Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Catedrático UPR-RP
Triste papel el que han decidido desempeñar; el de cómplices de los enemigos de la nación puertorriqueña; el de facilitadores del capricho de quienes niegan nuestra Patria y que están entregados a los desmanes de la Junta de Control Fiscal imperial.
El gobernador Ricardo Rosselló no quiso reunirse con los estudiantes en huelga de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Dijo que estaba muy atareado con el presupuesto impuesto por la Junta de Control Fiscal que le tocaría leer en público. Sin embargo, no le faltó tiempo para reunirse con los alegados representantes de la independencia y la libre asociación en la farsa plebiscitaria del próximo 11 de junio.
¿Por qué?
Porque, en la lógica rossellista-PNP, estos falsos representantes de la independencia y la libre asociación les están entregando en bandeja de plata a los anexionistas lo que han estado buscando desesperadamente, es decir, una manera de legitimar el embeleco del 11 de junio. Un acompañamiento espurio para tratar de compensar la soledad de los anexionistas en la farsa plebiscitaria.
Iván Rivera, Michael González y Samuel Quiñones García no representan a nadie más que a ellos mismos. Han esperado alborozados su cuarto de hora, para aparecer en escena como los grandes protagonistas. Están ansiosos de “marcar la diferencia”, de ser importantes, de ser figuras públicas, de que les pongan un micrófono en la mano, les fotografíen y las cámaras de televisión se posen sobre ellos.
Triste papel el que han decidido desempeñar, el de cómplices de los enemigos de la nación puertorriqueña, el de facilitadores del capricho de quienes niegan nuestra Patria y que están entregados a los desmanes de la Junta de Control Fiscal imperial.
El movimiento independentista puertorriqueño, los sectores libreasociacionistas o soberanistas e, incluso, el Partido Popular Democrático (PPD), cada cual por razones distintas, ha llamado a boicotear la farsa del 11 de junio. En todo caso, coincidimos en la más tenaz oposición a los intentos antipatrióticos de los anexionistas y el PNP.
Es falso que el mal llamado plebiscito del 11 de junio adelante la descolonización de Puerto Rico. Es imperdonablemente peligroso darle oxígeno a una idea minoritaria y perversa como la que quieren forzar los anexionistas.
Es disparatado concederle credibilidad a una consulta que, como las cuatro anteriores (1967, 1993, 1998, 2012), no nos conduce a ningún otro lado que no sea el derroche de millones de dólares y a mayores frustraciones.
Es inadmisible ayudar a los anexionistas a producir una estadística ajena a la realidad, que luego sea utilizada por ellos para provocar la falsa impresión de que son mayoría absoluta, cuando en realidad son rechazados por la mayoría de nuestro pueblo.
Somos plenamente conscientes de que el gran problema de Puerto Rico es la subordinación colonial, sobre todo desde la invasión militar estadounidense de 1898. Pero una nación no logra descolonizarse suicidándose, al integrarse precisamente a la misma que la ha mantenido sometida al colonialismo. Y Puerto Rico es una nación.
Por consiguiente, la única opción verdaderamente descolonizadora consiste en la recuperación de la soberanía nacional, o sea, en la independencia que nos permita decidir nuestro destino en plena libertad. Eso no se logrará a través de farsas plebiscitarias, diseñadas con los dados cargados por quienes están dispuestos a venderle el alma al diablo.
En todo caso, debemos aspirar a alcanzar lo mismo que lograron los ciudadanos de las trece colonias estadounidenses, que entonces constituía una pequeña porción de Norteamérica. El 4 de julio de 1776 ellos no aprobaron una declaración a favor de la anexión a los británicos, sino una Declaración de Independencia. Ser anexionista entonces implicaba ser traidor. Ser independentista era ser un patriota.
Al igual que ellos en su tiempo, tendremos que ser nosotros, el pueblo puertorriqueño, no el Congreso ni ningún partido apátrida o sus cómplices menores, quienes alcancemos ese gran objetivo libertario, más temprano que tarde.
Fuente: El Vocero
1ro de junio del 2017
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