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Afganistán un año después de la debacle estadounidense en este país y el regreso del Talilbán al gobierno

19 de agosto de 2022

Para muchos puertorriqueños/as la caída del gobierno de Afganistán en manos de los talibanes fue una sorpresa. El cálculo hecho por el gobierno de los Estados Unidos, anunciado el 29 de febrero de 2020 tras los acuerdos negociados en Doha, Qatar por la administración de Donald Trump y el Talibán, sin embargo,  ya anticipaba la retirada de un remanente de 9 mil efectivos militares estadounidenses en suelo afgano de lo que fue en un momento dado la presencia de 110 mil tropas de combate.  El acuerdo incluía, además, la retirada de alrededor de 8,500 soldados de 37 nacionalidades que formaban parte del contingente de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), todas ellas en un plazo no mayor de 14 meses.

Las negociaciones entre los Estados Unidos y el Talibán habían dado inicio en el 2018. Los acuerdos alcanzados en 2020 incluyeron el compromiso de los talibanes de no permitir que Al Qaeda volviera a operar dentro del territorio afgano controlado por ellos.

 

 

 

Por lo tanto, la gran sorpresa no fue que el Talibán regresara al poder en Afganistán, sino la velocidad con que se vino abajo todo el andamiaje del gobierno afgano respaldado por los Estados Unidos y la OTAN, y la captura del Talibán en pocos días de las principales ciudades y regiones del país. No debemos olvidar que cuando el presidente Joseph Biden anunció el retiro de tropas estadounidenses de Afganistán, el Talibán sólo controlaba 70 de los más de 220 distritos con que cuenta el país. Un mes después, básicamente el Talibán controlaba la totalidad del país menos el aeropuerto de Kabul.

La caída del gobierno afgano, sostenido sobre los hombros de los Estados Unidos y la OTAN, se vino abajo al colapsar el 15 de agosto de 2021. Para entonces la situación en Afganistán era sumamente compleja, como compleja también fue la formación de un nuevo gobierno por el Talibán.

El Talibán (movimiento de los jóvenes en lengua pastún), es una facción militar fundamentalista islámica dentro de la corriente musulmana suni. Se distinguió en su origen como una agrupación de jóvenes con un amplio respaldo del gobierno de Arabia Saudita y de los Estados Unidos, quienes libraron la guerra de guerrillas contra la presencia militar de la Unión Soviética en respaldo al entonces gobierno afgano. Desde muy temprano, promovieron la instauración en su país de una gobierno teocrático, regido por la ley islámica.

Tras el retiro de la presencia militar soviética y la caída del gobierno que este país respaldaba, los talibanes tomaron el control de Afganistán y establecieron allí un régimen fundamentalista islámico. Su gobierno rechazaba todo vestigio de occidentalismo, lo que incluyó prohibir la televisión, la música, el cine, el uso de maquillaje por parte de las mujeres y cursar estudios en las escuelas a las niñas mayores de 10 años. Bajo su gobierno se llevó a cabo la destrucción de importantes piezas arqueológicas y monumentos asociados a religiones y civilizaciones pasadas en la historia de Afganistán. Fue común durante su régimen la práctica de llevar a cabo castigos corporales públicos a personas acusadas de delitos, incluyendo el adulterio. Los avances sociales alcanzados décadas antes por las mujeres afganas en el pleno ejercicio legal de sus derechos fue abolido. Fue un régimen de oscurantismo y retroceso social en el plano de las libertades civiles.

Ya desde el poder, el gobierno del Talibán brindó refugio a excombatientes yihadistas que lucharon contra la presencia soviética en Afganistán organizados por Osama Bin Laden en células que impulsaban llevar la guerra santa islámica y el terrorismo contra países occidentales. Entre estas células se incluían organizaciones como Al Qaeda, el Yihad Islámico de Egipto, el Movimiento Islámico de Uzbekistán y sus contrapartes en Paquistán y en otros países. El Talibán permitió el uso del territorio afgano para el entrenamiento y formación de combatientes que luego serían dispersados en células operativas en alrededor de 60 países.

