Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
La discusión desatada durante las pasadas semanas alrededor del personaje televisivo de la Comay trae a colación una vez más asuntos que merecen nuestra atención.
Algunos, como el dueño de WAPA Radio, han querido presentar el asunto como una escandalosa violación a la libertad de prensa y ha salido en defensa airada de dicho personaje. Para el empresario cubano Blanco Pi, “La Comay” es una víctima de los comunistas que ve en cada esquina.
Para muchos, sin embargo, La Comay es un personaje indeseable, promotor de insultos y humillaciones, y defensor de posiciones políticas retrógradas y entreguistas. Es la vulgaridad personificada, estridente, nada edificante, ostentadora de la pretendida impunidad que ofrece el poder manchar reputaciones y amenazar a diestra y siniestra por un canal de televisión que ha puesto a su disposición un horario preferencial.
¿Qué cosa es eso de la libertad de prensa? ¿Es que acaso en un país donde los medios de comunicación de masas son casi todos de propiedad privada y la mayoría de capitalistas extranjeros puede haber libertad de prensa? ¿Libertad de prensa, o libertad de empresa? ¿Y que hacen los capitalistas con su libertad de empresa, servir o servirse, servir o enriquecerse?
¿Desde cuándo le preocupa a los dueños de WAPA televisión el daño que le inflige ese personaje perverso a nuestro pueblo? O debemos preguntarnos, ¿es que acaso le ha preocupado alguna vez, o lo que en realidad le placen son los millones que le genera, irrespectivamente del daño que provoque? ¿Acaso no es ese el mismo canal de televisión que, mientras el país se desangra en hechos de violencia día a día, no para de transmitir películas con alto contenido violento y destructivo cada noche a las siete, para disfrute de niños y adultos, para luego venir a rasgarse las vestiduras en algún noticiero o conferencia de prensa?
Y a los anunciantes, ¿acaso les preocupa algo, más allá que promover sus productos y bombardearnos de anuncios engañosos para enriquecerse? ¿Cuál es la “ética” de WAPA TV, de la Comay, de los anunciantes? ¿Cuáles son sus “principios”?
Si esos señores han reaccionado ahora suspendiendo programas y mostrando un rostro pusilánime, es porque se han visto obligados, debido a la presión desatada por sectores de la población que ya no aguantan más, no digo a la Comay; simplemente no soportan tanta chabacanería, vulgaridad, irresponsabilidad mediática, burla, falta de respeto, insensibilidad… que no se limita al personaje de marras, sino a una radio y televisión cada día más inservible, grosera, superficial e inútil.
De eso es de lo que se trata, a fin de cuentas.
De un lado, la falsa libertad de prensa que pretende que todo se puede en nombre de la libertad de empresa, es decir, de vender hasta los clavos de la cruz, por más inmoral o inhumano que sea la manera en que se enriquezcan. De un lado la intención premeditada y pervertida de esas empresas mediáticas, de manipular la conciencia, contaminar el espíritu, enajenar a toda una población y reproducir hasta el cansancio lo peor de lo peor en materia de conducta humana.
De otro lado, un pueblo hastiado de tanta necedad, saturado de la mediocridad, deseoso y anhelante de un clima de sosiego, respeto, alegría verdadera y paz espiritual. Un pueblo que ha ido creciendo social y culturalmente, a pesar de los pesares, y que ha ido ganando capacidad de discernir entre lo deseable y lo indeseable, entre lo que le hace bien y lo que le perjudica. Un pueblo que no se chupa el dedo… Un pueblo con el que cada vez más hay que contar, pues no está dispuesto a quedarse cruzado de brazos, ante la soberbia y arrogancia de algunos.
Qué bueno que suceden estas cosas. Son señales inequívocas de vida, de sensibilidad y humanidad. Imprescindibles para pensar que un porvenir mejor es posible.
De seguro la cháchara y la tontería durarán por bastante tiempo más, que para eso están los empresarios y sus cómplices ideológicos y mediáticos. Pero están advertidos. Cada vez se las hará más difícil y cada vez será menor la impunidad con la que han actuado por tanto tiempo.
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