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Las elecciones parlamentarias en Venezuela: Retroceso o avance

psuvUn buen amigo y un gran compañero compartió conmigo el pasado lunes 27 de septiembre de 2010, apenas un día después de las elecciones realizadas en la República Bolivariana de Venezuela, un correo electrónico. En él, formula varias preguntas como parte de su “reflexión sobre las elecciones en Venezuela”, las cuales vienen al punto con relación al recién concluido proceso electoral.


Dice mi amigo a manera de pregunta, que el resultado de las elecciones “nos dice algo, o tal vez mucho” en torno a dos premisas básicas: la primera, que en las elecciones parlamentarias el sector adepto a Chávez solo obtuvo el 58% de los escaños, no logrando así obtener el mínimo de 110 bancas parlamentarias necesarias para obtener el control de 2/3 partes de los asientos del Parlamento; la segunda, que la llamada “Oposición” obtuvo el 52% de los votos, sin que esa mayoría se refleje en la composición del Parlamento; tercero, si en Puerto Rico tenemos la realidad de que los votos obtenidos en las elecciones no se reflejan en el número de escaños que cada partido tiene en la Asamblea Legislativa, donde por ejemplo, en PNP obteniendo el 52% de los votos, tiene el control de 2/3 partes de la Legislatura, pregunta si también formularíamos este argumento con relación al caso venezolano, donde obteniendo menos votos que la llamada “Oposición”, el PSUV mantiene la mayoría de los escaños votados por la población.

Todas estas me parecen preocupaciones muy legítimas. De hecho, le indiqué que precisamente ese sería el tema de este programa, las elecciones parlamentarias en la República Bolivariana de Venezuela. Le adelanté, sin embargo, al menos dos premisas también necesarias las cuales deberían ser incluidas también en el análisis: primera, no toda la oposición es de derecha; segunda, todo voto por el PSUV fue un voto de izquierda.

¿Qué significa lo anterior? Veamos algunos elementos que se impone tenerlos presentes en el análisis.

Un excelente escrito publicado por la Agencia Latinoamericana de Información, (ALAI), bajo la firma del periodista Julio Fermín, expresa datos que nos permiten profundizar no solo en la interrogantes de mi amigo, sino también, enel análisis del resultado de los comicios del pasado domingo 26 de septiembre en Venezuela. Primero, en las elecciones de 2005 la llamada Oposición no participó, mucho menos como una fuerza unificada en contra del proyecto impulsado por Chávez. Más bien, convocaron a la abstención electoral, de ahí que sin oposición alguna unificada, no sea extraño después de todo, que la propuesta chavista que sí concurrió a las elecciones asumiera el control del Parlamento. Después de todo, corrió sin una oposición electoral en su contra. Sin embargo, también es justo señalar que a diferencia de las pasadas elecciones, los índices de participación electoral en esas elecciones en 2005 la participación electoral apenas alcanzó el 25.26% de los electores inscritos. En las pasadas elecciones del pasado domingo, de un total de 17 millones de electores registrados, hábiles para votar, el número de participantes fue de aproximadamente el 65%, por lo que a diferencia de las elecciones de 2005, la abstención se limitó a un 35%.

A pesar de que tal no fuera la intención de la llamada Oposición, lo cierto es que con su participación en el proceso vienen a validar el modelo electoral venezolano, que precisamente es una criatura de la Revolución Bolivariana. De lo anterior se deduce que en el análisis tenemos que asumir que con su participación, unido a la transparencia demostrada en el proceso,  se ha dado la institucionalización del modelo electoral en Venezuela. Si ello ha sido así, ha sido gracias precisamente a los esfuerzos del modelo desarrollado bajo Chávez y su vocación de establecer un nuevo modelo democrático, participativo e institucional para la construcción del llamado Socialismo del Siglo XXI en Venezuela.

