Escrito por Julio A. Muriente Pérez
La comunidad universitaria y el País deben expresar de la manera más firme su rechazo a la imposición por parte de la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, de la Dra. Ana Guadalupe como Rectora del Recinto de Río Piedras de la UPR, lo que constituye una flagrante provocación.
Con esa decisión unilateral y arbitraria—amparada en la antidemocrática Ley Universitaria de 1966— quedan totalmente desacreditados los comités de evaluación y consulta promovidos por la propia Junta de Síndicos para dar la falsa impresión de que toma en consideración la opinión de los universitarios. Lo cierto es que según dicha Ley, la Junta de Síndicos impone a quien se le antoje sin obligación de consultar a nadie en la Universidad, como lo ha hecho en esta ocasión.
Como es sabido, los comités de evaluación y consulta del Recinto de Río Piedras respaldaban contundentemente al Dr. Jorge Benítez para ese cargo y de manera igualmente contundente rechazaban a la Dra. Guadalupe. La Junta de Síndicos mostró absoluto desprecio a esa recomendación.
Esta nueva imposición, que en última instancia responde a los intereses de quien nombra a la inmensa mayoría de los miembros de la Junta—Fortuño y el PNP—, se suma a la imposición de rectores hecha previamente en todas las unidades que conforman la UPR.
Lejos de contribuir a que reine un clima de armonía y respeto en la Universidad, esta provocación, unida a la intención de imponer una cuota de matrícula de $800 anuales al estudiantado, genera inestabilidad y desasosiego en nuestra Universidad, de lo cual es responsable directo la Junta de Síndicos.
La Dra. Ana Guadalupe fue uno de los protagonistas principales de la administración universitaria durante la huelga escenificada hace varios meses en le UPR. Se distinguió por su actitud antiestudiantil y antiuniversitaria y, sobre todo, por ser sumisa y obediente a los dictados de la Junta de Síndicos. Ha sido precisamente esa actitud de obediencia, así como la coincidencia ideológica anexionista y su afán autoritario, lo que la ha hecho merecedora de la imposición como Rectora en propiedad.
Lo peor que podría suceder en la UPR es que tras esta nueva afrenta, no pase nada. Eso es justamente lo que buscan la coalición Fortuño-PNP- Junta de Síndicos, que reine la impunidad de sus actos, que prevalezca la paz de los sepulcros, que los universitarios se resignen, que sean indiferentes, que sientan que nada se puede hacer ante su omnipotencia.
Imposiciones como ésta forman parte de un operativo mayor, dirigido a ir disminuyendo la importancia de la Universidad como centro de debate de ideas y de inquietudes sociales, políticas, económicas y culturales. Los anexionistas se esfuerzan por achicar y ningunear la Universidad, porque saben que la misma es un centro de resistencia patriótico y nacional, de afirmación cultural y de rechazo a sus proyectos contrarios a los intereses del País.
Fortuño y los suyos quieren privatizar la Universidad, entregarla como mercancía pues, desde su visión capitalista neoliberal, todo se compra y se vende, incluso el conocimiento y la cultura. No ven en la educación superior una inversión de incalculable valor social sino un gasto del que quisieran prescindir o trasladárselo a algún comerciante universitario privado interesado.
Anticipan, por ejemplo, que la imposición de los 800 dólares de cuota provocará una estampida de estudiantes a las universidades privadas. Pero eso no les preocupa, sino todo lo contrario.
Esto que decimos no es poca cosa. Se trata—la UPR— de una institución que constituye el patrimonio cultural y educativo más valioso e importante con que cuenta nuestro Pueblo. Es un valor más que centenario, que se ha ido desarrollando con mucho esfuerzo y a pesar de la complejidad que significa forjar una universidad en una colonia.
La Universidad—no lo olvidemos ni por un instante— es propiedad de todos nosotros y nosotras. Esa propiedad la quieren destruir. La quieren achicar hasta la insignificancia. La quieren manipular como nunca antes en su historia. La imposición de Ana Guadalupe a la rectoría de Río Piedras es el capítulo más reciente de esa historia tan trágica como indeseable.
Falta ver qué vamos a hacer los dueños y dueñas de la Universidad.
*26 de octubre de 2010
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