La unidad que necesitamos diseñar y estructurar entre todos los sectores de nuestro pueblo no espera un minuto más. Esa unidad no sólo es política, sino comunitaria, sindical, estudiantil, académica, ambientalista, religiosa y patriótica. Es la unidad del pueblo. El Movimiento Independentista Nacional Hostosiano se está reuniendo con dirigentes de las diversas instancias que representan intereses y sectores progresistas en Puerto Rico. Estamos impulsando la idea de la formación de una gran alianza de las fuerzas progresistas de la sociedad civil que pueda retar exitosamente el bipartidismo que hemos sufrido durante más de medio siglo.

Esos dos partidos que nos han gobernado durante las pasadas seis décadas son collares de un mismo perro. Tiene que verificarse un rompimiento con las viejas estructuras partidarias. Hacemos un llamado a la rebeldía contra las estructuras existentes; vamos a proponerle al pueblo una nueva visión de gobernar y de democracia; vamos a reorganizar la Patria y nuestra Carta Magna -la Constitución- para que tengamos un documento guía adecuado en el que el Pueblo sea el eje central, la máxima prioridad, en el que podamos confiar para organizar nuestra vida en paz, solidaridad, soberanía y justicia social.

Sin mayor demora, vamos a demostrar entre todos y todas que en Puerto Rico, también Podemos. En una colonia como la nuestra, el primer paso de ese proceso de renovación patriótica es la convocatoria a una Asamblea Constitucional de Estatus para la descolonización. Como parte de ese proceso veremos tejerse la unidad de sectores y organizaciones que jamás se hubiesen percatado de que tenía tantas cosas en común. Así veremos cómo los que atesoran nuestra identidad nacional y representación internacional a través del deporte, la ciencia y la cultura estaremos defendiendo nuestra personalidad internacional. Veremos las divisiones partidistas disiparse al afirmar que somos una nación caribeña con una cultura e idioma propios, que repudiamos la aplicación a Puerto Rico de las leyes de Cabotaje que han encarecido dramáticamente el costo de vida en el País, exigimos la libertad sin condiciones de Oscar López Rivera, exigimos libertad de comercio internacional y control de inmigración y aduanas.

Son muchísimos los asuntos en los que comulgamos como puertorriqueños y puertorriqueñas. Sólo tenemos que dejar a un lado nuestra afiliación partidaria para que estemos en condiciones de unirnos al reclamo mayoritario de un gobierno decente, patriótico, transparente y siempre guardián de los mejores intereses del pueblo sobre cualquier otra consideración.

La partidocracia, la división del pueblo en tribus partidistas, tiene que convertirse en cosa del pasado. Tiene que surgir con fuerza una nueva forma de organización que dé al traste con lo primitivo. Las organizaciones e individuos del sector progresista del país, -y los hay en el PNP, el PPD, el PIP, el PPT, el MUS y el MINH, además de en las más diversas organizaciones ambientalistas, culturales, sindicales, comunitarias y estudiantiles- tenemos que buscar puntos de encuentro donde podamos compartir coincidencias y formas de acción conjuntas. Hemos adelantado algo, pero falta mucho por alcanzar. La voluntad y el deseo de otro Puerto Rico están muy presentes en todos y todas.

Dispongámonos a trabajar para alcanzar ese otro Puerto Rico que es posible, el que nos espera para el bienestar de nuestros hijos y nietos, el que tenemos disponible si lo trabajamos como pueblo, unidos, como esfuerzo de todos y todas. Nadie nos lo va a regalar. El nuevo Puerto Rico será el resultado de años de esfuerzo y colaboración, de lucha contra el tirano y defensa de lo que vayamos obteniendo, de trazar nuevos objetivos y aspiraciones, de reclutar a los que han emigrado en busca de mejores oportunidades, de levantarnos sobre nuestros propios pies y mediante nuestro propio esfuerzo.

Nosotros estamos convencidos de que la República independiente de Puerto Rico es la mejor herramienta para revitalizar nuestra maltrecha economía y calidad de vida. Los que todavía no lo vean así necesitan de nuestra ayuda y compañía. No es cuestión de aislarnos de ellos, sino de compartir con ellos. De colaborar con ellos en todo lo que pueda beneficiar el adelanto de nuestros objetivos libertarios, de ser maestros de la lucha por la independencia. Para cumplir cabalmente con dicho objetivo, es preciso que nos preparemos como proselitistas, como maestros, que nos armemos de paciencia y tolerancia, que seamos humildes, firmes y honestos con lo que predicamos, que reconozcamos nuestros errores y los remediemos. Sólo así nos ganaremos la confianza y el respeto del pueblo y lograremos su apoyo para beneficio de todos y todas.