Segundo, si bien los dos tercios de los puestos en el Parlamento que interesaba obtener el PSUV en estas elecciones, le hubieran permitido remover magistrados del Tribunal Supremo Judicial; el nombramiento de los miembros del poder electoral y del poder ciudadano; instituciones existentes como parte de la Constitución Bolivariana vigente; en definitiva, al no lograr este objetivo, si bien no contará ahora con  los votos necesarios para instrumentar estos cambios, no por ello dejan de continuar vigentes los poderes transformadores sobre los cuales ha caminado en esta década la Revolución Bolivariana. En todo caso, de lo que se trata es de un cambio en la velocidad, en el ritmo, del desarrollo de las transformaciones en el Estado bolivariano. Lo que se pretendía adelantar con la convocatoria a una nueva Convención Constituyente, que permitiera una vez más la reformulación del Estado venezolano como un Estado socialista, tendrá que aguardar más. Sin embargo, si bien tales cambios deberán aguardar, no dejan desprovisto al país, al PSUV y a la Revolución Bolivariana de un marco legal revolucionario desde el cual continuar con las transformaciones sociales que ha venido desarrollando el proceso bolivariano. En definitiva, cambia el ritmo del proceso pero no el proceso en sí mismo.

Tercero, si se evalúa, la fuerza de los diferentes componentes de la llamada Oposición, organizada a través de la llamada “Mesa de la Unidad Democrática”, la realidad es que ninguna de las organizaciones que la integra, como apunta en su escrito Julio Fermín, incluso las viejas fuerzas de la Acción Democrática (los ADECOS) o del Partido Social Cristiano (COPEI), tienen por sí misma más del 10% de los electores. Ciertamente, unidas todas las fuerzas en contra del PSUV, suman según éstas un por ciento de votos mayor al PSUV. Sin embargo, repetimos, no se trata de la derecha contra la izquierda toda vez que dentro de esa Oposición, también se encuentran fuerzas de izquierda como el partido Patria Para Todos (PPT), que obtuvo 3 escaños; partidos centro izquierda; partidos socialdemócratas (que no es Acción Democrática); partidos del centro; y finalmente, partidos de la derecha.

Mientras el PSUV irá con toda seguridad unido en una plataforma progamática parlamentaria, está  por verse el nivel de integración que logre desarrollar esa misma Oposición como oposición parlamentaria y las posibilidades de articular un programa parlamentario común.

Un cuarto elemento que es necesario puntualizar es que, al igual que sucede con Lula en Brasil e incluso Correa en Ecuador, el apoyo personal a nivel popular de Chávez supera ciertamente el apoyo que pueda expresarse con relación al PSUV como organización política. En ese sentido, tratándose de elecciones donde la presidencia de Chávez no estaba en juego, no necesariamente las expectativas de lo que podría ser el voto por Chávez van de la mano de lo que podría ser la simpatía o endoso a los candidatos que corrieron como tales bajo la insignia del PSUV.

Ciertamente, tampoco podemos afirmar que no haya nada que revisar o nada sobre lo cual sea necesario llevar a cabo la más rigurosa revisión y análisis. De hecho, esta y no otra debe ser la práctica de cualquier organización política luego de concluir la experiencia de cualquier proceso electoral. Después de todo, la experiencia, mucho menos la electoral, no se improvisa. Siempre, en cada proceso, surgen variables que no estuvieron presentes en el anterior; o sencillamente sobre las cuales no se les prestó la atención necesaria al momento de llevar a cabo una evaluación.

Los próximos dos años que tendrá Chávez y el PSUV por delante antes de una próxima elección deberán ser para hacer aquellos ajustes de mira necesarios para así apuntar, adecuadamente, a los objetivos que la Revolución trace como determinantes.

Si bien no hubo una victoria total en esta vuelta, la fortaleza demostrada por el PSUV, la vinculación de los sectores populares en Venezuela con un proyecto socialista, claramente antiimperialista y ciertamente muy humano desde el punto de vista social, es una de la grandes ganancias que estas elecciones dejan en sus resultados para beneficio de la Revolución Bolivariana y la construcción del Socialismo del Siglo XXI.

28 de septiembre de 2010


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