Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH
Han sido días de especulación y expectativa, conforme se acercaba el 19 de enero. Afloraban la incertidumbre y la esperanza. Tenía que suceder.
Y, efectivamente, sucedió. En horas de la tarde de este 17 de enero recibimos la noticia. El país entero se estremeció. El presidente estadounidense Barack Obama, como era el reclamo de tantos, ha liberado al querido compatriota Oscar López Rivera.
Por razones que todavía no son muy claras, tendremos que esperar el 17 de mayo para que Oscar salga de la prisión donde se encuentra confinado en el estado de Indiana. Pero desde ya estamos celebrando; y no solo nosotros y nosotras. La grata noticia ha llegado a todos los confines del planeta desde donde llueven las expresiones de júbilo y las muestras reiteradas de solidaridad.
Ha sido todo un pueblo el que ha estado preso por más de 35 años, por la osadía de creer y luchar por un destino mejor en libertad. Todas y todos hemos sido Oscar a lo largo de este tiempo, más allá de toda consideración. Por eso hoy al enterarnos, alborozados, nos sentimos más libres.
La lucha por la libertad de Oscar nos brinda una gran lección: si unimos voluntades desde la mayor diversidad imaginable podremos alcanzar nuestros grandes objetivos nacionales.
Hemos dado muestras inequívocas de nuestra capacidad de luchar unidos como pueblo en momentos trascendentales. Así ocurrió en la lucha por la paz para Vieques. Y aun antes en el reclamo de libertad de nuestros otros presos políticos. Así ha sido en la lucha a favor del ambiente en Peñuelas y Arecibo, y contra los nocivos gasoductos del norte y del sur. Así tendrá que ser cuando logremos ponernos de acuerdo para construir un país próspero y feliz para todos.
La comunidad internacional también está de fiesta. La noticia de la liberación de Oscar ha dado la vuelta al mundo. Oscar y Puerto Rico están hoy en boca de todos.
A partir del 17 de mayo, lo mismo en Chicago que en Nueva York, que en San Juan y en su San Sebastián del Pepino, multitudes nos movilizaremos para recibir a Oscar; para traerle a su casa.
Mientras tanto, celebremos. Que perdure el regocijo y la felicidad que provocan la liberación de nuestro hermano Oscar.
Fuente: El Nuevo Día
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