3 de junio de 2022
En política, nunca la última palabra está dicha, más aún si se trata de anticipar resultados electorales en escenarios complicados. Así podríamos caracterizar el resultado de la primera vuelta efectuado en las elecciones presidenciales del pasado 29 de mayo en Colombia.
Previo a los comicios, si bien las encuestas daban por ganador a Gustavo Petro (Coalición Pacto Histórico) con un 40% de los votos en la primera vuelta, aunque no por el porciento que haría innecesaria una segunda vuelta electoral; lo cierto es que la gran sorpresa la encontramos en lo que respecta a la segunda y tercera candidatura en el orden de los votos obtenidos. Las encuestas daban por segunda en votos la candidatura de Federico Gutiérrez (Coalición Equipo por Colombia) con un 24% de los votos; mientras la tercera candidatura la tenía Rodolfo Hernández (Liga de Gobernantes Anticorrupción) con un porciento estimado en votos de entre 12-18%. Contrario a lo esperado, Hernández llegó en segundo lugar con el 28.15% de los votos, mientras que el oficialista uribista Gutiérrez obtuvo el 23.91% de los votos.
Para Petro, el resultado de esta primera vuelta representa un incremento en el número de votos de 25.08% en las elecciones presidenciales de 2018 al 40.32% obtenido en la pasada primera vuelta electoral. Igualmente, el resultado de los votos obtenidos por Federico Gutiérrez, candidato oficialista, representa una disminución en votos de 39.14% obtenido por el actual presidente en las elecciones de 2018 al 23.91% de votos obtenidos por Gutiérrez en esta primera vuelta.
Se dice que en una primera vuelta, el elector expresa su simpatía por su candidato votando por él/ella; mientras que en una segunda vuelta, el elector se define por quién no quiere que salga electo, apostando al candidato que pueda derrotarlo. Es por esto que no es de extrañar que entre las primeras manifestaciones de Gutiérrez aceptando su derrota, haya comprometido su endoso con su opositor Hernández.
Ideológicamente, Hernández y Gutiérrez están más cercanos entre sí que lo que cada uno se encuentra con relación a Gustavo Petro, quien en la década de 1970 perteneció a un esfuerzo guerrillero urbano conocido como el MR-19. En Colombia, la derecha, sea uribista o populista, sigue siendo una derecha sostenida por la oligarquía y el gran capital nacional y transnacional.
En las últimas tres elecciones presidenciales en Colombia, se ha marcado una tendencia a reducir el porciento de abstención en las elecciones. Véase en 2014 un 52%, en 2018 un 46% y en las recientes elecciones, un 47%. Existen distintas aproximaciones en torno a cuándo comparecen más electores a votar, si en primera o segunda vuelta, aunque en el caso de Colombia, en particular en estas elecciones, podría ser una mayor participación, ello impulsada por dos factores principales:
(a) En Colombia se encuentran inscritos 38 millones de ciudadanos aptos para votar de los cuales en las pasadas elecciones votaron el 53% de los electores. Dependerá de los esfuerzos que haga cada parte por movilizar ese 47% de electores que no participaron en la primera vuelta un gran reto.
(b) El Colombia, de esos 38 millones de electores, entre las edades de 18 a 28 años se encuentran 9 millones. Dependerá de las estrategias que se desarrollen por los dos candidatos en la segunda vuelta la captación de ese voto joven.
Un dato que destaca en el marco de esta primera vuelta es el hecho de que de los tres candidatos que más votos sacaron, los tres habían sido en el pasado alcaldes de importantes ciudades. Petro, en Bogotá; Hernández en Bucaramanga y Gutiérrez en Medellín. Las zonas donde cada candidato obtuvo mayor número de votos también es significativa: Petro en la zona del Pacífico y sur de la república; Hernández en la zona central montañosa del país y Gutiérrez en la zona cercana al uribismo en torno a la ciudad de Medellín.
En la segunda vuelta se enfrentan también dos programas de gobierno:
(a) De parte de Petro, se encuentra su promesa de transformar el sistema económico prevaleciente en Colombia, aunque no a partir de cambios radicales en la estructura del país, sino mediante programas de reformas que disminuyan la desigualdad, ampliación de los programas sociales; el cese de la explotación petrolera; un cambio de orientación en las políticas económicas hacia la agricultura e industria; el reajuste en las relaciones entre Colombia y los Estados Unidos; cambios en el enfoque de la lucha contra las drogas; y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Bolivariana de Venezuela.
(b) De parte de Hernández, su anunciada lucha contra la corrupción; establecer un estado de emergencia por espacio de 90 días; invertir en la infraestructura del país; y en el mejoramiento de la calidad de vida en los barrios marginales.
Un escenario nuevo e interesante de cara a la segunda vuelta es la participación de dos mujeres como candidatas a la vicepresidencia del país: Francia Márquez y Marelen Castillo.