Algunas de estas células tomaron parte en los ataques a las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York y el Pentágono aquel 11 de septiembre de 2001, así como el secuestro de una aeronave que fue derribada en Pennsylvania por aviones de combate de los Estados Unidos. Fueron estos sucesos los que precipitaron el ultimátum dado por el gobierno de George Bush al gobierno del Talibán, que eventualmente llevará a la intervención de Estados Unidos y sus aliados contra el gobierno de Afganistán a partir del 7 de octubre de 2001.

Tras  casi 20 años de presencia militar de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Afganistán, el saldo del conflicto fue de decenas de miles de muertos y heridos. Más de 2,500 militares estadounidenses y cerca de 5 mil contratistas se cuentan entre los fallecidos. A lo anterior se suman 20 mil soldados estadounidenses heridos; miles de muertos y heridos de militares de otras nacionalidades occidentales adscritos a fuerzas de la OTAN; más de 70 mil soldados y 78 mil policías afganos muertos; y cerca de 85 mil talibanes muertos. Este fue el saldo de casi dos décadas de conflicto. A lo anterior se suman también decenas de miles de civiles afganos muertos y heridos, junto a millones de civiles desplazados y refugiados.

Se ha discutido también el papel jugado en el desenlace de estos sucesos de la República Islámica de Paquistán y de la República Islámica de Irán. Si bien la corriente musulmana mayoritaria de Paquistán es suni; y en el caso de Irán, siendo una nación persa es chiita, en cuando a Afganistán, hay intereses comunes de parte de estos dos países en sus respectivas fronteras. En ellas segmentos de su población comparten etnias, por lo que en la geopolítica de la región, ambos países limítrofes han procurado mantener buenas relaciones con las poblaciones afganas en sus respectivas zonas fronterizas.

Otro elemento que se discute es el que siendo Afganistán un país extremadamente pobre, en su subsuelo se encuentran importantes depósitos de cobre, hierro, oro y litio, éste último tan importante para la producción baterías en equipos de alta tecnología y en las comunicaciones. Afganistán también posee importantes recursos de agua que impactan amplias zonas en sus países vecinos, además de ser un punto geográfico de importancia para el transporte de gas natural y para el desarrollo comercial por parte de la República Popular China de la llamada  “Ruta de la Seda”.

Se especulaba inicialmente el carácter que asumiría un nuevo gobierno del Talibán señalando que sería distinto a las características que tuvo el anterior régimen. Sin embargo, se trataba específicamente de especulaciones. De hecho, quienes pensaban que lo que ocurriría en Afganistán luego de la caída de su gobierno sería la creación de un gobierno de transición y transacción entre las distintas corrientes de pensamiento y entre las distintas facciones tribales, no tomaron en consideración expresiones previas del Talibán a los efectos de que su propósito era establecer su propio gobierno, ganado en la lucha de dos décadas contra la intervención extranjera y sus aliados al interior del país.

Sultan Barakat, profesor especialista en conflictos y estudios humanitarios en la Fundación Qatar, adscrita a la Universidad Hamad Bin Khalifa y profesor honorario de la Universidad de York, en su escrito titulado The Taliban’s year one report card, indica algunos aspectos positivos atribuibles al gobierno del Talibán el pasado año: (a) ha mejorado la situación de seguridad en el país como resultado de la terminación oficial de la lucha armada entre distintas facciones, la declaración de una amnistía general de toda persona de la oposición política y militar y el recogido de armas; (b) el establecimiento de una sola autoridad en el país luego de más de 40 años de luchas entre los señores de la guerra; (c) el mantenimiento de buenas relaciones con los países vecinos; (d) la protección de las instituciones públicas, incluyendo el aparato de seguridad, donde se han reclutado 100 mil jóvenes para el ejército y 180 mil para la policía nacional, muchos de ellos antiguos combatientes del Talibán; y (e) incremento en las recaudaciones de impuestos ascendentes a más de $100 millones al mes.

