Escrito por Julio A. Muriente Pérez - Copresidente MINH
El pasado lunes 16 de julio el MINH convocó a una actividad de afirmación y desafío, al iniciarse la sesión legislativa. La misma consistió en anunciar que asistiríamos a dicha sesión, lo que implicaba entrar al Capitolio y ubicarnos en las gradas designadas desde tiempos inmemoriales para el público, en el tercer piso capitolino.
La afirmación consistía en reivindicar el derecho constitucional del Pueblo a asistir y observar la labor legislativa. El desafío consistía en enfrentar la decisión arbitraria de impedir la entrada del público a las sesiones por parte del presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz y más específicamente, en denuncia por los atropellos que sufrieron los compatriotas que enfrentaron la violencia y los abusos de la Fuerza de Choque el pasado 30 de junio, en ese mismo lugar.
Se unió a la actividad un grupo de compatriotas, entre ellos el presidente del Colegio de Abogados, Arturo Hernández y varios expresidentes de esa respetada institución, así como miembros y simpatizantes del MINH.
Tal y como estaba programado, el grupo intentó entrar al Capitolio a la una de la tarde, hora en que estaba anunciada el inicio de la sesión legislativa. Lo logró sin dificultad, aunque pasando por un control de seguridad indiscutidamente policiaco. Sólo a un compañero le fue negada la entrada.
Emblemáticamente, se trató del compañero Alberto Rodríguez, miembro de la Dirección Nacional del MINH y destacado dirigente juvenil; el mismo que el pasado 30 de junio intentó leer un documento inofensivo y profundo allí mismo, reclamando los derechos del pueblo a entrar a ese edificio que es suyo y que fue recibido a macanazos junto con el grupo de jóvenes universitarios que le acompañaban. ¿Qué por qué no lo dejaron entrar? Porque vestía una camisa con un pequeño logo del MINH y, portar símbolos políticos en la vestimenta, según insistieron los encargados de seguridad, está prohibido en el Capitolio.
Como quiera que sea, entramos, nos ubicamos en las gradas hasta entonces prohibidas y esperamos a que comenzara la sesión. Rivera Schatz no apareció. La senadora Nolasco presidió la sesión. El senador del PPD Eduardo Bathia solicitó un turno para saludar nuestra presencia allí, como muestra del derecho del pueblo a observar los procesos legislativos. Poco después, cuando iniciaba un turno el presunto narcolegislador Héctor Martínez, nos levantamos y nos fuimos. No era para tanto y, además, ya se había cumplido el propósito de nuestra actividad.
Más o menos media hora después de haber entrado a aquel lugar, bajamos por las escaleras de mármol, en son de victoria, nos reencontramos con Alberto y otros compañeros que se quedaron con él en la entrada y salimos satisfechos y satisfechas.
La actividad fue exitosa desde varios puntos de vista.
Desde el punto de vista mediático, fue contundente. Captó la atención nacional, incluso en la prensa escrita del día siguiente.
Fuimos dignos representantes de los derechos esenciales de nuestro pueblo, sin fanfarria y exabruptos. Simplemente disponiéndonos a entrar allí a donde la Constitución dice que se puede entrar y que un politiquero arrogante ha pretendido impedirlo.
Fue una denuncia clara y firme a los abusos cometidos contra nuestro pueblo el pasado 30 de junio y una reafirmación del respeto a nuestra dignidad.
Nuestra convocatoria tuvo oídos receptivos en un grupo de distinguidos compatriotas, que representan parte de lo mejor de este País. Ello es una muestra de respeto a nuestra organización que valoramos enormemente.
Naturalmente, no ha sido ni es nuestra intención convertirnos en los defensores de la Constitución del ELA. Tampoco sentimos una necesidad urgente de estar en las gradas del Capitolio viendo como se desenvuelve una legislatura que goza del desprecio y el rechazo de gran parte de nuestro pueblo.
Lo que sucede es que consideramos importante que defendamos cada derecho ganado, cada espacio conquistado, cada posibilidad que tengamos de afirmarnos Pueblo y Nación. Precisamente porque reconocemos el carácter complejo y accidentado de la construcción del Puerto Rico que anhelamos, que inevitablemente aflorará desde este Puerto Rico que tenemos, con sus mil y un defectos, con sus mil y una limitaciones.
Porque reconocemos que el País anhelado del futuro tendrá que irse construyendo pedazo a pedazo, que no aparecerá de súbito ante nosotros como por arte de magia, que será consecuencia de este pulceo más que centenario por existir y prevalecer al que nos ha conducido el colonialismo y, en nuestros días, su expresión más ruin, el anexionismo mediocre y entreguista que habita en ese capitolio y en otros parajes.
De manera que sentimos que hemos cumplido al llevar a cabo esta actividad tan modesta, en defensa de nuestra dignidad nacional, que de cierto modo es secuela de la gran marcha del pasado 18 de julio. Sentimos que hemos sido radicales porque hemos ido a la raíz de la contradicción democracia-antidemocracia. Y hemos prevalecido. Hasta el nuevo enfrentamiento, no deseado, pero inevitable.
Porque, eso sí, hay que seguir dando la batalla, en cada lugar, en cada ocasión, en defensa de los derechos alcanzados al precio de mucho esfuerzo y mucha lucha. Porque no se vale quedarse cruzado de brazos, ni resignarse, ni mirar para el otro lado. Es importante que los enemigos del País sepan que no cuentan con impunidad para llevar a cabo sus acciones inescrupulosas, antipatrióticas y antidemocráticas. Que estamos atentos y dispuestos a actuar, como lo hemos hecho durante el pasado año.
Cualquier lugar y cualquier ocasión es adecuada para ir edificando el Puerto Rico del porvenir. De eso se trata.
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