Márquez es un abogada de 40 años que tuvo su primer hijo a los 16 años, trabajó en las minas de oro para procurar su sustento, trabajó también como empleada doméstica; es activista ambiental proveniente de la región del Cauca. Fue galardonada con el premio Goldman Environmental Prize, considerado el “premio nobel ambiental”. Márquez es una mujer afrodescendiente.
Castillo por su parte, labora como docente en la Nova Southern University y el Politécnico Indoamericano y otras instituciones de educación superior. Ha laborado como consultora del Ministerio de Educación de Colombia. En Colombia se le considera una persona afrodescendiente.
Uno de los problemas que arrastra Colombia en estos momentos es el incremento en la pobreza. Se estima en 21 millones el número de colombianos que viven en la pobreza y la pobreza extrema. Solamente en el año 2021, hubo en estos dos renglones un aumento de 3.6 millones y 3.1 millones respectivamente. El índice de ingresos bajo el nivel de pobreza en Colombia es de $93.00 mensuales. El factor pobreza se ha visto agravado como resultado de la pandemia de la COVID-19. Para los colombianos, el desempleo, los bajos salarios, los altos costos en la educación y la violencia, son aspectos que forman parte de la cotidianidad. Colombia es uno de los países con mayor desigualdad social y económica en América del Sur.
De cara a la segunda vuelta no podemos dejar fuera de la ecuación la política de los Estados Unidos hacia el país y su futuro gobierno. En Colombia, desde el año 1998, coincidiendo con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, bajo la presidencia de Andrés Pastrana, se llevaron a cabo dos procesos que, aunque aparentemente contradictorios, tenían un propósito similar. Por un lado, el gobierno de Pastrana dio inicio a una iniciativa de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP); con el Ejercito de Liberación Nacional (ELN), creándose una “zona de despeje” donde estas guerrillas ocuparon el territorio y establecieron su propio sistema de gobierno mientras se conducían negociaciones.
Por otra parte, el gobierno colombiano y el estadounidense establecieron acuerdos para el desarrollo del llamado Plan Colombia, donde bajo la premisa de la lucha contra el narcotráfico, se modernizaron las fuerzas armadas colombianas, se modernizó el aparato policial y las agencias de seguridad, se dotó a Colombia de nuevos armamentos y equipos militares creando así una relación asimétrica entre las fuerzas armadas de Colombia y la Fuerza Armada de Venezuela. Más adelante, además de la presencia de cientos de asesores militares y de interdicción, Colombia cedió a los Estados Unidos derechos sobre al menos 7 instalaciones militares que al presente siguen manteniendo en suelo colombiano. Ha sido Colombia, la plataforma militar desde donde los Estados Unidos han conducido su guerra sucia contra Venezuela.
Las posibilidades de un cambio de timón en la gobernanza de Colombia se encuentra íntimamente ligada a los planes que para Colombia mantengan Estados Unidos donde el factor a considerar, además de la situación interna en el país, estaría el factor geopolítico de intervención de los Estados Unidos en la región.
No deja de ser igualmente interesante el señalamiento hecho por Orlando Ochoa-Terán en su escrito titulado La traición favorita de Uribe para salir de Fico, publicada en EN El Nacional el 1 de junio de 2022. Allí indica:
“En el mundo de las manipulaciones electorales sofisticadas, la ‘traición favorita’ o el ‘voto estratégico’, también conocido como voto ‘táctico’ o ‘insincero’, ocurre cuando un número de electores son inducidos a emitir votos que no reflejan sus preferencias sinceras, con la esperanza de que esta reorientación obtenga un mejor resultado al final de la contienda.”
Se trata, según razona el autor, de cómo se altera una elección cuando el elector da su apoyo a otro candidato, “pero en la misma órbita de sus preferencias”, donde votando por ese otro candidato que no es el suyo, se posiciona en un mejor escenario en el cual el segundo tenga la posibilidad de ganar que el primero, el suyo, no tendría. Indica que esto es lo que ha hecho Uribe y sus seguidores con Federico Gutiérrez que no viéndolo como candidato con el potencial de ganarle a Petro en una segunda vuelta, prefirieron sacrificar su propio candidato en la primera para asegurar un potencial triunfo con otro candidato en la segunda vuelta. De ahí que un gran bloque de electores uribistas, le hayan dado el voto a Hernández en la primera vuelta con la expectativa de derrotar a Petro en la segunda vuelta.
Concluye el autor indicando que la “hoja de vida de Uribe, publicada por el Washington Post y suscrita por el periodista Felipe Restrepo Pombo, nos muestra a un hombre sagaz y capaz de cualquier maniobra para preservar el poder de su casta, la que ha gobernado a Colombia desde la independencia”.
La segunda vuelta electoral está pautada para ser llevada a cabo el próximo 19 de junio. Ciertamente se trata de un breve espacio de tiempo entre la primera y segunda vuelta, lo que limita el tiempo para la discusión, negociación y acuerdos con sectores distintos de cara al segundo evento. Se indica que en el contexto colombiano esta situación es más positivo para la derecha que para la izquierda.
Ya veremos cómo se acomodan los números de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia el próximo 19 de junio.
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