 cañones sin retroceso; 50 lanza cohetes; 467 bazucas; 46 ametralladoras calibre 50 y 30; 9 mil fusiles y subametralladoras; 8 toneladas de explosivos, equipos de comunicaciones; 38 mil galones de combustible para vehículos y 17 mil para aviones; 150 toneladas de municiones; 24 mil libras de alimentos; 300 galones de aceite; 20 toneladas de munición calibre 50; 10 jeeps; 1 camión cisterna; 1 tractor; 1 grúa y 13 remolques. Cada mercenario llevaba suficientes municiones para tres días.
A lo anterior puede sumarse un número aproximado de 3 mil contrarrevolucionarios organizados en el país y cerca de 300 alzados en la Sierra del Escambray. Según cálculos de la CIA, se estimaba en 20 mil las personas en Cuba que servirían como base de apoyo al desembarco.
Conforme a los planes de la invasión, para el quinto día a partir del desembarco, seis países latinoamericanos con los cuales ya Estados Unidos había hecho arreglos, reconocerían al Dr. José Miró Cardona, Presidente del Consejo Revolucionario, como jefe de un gobierno provisional. Hecho tal reconocimiento, buques navales incluyendo un portaviones, junto a un batallón de la Infantería de Marina de Estados Unidos agrupados en aguas aledañas a las Islas Caimán enfilarían proa hacia Cuba en respaldo del nuevo gobierno. Toda la planificación imperial fracasó ante la voluntad heroica de los combatientes en Playa Girón.
El 24 de diciembre de 1962, mil ciento ochenta y nueve mercenarios capturados durante la invasión fueron excarcelados por el gobierno cubano y enviados de regreso a Estados Unidos luego de este país pagar en compensación al pueblo de Cuba $54 millones en medicamentos y alimento para niños.
Girón fue mucho más que una operación militar. Es el evento que precipita la definición de un proceso revolucionario, en su origen antiimperialista, como la Primera Revolución Socialista triunfante en América Latina. Girón constituye, como indicamos antes, la primera derrota político-militar del imperialismo estadounidense en América.
En el plano estrictamente político, la Revolución Cubana había ya dado respuesta a la llamada Declaración de San José impulsada por Estados Unidos y adoptada por la OEA en su reunión del 22 al 29 de agosto de 1960. En ella exigió de Cuba, someterse a la disciplina del sistema interamericano. La respuesta contundente del pueblo cubano, fue dada el 2 de septiembre de 1960 en lo que vino a llamarse Primera Declaración de La Habana. En ella, se elabora el programa antiimperialista de la Revolución Cubana a partir del legado martiano de su proceso independentista.
La derrota de la agresión imperialista del ejército mercenario en Playa Girón llevó a Estados Unidos a convocar una nueva Conferencia Económica y Social de la OEA, ésta vez en Punta del Este, Uruguay, entre los días 5 al 17 de agosto de 1961, donde anunció la creación de la “Alianza para el Progreso”. Miles de millones de dólares fueron destinados en los años siguientes a países latinoamericanos para contrarrestar el impacto ideológico de la Revolución Cubana. En la reunión de Cancilleres de la OEA celebrada entre el 22 al 31 de enero de 1962, Cuba fue expulsada con el voto en contra de México de esta organización. A lo anterior se sumó más adelante, el 3 de febrero de 1962, el decreto del Bloqueo a Cuba impuesto por Estados Unidos.
La respuesta del pueblo cubano a la Conferencia de Punta del Este fue contundente, como fue en Girón, esta vez por la vía política al aprobar el pueblo cubano la Segunda Declaración de La Habana el día 4 de febrero de 1962. El documento, dotó al pueblo cubano de un nuevo marco teórico que le permitiría a la joven revolución profundizar en su proceso socialista. Proclamando la consigna de que “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”, Fidel Castro indicó que en adelante, “los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera e irrenunciable independencia”.
A la distancia de medio siglo, los puertorriqueños y puertorriqueñas, aquellos y aquellas que hemos recibido del pueblo cubano las más indiscutibles muestras de solidaridad, rendimos también tributo a los héroes y heroínas de aquella gloriosa gesta con este sencillo homenaje. Con Martí afirmamos: “Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos… ¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes.” ¡Gloria al pueblo cubano y a su Revolución!
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