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El desembarco del grupo guerrillero encabezado por Francisco Alberto Caamaño Deñó en 1973: algunas cinceladas históricas

18 de febrero de 2022

El 16 de febrero de 1973 cayó en combate a la edad de 41 años el coronel Francisco Alberto Caamaño Deño. Caamaño había iniciado la lucha guerrillera en las montañas de la República Dominicana tras el desembarco de su grupo guerrillero en Playa Caracoles el 3 de febrero de 1973.

Caamaño había sido, en el proceso revolucionario desatado en su país a partir del 24 de abril de 1965, conocido como la “Revolución Constitucionalista de Abril”, presidente del gobierno provisional constitucional que promovió por la vía armada el regreso a la legalidad establecida por la Constitución de 1961. Esta Constitución había sido echada abajo durante el Golpe de Estado dado por las fuerzas armadas dominicanas al presidente constitucional electo, Juan Bosch y Gaviño en 1963.

 

En los años previos a la Revolución Constitucionalista de Abril, Caamaño, hijo del General Fausto Caamaño Medina, quien fue un importante militar durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo llegando a ocupar el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas, se desarrolló como militar destacado al servicio de su país comandando el llamado cuerpo de los “Cascos Blancos” de la Policía Nacional. Los Cascos Blancos era una especie de Fuerza de Choque de la policía dominicana en esos años.

Al estallar la Revolución Constitucionalista de Abril, Caamaño se incorpora a las filas de los revolucionarios que, habiendo tomado las armas depositadas en la Fortaleza Ozama, impulsaban en regreso al orden constitucional quebrantado por el Golpe de Estado. El producto del Golpe fue la instauración de un Triunvirato cívico-militar.

El 26 de abril tropas del Centro de Entrenamiento de la Fuerza Aérea (CEFA) ubicadas en la Base Aérea de San Isidro cercana a la capital, atacan por aire el Palacio Nacional mientras unidades blindadas provenientes de la misma instalación militar, bajo el mando del general Elías Wessin y Wessin, se desplazaban hacia el Puente Duarte, que cruza el Río Ozama. Allí la población se había agrupado para impedir el acceso por tierra de los militares a la ciudad. Varios oficiales constitucionalistas bajo la dirección de un coronel de nombre Francisco Alberto Caamaño Deñó, se dirigieron a organizar al pueblo para la defensa del Puente Duarte. Ese coronel, que en aquel momento se convirtió en símbolo de la defensa de la soberanía nacional del país y en portaestandarte del respeto a la Constitución derogada por los golpistas, será varios días después juramentado como Presidente Constitucional provisional en momentos en que la Capital Dominicana era objeto de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Tras la intervención estadounidense en el conflicto a partir del 28 de abril de 1965 y el envío a República Dominicana de alrededor de 42 mil efectivos de la Infantería de Marina y la 82 División Aerotransportada, lo que en su origen fue un levantamiento popular armado para el regreso de la Constitución, se transformó en una revolución de resistencia nacional ante la realidad de una invasión imperialista al país. Convocado en medio de la intervención armada de los Estados Unidos a una reunión en la embajada estadounidense en la capital, Santo Domingo, en la cual el embajador estadounidense le conmina a la rendición, la respuesta de Caamaño fue que no se rendirían y que pelearían hasta el final.

El 3 de mayo de 1965 el Congreso Nacional constituido por las fuerzas constitucionalistas le nombra Presidente Constitucional tomando posesión del cargo al día siguiente. Desde su posición como presidente, Caamaño asume las funciones de gobierno y desde las mismas conduce la guerra contra la intervención de los Estados Unidos. En la ocupación de la capital dominicana por las tropas estadounidenses, se encontraba también una fuerza menor de intervención enviada por otros países del Hemisferio. En ella se pretendió dar la impresión ante la opinión mundial de que, ante los sucesos intervencionistas Estados Unidos no violaba la soberanía nacional dominicana sino que se había activado el Tratado Interamericano de Defensa y como tal, se había enviado a territorio dominicano una fuerza militar interamericana, justificada bajo los términos de dicho Tratado para restablecer el orden en el país.

La resistencia de los militares constitucionalistas y del pueblo en armas frente a la invasión norteamericana se extendió hasta el 31 de agosto, fecha en que las partes beligerantes suscriben el “Acta Institucional” que puso fin a la guerra. El 3 de septiembre Caamaño renunciaría a su cargo como presidente provisional, asumiendo la dirección del país Héctor García Godoy con la encomienda de reconstruir el Estado disuelto tras el Acta y organizar el regreso a un Gobierno Civil electo por el pueblo.

En su mensaje al país, con el mayor decoro y con el reconocimiento por parte de decenas de miles de dominicanos que se reunieron para escuchar su último mensaje como presidente, Caamaño fue enfático al señalar que, si bien en el esfuerzo heroico del pueblo dominicano por restaurar el orden constitucional y la soberanía nacional de la patria dominicana no había podido vencer, tampoco el pueblo dominicano había sido vencido. La agenda de la Revolución gloriosa de abril de 1965 estaría aún incompleta.

El 16 de julio de 1966 Joaquín Balaguer, un ex vicepresidente del país bajo la Dictadura de Trujillo, en elecciones amañadas y realizadas con la intervención directa del Departamento de Estado de Estados Unidos, donde el Gobierno de Puerto Rico fungió como instrumento útil y testaferro de los intereses de Estados Unidos, derrotaría las aspiraciones para el regreso de Juan Bosch a la presidencia.

