Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
Cuando una mayoría de los electores votó por el NO en el referéndum del pasado 19 de agosto expresó, más que la defensa de lo que está contenido en la Constitución del ELA, una aspiración de que el derecho absoluto a la fianza y la presunción de inocencia sean hechos irrefutables y definitivos en el porvenir.
Valiosa como ha sido esta manifestación de civismo, sensatez y amplitud patriótica, no podemos perder de vista que, después de todo, se trata del derecho contenido en una constitución colonial que, por lo tanto, está continuamente expuesta a la manipulación, el ninguneo e incluso a la inhabilitación de su Carta de Derechos por parte de las autoridades estadounidenses.
Obsérvese que mientras avanzaba el proceso del referéndum, en esos mismos días, siete regiones policiacas del País habían sido federalizadas por solicitud de la administración Fortuño-PNP. Eso quiere decir que en esas regiones los federales han asumido el control directo de allanamientos, arrestos y procesamientos en corte de un número indeterminado de ciudadanos acusados de cometer diversos delitos. Significa que esos acusados serán llevados a la Corte Federal, donde se les aplicarán las leyes estadounidenses que, precisamente, no contemplan el derecho absoluto a la fianza ni la presunción de inocencia, como está expresado en la Constitución del ELA. Esas personas serán entonces enviadas a la cárcel federal de Guaynabo sin derecho a fianza, es decir sumariados.
Dicho en otras palabras, que aun cuando la Constitución del ELA establece el derecho absoluto a la fianza y aun cuando una mayoría contundente de electores se expresó el día 19 de agosto en contra de que se altere ese derecho, el mismo es negado y desconocido continuamente por las autoridades federales, pues, a la hora de la verdad son la constitución y las leyes de Estados Unidos las que prevalecen impunemente.
En un arranque de temeridad y venganza luego de la derrota sufrida, Fortuño y el PNP podrían pedirles al FBI y al Homeland Security la federalización de todas las regiones policiacas, o sea, de todo el país. Consiguientemente, el derecho absoluto a la fianza y la presunción de inocencia refrendados el 19 de agosto, se harían sal y agua.
Esta situación es similar al referéndum celebrado en Vieques, en medio de la lucha contra la Marina, hace una década. En aquella consulta participó el 80% de los electores viequenses. De éstos, el 70% favoreció la salida inmediata de la Marina y el cese inmediato de los bombardeos y las maniobras en tierras ocupadas de la Isla Nena.
Como si no fuera con ellos, a las dos semanas la Marina yanqui reinició los bombardeos. Poco después los federales encarcelaron al alcalde viequense Dámaso Serrano por penetrar las tierras ocupadas. Éste había obtenido más del 55% de los votos en las elecciones generales de 2000. Así continuaron agrediendo a Vieques, sin importarle la voluntad del pueblo expresada en las urnas.
¿Cuál podría ser entonces la moraleja?
En una colonia a la manera republicana como es Puerto Rico, abundan las consultas electorales. Sin embargo, ese ejercicio participativo es coartado continuamente por las decisiones unilaterales provenientes de Washington. Se trata de una falsa democracia en la cual nosotros votamos y otros deciden.
La situación es aún más descarada en lo relacionado con la farsa plebiscitaria del próximo 6 de noviembre. Todos sabemos que se trata de una movida de Fortuño para que la gente del PNP vaya a votar ese día. El anzuelo es el respaldo a la anexión y una vez en la caseta electoral –piensa el gobernador– puede que voten por él.
Por lo demás, es una consulta no vinculante, sin ninguna consecuencia plebiscitaria y, en todo caso, podría tener alguna relevancia política.
Más allá de las limitaciones inherentes a estos procesos electorales coloniales, se trata entonces de ver qué ganancia política, si alguna, se le puede sacar a los mismos para adelantar la ruta hacia ese porvenir mencionado al principio de estas notas.
Por lo pronto, el pasado 19 de agosto demostramos firmeza de carácter, capacidad de discernimiento, madurez política y un rechazo firme al intento de imponer el miedo, el prejuicio y la mentira. Ésa es razón suficiente para celebrar mientras nos preparamos para lo que viene de frente.
* El autor es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
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