Entre los aspectos negativos durante el pasado año que destaca el autor se encuentran: (a) una devastadora situación económica, agravada por el cese de la billonaria ayuda internacional antes destinada a proyectos de desarrollo que impactaban áreas como el empleo en el sector público; (b) la congelación por parte de los Estados Unidos de cerca de $9 billones en reservas del gobierno afgano en el extranjero con el propósito de destinarlas a compensaciones de las familias de víctimas el 9/11; (c) la amenaza de una hambruna como resultado de la pérdida de cerca de $1 billón en ayuda humanitaria,  señalando que el 97% de la población  podría caer en niveles de pobreza para finales del año en curso donde el 37% de las familias no tendrían dinero para cubrir sus gastos alimentarios y el 33% sólo podría cubrir sus gastos alimentarios pero nada más; (d) más de 1 millón  de personas han perdido sus empleos; (e) la adopción de medidas regresivas que han conllevado la pérdida de derechos a las mujeres, principalmente en el acceso a la educación; y  (f) la pérdida de libertades como las de prensa, expresiones culturales y participación política.

Como indicamos, bajo los Acuerdos de Doha de 2020 entre el gobierno de los Estados Unidos y el Talibán, este último se comprometió con no permitir la presencia en suelo afgano de organizaciones terroristas como Al Qaeda, ni proveerles refugio o santuario a éstas. Sin embargo, recientemente fue dada a conocer por parte del presidente de los Estados Unidos la operación encubierta llevada a cabo en suelo afgano en clara violación de la soberanía nacional de dicho país, que trajo como resultado la muerte del dirigente principal de Al Qaeda, Ayman al-Zawariri, quien vivía en una casa de seguridad en Kabul, alegadamente perteneciente a la Red Haqqani, y asociada con el Ministro del Interior de Afganistán.

Se indica que al-Zawariri asumió la dirección de Al Qaeda tras la captura y muerte de Osama Bin Laden. Se le vinculaba con distintos actos de terrorismo contra los Estados Unidos, incluyendo los sucesos del 11 de septiembre.

La Red Haqqani opera mayormente en Afganistán y el noroeste de Paquistán. Deriva su nombre de una “madrasa” (escuela de formación religiosa islámica), administrada entonces por Jalaluddin  Haqqani  localizada en Paquistán. En la década de 1980, durante la Administración de Ronald Reagan, esta Red estuvo financiada por la CIA como parte de la lucha contra la presencia soviética en Afganistán. En 2012, sin embargo, los Estados Unidos clasificaron esta organización como “terrorista”.

Indica Sultan Barakat en su escrito que para algunos observadores,  aunque no puede hablarse de que las relaciones entre los Estados Unidos y el Talibán fueran sostenidas en la confianza mutua sino sobre bases estrictamente pragmáticas, “el asesinato, que deja expuesto los lazos entre Al Qaeda y el nuevo liderato afgano, podría llevar al colapso de la confianza entre los Estados Unidos y el Talibán, y quizás a halar el gatillo para una nueva confrontación militar.” Señala también, sin embargo, que en el marco de este peligroso incidente, ambas partes parecerían perseguir evitar o prevenir como objetivo estratégico, que Afganistán pase a ser un “estado fallido” que brinde abrigo o refugio a organizaciones terroristas como ISIS o a una plataforma para la distribución de drogas a escala global.

Como indicáramos hace exactamente un año, para el Talibán constituirá un enorme desafío y posiblemente su mayor reto la manera en que se proyecte su presentación como gobierno ante la comunidad internacional, su reconocimiento diplomático y su inserción en los mercados regionales y globales. Después de todo, está presente para la inmensa mayoría de los países occidentales su pasado gobierno previo a los sucesos del 11 de septiembre de 2001.

 


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