En los doce años durante los cuales se prorrogaría el gobierno de Joaquín Balaguer, este siniestro personaje sobreviviente de la dictadura trujillista, aseguraría para Estados Unidos la protección de sus intereses e inversiones; y claro está, asumiría la represión contra las fuerzas de la izquierda dominicana. Durante su mandato presidencial el gobierno encabezado por Joaquín Balaguer cobraría la vida de múltiples luchadores constitucionalistas que sobrevivieron la Guerra de Abril junto a una nueva camada jóvenes luchadores. A ello se suman cientos de luchadores encarcelados, torturados, desaparecidos y exiliados.

A su salida, Caamaño viajó a Inglaterra donde participó como funcionario en la Embajada  dominicana en este país, luego de lo cual, termina su periplo en Cuba en 1967. Allí se encontraban decenas de ex combatientes dominicanos, mayormente del Movimiento Popular Dominicano, del Movimiento 14 de Junio y del Partido Comunista Dominicano. Eran tiempos en que las fuerzas de izquierda debatían sobre las corrientes ideológicas al seno del movimiento comunista internacional y donde entre las opciones de lucha destacaba el desarrollo del foco guerrillero. Cuba por su parte, como antes en la década de 1950, ponía a disposición de la lucha revolucionaria su solidaridad. Un grupo de militantes del MPD ya entrenaba en la provincia de Pinar del Río para un eventual esfuerzo guerrillero que les llevara a retomar la lucha en la República Dominicana. Es en ese contexto en el cual Caamaño se impone como principal dirigente de los revolucionarios que se proponían desarrollar el esfuerzo guerrillero en su país de origen. En el proceso, aquel coronel constitucionalista había alcanzado un gran desarrollo ideológico en el cual los elementos de defensa de la dignidad nacional, el antiimperialismo y las ideas del socialismo habían comenzado a fructificar en un mismo prisma.

Dentro del marco de diferencias políticas e ideológica que crearon divisiones y bajas organizativas en el proyecto libertario, se fue articulando un proyecto guerrillero del cual apenas participarían en el desembarco de febrero de 1973 en Playa Caracoles Caamaño y nueve combatientes. Trece días luego de ocurrido el desembarco, el día 16 de febrero, portavoces de las Fuerzas Armadas daban la noticia de la caída en combate de Caamaño junto a dos de los integrantes de la columna guerrillera en la sección del territorio conocida como La Horma de San José de Ocoa, Heberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas.  El mote que las Fuerzas Armadas le habían dado a Caamaño en sus comunicaciones en clave, se referían a él como “el coco mayor”, (cuco en nuestra jerga puertorriqueña).

Su cadáver fue expuesto a los periodistas dominicanos por varios mandos militares, entre ellos Ramón Emilio Jiménez, Secretario de las Fuerzas Armadas; el mayor general Enrique Pérez y Pérez, y el brigadier general Juan René Beauchamp Javier. A pesar de que se indica  que su muerte ocurrió en combate, algunos testimonios señalan que fue capturado, herido y posteriormente fusilado.

Hay quienes indican que luego de ser fusilado, su cuerpo fue descuartizado y los restos quemados. Sin embargo, el 24 de abril de 2013, lo que se entiende pudieran haber sido sus restos, fueron trasladados al Panteón de la Patria, donde reposan los grandes héroes en la historia dominicana, incluyendo nuestro Eugenio María de Hostos. Se indica por otra parte que pruebas hechas de ADN a tales restos no permiten confirmar sean los restos del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Del grupo guerrillero encabezado por Caamaño, tres combatientes sobrevivieron: Hamlet Herman, su sobrino Claudio Caamaño  Grullón y Toribio Peña Jáquez.

Manuel Matos Moquete, en su libro Caamaño: La última esperanza armada, con sentido crítico señala:

“Y es conmovedora a la vez que horrible y piadosa, la cadena de conflictos que culminaron con la derrota de la esperanza que Caamaño significó para nuestro país. Preguntas importantes aguardan respuestas sobre ese episodio crucial de nuestra historia contemporánea.

A lideres políticos Caamaño le propuso alianzas, desde su llegada a Cuba. La desintegración del contingente de Caamaño en Cuba es también un secreto que muchos de los que hoy están por las calles conocen. Hubo responsables y víctimas en ese exilio cubano; dominicanos fueron a la cárcel y hubo también muerte… Los cubanos fueron testigos y protagonistas de este importante segmento de la historia dominicana.

En nombre de nuestro pueblo y de la misión pública de Caamaño, hay que levantar el tabú, el secreto, contar…Aunque, nadie espere encontrar respuestas a éstas y a tantas otras preguntas que buscan develar el misterio del destino infausto del Caamaño guerrillero. Aquí sólo importa, por ahora, expresar una vivencias que en sí significan grandes logros de la conciencia de nuestra generación.”

Con posterioridad a su muerte se han publicado libros en torno a su figura como el antes citado, al igual que el Diario de la Guerrilla titulado Playa Caracoles, escrito por Hamlet German, que nos ofrece un día a día del esfuerzo guerrillero, desde el desembarco hasta la captura del autor y Claudio Caamaño, como también otro interesante texto titulado El Guerrillero y el General, donde se recogen los testimonios de Hamlet German y el general a cargo de las operaciones militares del gobierno dominicano contra el grupo guerrillero. En este se lleva día a día el relato de qué ocurría de cada lado durante el desarrollo del esfuerzo guerrillero.

A la memoria del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y los combatientes que le acompañaron en este esfuerzo guerrillero, nuestro mayor respeto y agradecimiento.


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